Una familia trashumante con necesidad de echar raíces. Una tierra que la llama; una comunidad que la abraza, y ella, devolviendo los lazos fraternos con arte y recreación, se siente útil en tal sitio y entiende que es el lugar indicado para asentarse.

Así es como nace en 2015 el Centro de actividades sociales y culturales El Tanque de Ideas, ubicado en el barrio Congreso Nacional de la localidad de Cerrillos, al sur de la capital salteña. Un espacio familiar que se convirtió, con el correr del tiempo y las necesidades comunitarias, en un polo lúdico, de recreación, aprendizaje y contención para cientos de niños y niñas.

Quienes lo llevan adelante son Romina y Horacio Biasi, y también sus hijos, que hoy ya adolescentes comienzan a tomar responsabilidades. 

“Nosotros veníamos viajando, éramos particularmente viajeros. Trabajamos en artesanía, tallado en madera, tejido con nudos, macramé, bijou y accesorios. En los viajes empezamos a tener más familia y nos dimos cuenta de la necesidad de asentarnos en un lugar, y con Salta estábamos familiarizados porque Romina tiene familia acá y porque a mí siempre me gustó muchísimo el norte; con mis padres vine mucho hacia este lado, y en el colegio secundario iba con el hijo de Figueroa Reyes, y el hijo de Julia Elena Davalos. Así que siempre las vacaciones de invierno era venir a escaparnos para este lado, a los pagos de nuestros compañeros salteños. Le agarramos mucho cariño y fue determinante cuando tuvimos que decidir en qué lugar queríamos asentarnos”, cuenta Horacio.

Nace El Tanque

Instalados en Cerrillos, el terreno que habitaron se encuentra muy próximo a un gran tanque de agua, por lo que el nombre del espacio social, caía de maduro. “Nos empezamos a dar cuenta que teníamos alrededor de este espacio muchos chicos de la edad de nuestros hijos, y estos niños no tenían muchas actividades. Se venían las vacaciones de invierno de 2015 y decidimos hacer una movida artística colectiva para nuestros hijos y los amigos de ellos de la cuadra". 

"Esto continuó y cuando terminaron las vacaciones de verano eran 70 niños. Lo que había empezado como una actividad de improvisación se terminó transformando en una movida de contención primero, y después de promoción social y cultural, y me atrevo a decir también deportiva a partir de la nueva área de karate que tenemos hace dos años”, comenta Horacio “El Cheto”, como muchos lo conocen.

Horacio Biasi (Imagen: gentileza Isidoro Zang). 

Con el tiempo El Tanque se fue organizando por actividades que comenzaron a tomar espesor propio, “el espacio tiene una base sólida en la biblioteca que está abierta de lunes a sábado. Ahí siempre está la posibilidad de acercarse a consultar o retirar libros. También está la juegoteca, donde está Romi, es un espacio lúdico donde tenemos hojas, cuadernos y se organizan otras actividades. Particularmente, ese espacio creció gracias a un contacto que hicimos con un grupo de voluntarios de Canadá, y a través de ellos pudimos lograr juntar fondos para armar un salón bien bonito donde hoy tenemos todo lo que sería el espacio de proyección y salón de usos múltiples para que los días lluviosos, los chicos puedan estar igual”, comenta Biasi.

Algo que resalta la familia de El Tanque es el crecimiento del espacio de karate como una actividad más que se va consolidando en el tiempo, dándole así una impronta también deportiva al espacio: “con mucha alegría podemos contar que tenemos chicos elegidos para el seleccionado provincial de karate”, remarca con alegría El Cheto.

Alegría y reconocimientos

Para esta familia transhumante que eligió asentarse en Cerrillos y poner sus saberes a disposición de la comunidad, resulta claramente una elección de vida “haber decidido crecer en comunidad ya hace 8 años. Algo que es una gratificación muy grande porque que tenemos experiencias muy lindas. Hemos recuperado basurales, plantado más de 180 árboles los primeros tres años. Al barrio le costó muchísimo arrancar, porque fue muy cuestionado y objeto de un montón de situaciones de violencia, con muy poco control. Pero todo esto se fue revirtiendo con el laburo social, con el acompañamiento de los vecinos y de la comunidad en general. Se va generando una propia energía y nos permite también que toda la responsabilidad y el peso no sólo caiga en nosotros”.

