“Yo creo que la radio pública está muy bien. Lo que tenemos que hacer es reordenarla, tratar de hacerla más rentable, hacer un trabajo muy profesional y tratar de no infiltrarnos en terrenos que la radio pública no debe tener”. Eso declaró el nuevo director de Radio Nacional, Héctor Cavallero, a Nacional Rosario Fontanarrosa. Su declaración plantea varios ejes. Por un lado, los objetivos de “reordenar” y “hacer más rentable” la radio expresan una perspectiva que se repite en casi todas las áreas del gobierno de Javier Milei y consiste en equiparar peligrosamente las empresas públicas con la gestión de empresas del ámbito privado como si persiguieran los mismos fines o tuviesen la misma estructura. Por otro lado, aparece un curioso contraste entre lo que Cavallero encontró –“muy buena gente y muchos profesionales de primer nivel”– y la primera medida implementada: el despido de alrededor de 100 personas.
La decisión afectó, en su mayoría, a trabajadores precarizados que habían sido contratados como monotributistas, con remuneraciones que en muchos casos ni siquiera alcanzaban el monto del salario mínimo, vital y móvil. El otro dato preocupante es que casi ninguno recibió explicación formal sobre su desvinculación. Con los cambios de gestión cada cuatro años, las nuevas autoridades suelen pedir la renuncia de los cargos jerárquicos de las emisoras provinciales para poder rearmar la programación, pero en este caso los directores de la red federal constituyen un porcentaje mínimo en el total de despidos. De los 100 despedidos, 98 cumplen tareas de producción periodística, coordinación de aire o son empleados administrativos cuya ausencia afecta notablemente el funcionamiento cotidiano de las emisoras.
Uno de los puntos más criticados en el discurso con el que Milei inauguró las sesiones en el Congreso fue el cierre de la agencia de noticias Télam. Consultado por la relación entre el Poder Ejecutivo y los medios públicos, Cavallero dijo que no conoce al presidente de la Nación, aunque sí al secretario de Medios –Eduardo Serenelini– y al interventor de Radio y Televisión Argentina (RTA), Diego Martín Chaher, quien lo convocó para estar al frente del medio. “Creo que la radio es una radio argentina, no es del Estado. Que trabaje sostenida por el gobierno nacional o por el gobierno de turno hace que haya una radio a disposición de todos los argentinos”, puntualizó en diálogo con la emisora rosarina, y también dijo que no recibió directivas particulares sobre el rumbo a seguir: “Deben haber confiado mucho en mí, yo no tuve ninguna indicación más que poner en orden y hacer una muy buena programación”.
Por el momento no se conocen mayores precisiones sobre esa programación porque Cavallero estrenó su cargo hace seis días. Según informó, la designación estuvo a cargo del interventor: "Me llamaron para ver si aceptaba este desafío, me encantó la propuesta de poder colaborar con una nueva etapa de la radio y estoy trabajando para armar la nueva propuesta, no solamente para Buenos Aires sino para las radios de las provincias de todo el país”. Consultado específicamente sobre la posible privatización de los medios públicos, respondió: “No tengo ninguna información sobre la privatización, yo tengo la orden de hacer la mejor radio posible y ese es mi objetivo, después me irán diciendo cómo siguen los medios públicos”.
¿Quién es Héctor Cavallero?
Cavallero es un empresario de 81 años que se desempeñó en el ámbito musical, teatral y cinematográfico, aunque tiene nula vinculación con el quehacer radial. Fue uno de los productores que trajo a la Argentina a estrellas de la talla de Liza Minnelli, Gloria Gaynor, Luciano Pavarotti (en 1978), Chick Corea y Michael Jackson (quien llegó en 1993 para hacer tres recitales en River tras una pelea que él mismo definió alguna vez como “dura, fea y larga” con el empresario Daniel Grinbank). También logró que bandas como Kiss o Queen se presentaran en Puebla (México), estuvo detrás del reencuentro de Serú Giran que se llevó a cabo en el Monumental y produjo a artistas nacionales como Valeria Lynch, Los Nocheros, Leonardo Favio o Alejandro Lerner. Otro de sus logros fue haber convencido a un jovencísimo Ricardo Darín para que interpretara el papel de un hombre homosexual en la obra de teatro Algo en común o haber convertido el Campo Argentino de Polo en sede de recitales. Casi todos esas situaciones tienen como escenario el mundo privado y los gobiernos de Carlos Menem, con quien Cavallero ostenta varias fotos.
El productor está a cargo de la Licenciatura en Artes Escénicas de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) –un auditorio lleva su nombre– y, aunque ya no da clases, suele tener charlas con algunos estudiantes que cuando lo googlean se sorprenden por su currículum: “Lo más impactante para ellos es cuando se enteran que yo traje a Michael Jackson a la Argentina”. A lo largo de su trayectoria profesional, Cavallero logró moverse como pez en el agua en el mundo del espectáculo y pudo codearse con estrellas que fueron un boom en los ’90. Fue novio de Susana Giménez, Valeria Lynch y Pata Villanueva. Aunque reniegue de ese pasado, aunque aclare que hoy está casado con Lorena Cánepa y es padre de cinco hijos (una hija con Villanueva, dos con Lynch y dos con su actual esposa), esos datos aparecen subrayados cada vez que se lo nombra.
Cavallero define la popularidad como “un mimo, un cariño”, suele criticar los escándalos mediáticos y, en relación al rumbo que tomará la programación de Radio Nacional bajo su gestión, adelanta que su intención es construir “una radio comunicativa donde hablemos de espectáculos, de deportes, de información general”. En diálogo con el programa Mañanas de verano, declaró que su propósito es que no haya “militancia de ninguna naturaleza, porque las radios no están pensadas para eso, no es una radio del Estado; es una radio pública y de Argentina, para que no se utilice con fines políticos y eso lo tengo como base principal”. El año pasado a Cavallero le preguntaron si había malgastado la plata en su vida y la respuesta fue: “¡Uff! Toda la que pude”. En autos, en ropa. Según confesó en aquella nota, nunca supo guardar el dinero. El desafío ahora será administrar una radio pública; habrá que ver si, más allá de la motosierra inicial que dejó sin empleo a más de cien personas, el director logra que cierren los números con una programación de calidad.