“Soy el General Ancap. Vengo de Liberland, una tierra creada por el principio de apropiación originaria del hombre. Una tierra de siete kilómetros cuadrados entre Croacia y Serbia. Un país donde no se pagan impuestos, donde se defienden las libertades individuales, donde se cree en el individuo y no hay lugar para colectivistas hijos de puta que nos quieren cagar la vida." Así se presentó en febrero de 2019 el hombre enmascarado, con un traje estilo super-héroe, negro y amarillo, en un encuentro de otakus y aficionados al animé japonés en la ciudad de Buenos Aires.
Detrás del antifaz estaba Javier Milei, nuestro actual presidente. Su excéntrica presentación fue reflejada con cierta sorna por la revista Fortuna, Clarín y otros medios como Página/12. Pero pocos investigaron qué era Liberland o aun peor qué estaba anunciando Milei como objetivos políticos. Liverland fue el intento de creación de una micronación en 2015, en la frontera entre Serbia y Croacia. Era un barreal llamado “Gornja Siga” que no reclamaba ninguno de esos países en la guerra y donde se instaló Vit Jedlicka, diciendo que era una Terra Nullus, tierra de nadie. Jedlicka es un político de origen checo y ahí proclamó la nación soberana de Liberland y fue electo presidente con los votos de su novia Jana y un amigo de la infancia. Crearon una bandera de fondo amarillo con un escudo atravesado por una franja negra.
Jedlicka adhiere a los postulados del libertarianismo norteamericano, cuyo mentor más relevante es Murray Rothbard, que Milei reconoce como su fuente de inspiración. Hoy de Liberland no queda nadie, excepto algún curioso que se saca una selfie y el libro “Viaje a Liberland” de los periodistas Timothée Demeillers y Grégoire Osoha.
Pero el General Ancap venía avisando que creía en las ideas del anarco-capitalismo, la doctrina desarrollada por Rothbard y Hans-Hermann Hoppe. Ellos postulan la supremacía absoluta del individuo frente al Estado y que el mercado es el eje constitutivo de la vida social y económica. Al Estado le dejan un lugar mínimo, limitado a punir las violaciones a los derechos individuales, como teorizó un tercer anarco-capitalista, Robert Nozick. Es llamativo que el mercado les resulte la expresión de la más amplia libertad de las personas. Por eso es que reivindican a Frederic Bastiat, un político francés del siglo XIX considerado uno de los mayores teóricos del pensamiento liberal. Bastiat dijo que "donde entra el mercado no entran las balas” y que “el Estado es la gran ficción a través de la cual todo el mundo trata de vivir a costa de los demás”.
Cuando Milei citó a Rothbard en la Conferencia Política de Acción Conservadora el 24 de febrero, fue todavía más duro: ”si los impuestos son obligatorios, forzosos y coactivos, y por consiguiente no se distinguen del robo, se dice que el Estado, que subsiste gracias a ellos, es una organización criminal mucho mas formidable y con muchos mejores resultados que ninguna mafia privada de la historia". Este razonamiento, tomado del libro Etica de la libertad, es similar al de Franz Oppenheimer cuando explica que sólo hay dos modos de obtener riqueza, una mediante la producción y el libre intercambio con otros, y la otra por la violencia, mediante la expropiación de fondos por lo que llama “medios políticos”. Con perspectivas similares Frank Chodorov nos dice que el Estado le quita el producto de su trabajo al hombre y así desalienta la producción. Esto es porque "el hombre trabaja para financiar sus deseos, no para financiar el Estado”. No sorprende que su libro de 1947se llame Los impuestos son un robo.
Se pueden ver ciertas coincidencias generales: el Estado es una organización criminal y el mercado es el eje que organiza, diríamos en forma espontánea, la vida social y económica. El General Ancap nos seguía dando señales de sus objetivos en su libro “Camino del Libertario", de 2022. Parafraseando a Oppenheimer, reiteraba las dos formas de obtención de riqueza ya citadas. Siguiendo con el razonamiento, concluye que el enemigo es el Estado, ya que “la diferencia fundamental entre los libertarios y otras personas no está en el área del crimen privado, sino en su visión del rol del Estado, o sea el gobierno. Para los libertarios el Estado es el agresor supremo, el eterno, el mejor organizado. El Estado es una organización criminal. Lo son todos los Estados y en todas partes, ya sean democráticos, dictatoriales o monárquicos”.
El General Ancap nos siguió avisando en su libro El Fin de la Inflación, de 2023, que “solamente los libertarios estamos dispuestos a decir que el Estado es una organización criminal”. Hay que recordar además que Milei idolatra a Jesús Huerta de Soto, que dice que Dios no es solo un ser supremo sino el defensor de un orden espontáneo que rige el universo. Este orden es destruido por el Estado imponiendo reglas y condiciones. Huerta de Soto llega a la conclusión, luego de un largo recorrido teológico, que el Estado es una creación del Maligno, como explica en su Anarquía, Dios y el Papa Francisco, de 2017.
Algunos podrán intentar defender a Milei diciendo que una cosa es opinar en libros y otra es la realidad. Pero el propio Milei, cuando el Financial Times le preguntó la semana pasada si sus medidas de shock económico no eran arriesgadas, dijo “por qué serían arriesgadas si estoy haciendo exactamente lo que los libros de texto dicen que debo hacer”.
Este largo recorrido por el pensamiento del General Ancap y su base ideológica es para indicar que tal vez estamos haciendo una errónea o parcial caracterización del gobierno de Milei al verlo como un gobierno neoliberal más, como los que tuvimos desde el '76. La agresividad en imponer el ajuste fiscal, en donde el mayor aporte lo ponen la regresividad del ingreso de los jubilados, los tarifazos en los servicios y transporte, los intempestivos cercenamientos a los ingresos a las provincias, no son solo cuestión de fiscalidad. Se busca la destrucción del Estado, principalmente de sus funciones distributivas.
Después de su discurso del viernes, donde insistió en que el Estado es una organización criminal y extorsionó a los gobernadores con que los “alivios fiscales” solo serán posibles si sus legisladores le votan la ley Bases para imponer un Estado mínimo ya anunciado en el DNU, la CGT no se desvió de un objetivo: voltear el DNU 70 de diciembre de 2023. Porque el General Ancap podrá decir que el que avisa no es traidor. Y, si uno se lleva por su adhesión abierta al anarco-capitalismo, mal que nos pese no lo es.