Por Jorge Gumier Maier *
Alguien ganó 200 dólares y todos lograron ser famosos durante quince segundos el martes 4 en la afamada discoteca tercermundista Palladium. La “muestra-certamen” fue organizada por el Museo Bailable (el plástico Fernando Bedoya y su troupe) bajo el cuidado de Roberto Jacoby, artista polivalente como pocos, que supo titular el evento ¡La imagen viva de Buenos Aires! Con el arte en el cuerpo. La invitación fue extensiva a “creadores de todas las disciplinas e incluso sin disciplina alguna”, dispuestos a “producirse o producir a otros como obras de arte”. El costo de la entrada-participación fue de un dólar -a fines de costear el premio- y no hubo limitación estética alguna para quienes arriesgasen “ser uno o ser otros”, en la “política de la apariencia pública”, invitando a una “moda sin dictadores”, “contra la tristeza del disfraz cotidiano, el lujo de una imagen intensa”.
Para todos, una fiesta; casi una estudiantina. Para gustos más sofisticados, la convocatoria warholiana era una especie de rescate y homenaje al trabajo de ese gran artista que en 1962 encerraba a la gente en un círculo de tiza argentino para afirmar su obra-descubrimiento: Alberto Greco. Eso fue el Vivo dito (el dedo vivo), precursor -si cabe el afán genealógico- del más contemporáneo body-art.
Febriles, llenos de bolsos y aparejos inverosímiles, los más de cien participantes -y sus ayudantes- ocuparon como en un picnic gigantesco, el cemento de las gradas superiores de Palladium. Camarín colectivo y abierto de sintaxis de videoclips, donde convivieron desde famosos del underground hasta aquellos anónimos deseosos de estrenarse con la fama. Encandilados además por las cámaras de video y los flashes del set de fotógrafos, donde Alejandro Bachrach, Julieta Steimberg, Cristina Fraire y Carne de Res documentaron cada obra. (Por otros lados sacaban sus fotos Marta Fernández y Pompi Gutnisky, y todo va a ir a parar a una pronta exhibición y posterior edición por la flamante y auspiciosa Ediciones del Tomate).
Y hubo de todo. Centelleos de quince segundos deslumbrando y desapareciendo. Obvias niñas bonitas que creyeron que mostrar sus senos aportaría al público alguna suerte de revelación o éxtasis, hasta deslumbrantes e indefinibles apariciones. Joyitas del grotesco y del humor. Sutiles y sofisticadas vueltas de tuerca al evento. (Los ya afamados Batato Brea, Fernando Noy, Helena Tritek y Olkar Ramírez merecerían encendidos párrafos aparte).
Hubo también un jurado, claro, conformado por Martín Caparrós, Tom Lupo, María Moreno, Marcia Schvartz, Walter Sido (de lo Redonditos), Sanguinetti, y el crítico de arte Pierre Restany, aprovechando su presencia con motivo del Encuentro Internacional de críticos. Un tanto más alcoholizado que el resto del jurado, y de modales evidentemente foráneos, se dedicó a meter mano en cuanto trasero o vulva se presentase. Se lo veía erguirse con dificultad y cruzar dedo en alto el escenario hacia su ocasional víctima (Bedoya dijo que fue el único verdadero “dedo vivo” de la noche).
Quienes, complacientes, se le acercaban para negociar los favores de su voto, tampoco lograron demasiado. El travesti Kaudia sólo halló un billetito de un dólar arrugado dentro de su tanga, tras aquellos interminables quince segundos. El francés, abucheado, intentó conmover al público con una extraña performance que culminó al grito de “Malvinas! Malvinas!”. Pero se equivocó, pues lo que público y participantes lograron recuperar fue la posibilidad de cierta creación pagana y democrática. Cierta alegría de la intensidad y la sorpresa, cierta maravilla del acontecer imprevisible. Una fiesta llena de artistas y famosos por tan sólo un dólar.
* Nota publicada en este diario en 1988 por Jorge Gumier Maier (1953-2021), que forma parte de la exposición “Desde los márgenes”, en el Museo Nacional de Bellas Artes, curada por Natalia Pineau. La muestra reúne pinturas, dibujos, ilustraciones, fotografías y documentos de los primeros años de la carrera del artista, e incluye otras de sus facetas, como la de dibujante, activista político y de las disidencias, periodista, escritor, ilustrador y performer. Un recorrido por la etapa previa a que tomara la curaduría de la galería de arte del Centro Cultural Rojas, en 1989. La exposición se puede visitar hasta el 24 de marzo, de martes a viernes, de 11 a 20 y los sábados y domingos de 10 a 20.