Toda esta energía relatada por Horacio Biasi fue generando empatía y curiosidad en diferentes sectores informales y formales de la cultura que comenzaron a visibilizar y acompañar el proyecto. “Arrancamos en el 2015 y en el 2018 nos presentamos de manera oficial ante las autoridades provinciales de Cultura a través del Fondo Ciudadano. Salimos adjudicados y comenzamos a recibirlo casi todos los años, fuimos reconocidos por el trabajo. También nos conocieron de Nación y fuimos seleccionados como Puntos de Cultura, se fue generando como una ola que también hasta el INCAA nos contactó para un proyecto de Cine Inclusión". 

"Ahí los chicos y las mamás fueron actores, partícipes. Se hizo todo en tres días y el producto final es un video muy lindo que cuenta la experiencia de los chicos y como ellos fueron tan transformando lo que era un barrio que se convertía en un basural, en un lugar mucho más lindo para desarrollarse, tanto para ellos como para las generaciones futuras”.

El trabajo de El Tanque fue y sigue despertando interés, “la mirada de gente cada vez más lejana a las fronteras del Tanque nos da muchas satisfacción y también nos ponen un lugar de mucha responsabilidad, porque sabemos que está la mirada no solamente de nuestra comunidad, sino de todo una provincia por un lado, y de todo el país por decirlo alguna manera, por otro”, comenta Horacio.

Los momentos duros y cuesta arriba fueron y son una constante para El Tanque de Ideas, pero todo aquello se supera colectivamente y afirmándose en los gratos momentos, las alegrías que el cotidiano les devuelve. “Hay momentos muy lindos. Algo muy reciente que nos llena de alegría es cuando nos llegó la nota de la Federación Salteña de Karate solicitando la presencia de nuestros chicos para el seleccionado provincial. Otro momento muy lindo fue cuando los chicos empezaron a retirar libros de la biblioteca y se pusieron a leerlos en el parque de bosques, que hay al lado de la biblioteca, bajo los árboles que ellos mismos plantaron cuando todavía no sabían leer”.

A veces es duro”, reconoce Biasi, “cuando vuelven ya de adolescentes o jóvenes adultos y tristemente te dicen que han salido y no han encontrado nada, y que por ahí la huella o el recuerdo más simpático que tienen de su infancia en espacios de disfrute y crecimiento fue acá, en El Tanque. Esas son cosas que te conmueven, esas pequeñas grandes cosas son por lo que vale la pena seguir, y por los más de 340 chicos que contiene El Tanque, que si no es por un libro, es por ver si hay ropa en la ropería, o si hay hojas para dibujar, o simplemente un rato para venir, charlar, escuchar un cuento o ver la actividad que se esté dando el fin de semana”.

Romina, parte fundamental de El Tanque (Imagen: gentileza Isidoro Zang)

Los sueños y anhelos son una constante, son el motor que empuja hacia adelante y permite agrandar el horizonte. “Sueño dos cosas: primero, a 10 años, por ejemplo, me gustaría que El Tanque no existiera más, que no hiciera falta, que las políticas sociales de contención, educativas, de formación, las oportunidades, llegaran de manera equitativa para todos y de manos del Estado, sobre todo en los espacios más vulnerables. Y si eso no pasa, porque no podemos acomodar las necesidades básicas de la comunidad, entonces que haya un Tanque en cada barrio, ese sería el sueño final”.

Horacio y su familia sueñan y empujan cada día para que aquello suceda. Pero no lo hacen solos, sino con la comunidad barrial y cerrillana, comunidad a la que fueron conociendo y con la cual se entrelazaron poco a poco y llegaron a soñar juntos, en conjunto, en colectivo, que al fin y al cabo, es la manera de multiplicar el horizonte, estrechando brazos y abrazos.