Juntas
Norma Castillo y Ramona Arévalo, la pareja de mujeres que llevan varias décadas juntas, se convirtieron en una de las caras de la lucha por el Matrimonio Igualitario en Argentina, a tal punto que han desfilado por todos los medios periodísticos con sus testimonios de amor sostenido pese a los contextos hostiles. En Juntas se consigue una nueva faceta de su relación, no solo porque se las muestra sin esa urgencia del testimonio del periodismo televisivo, sino que viajan a Barranquilla, Colombia, donde vivieron un exilio de muchos años y donde se dieron su primer beso. Allí, al otro lado del continente, casi como un deja vu, se trata en el Congreso la Ley de Matrimonio Igualitario colombiana. El resultado es un viaje de una poesía transformadora donde las directoras Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio revelan la potencia del documental contemporáneo.
Copi je t’m
El dibujante, escritor y dramaturgo Copi se negaba a actuar en películas pero en 1982 accedió a interpretar un papel en Maman que man, escrita y dirigida por Lionel Soukaz, uno de los pioneros del cine queer en París. Copi fue amigo de Soukaz y, de hecho, ya había participado en otro pequeño cameo en Race d’Ep, una historia de la homosexualidad que había sido prohibida. Como un réquiem tanguero, en Copi je t’m se suceden distintos registros donde vemos a un Copi mudo, con su gestualidad enmarcada por la voz de Amelita Baltar que entona Balada para mi muerte de Piazzolla y Ferrer. Como parte del programa de cortos realizados entre 1973 y 2003 del foco dedicado a Soukaz en Asterisco, Copi je t’m es un ejemplo de su cine espontáneo, experimental, informalista, fetichista, sentimental y revolucionario.
A Doll’s Eyes
Cuando Jonathan Wysocki tenía diez años en la década del 80 y alquiló el vhs de Tiburón, no sabía que toda su vida iba a estar signada por los ojos negros, sin vida, del monstruo subacuático. Pero la película de Spielberg produce un efecto en el niño aquel que termina revelando algunos pliegues de su personalidad. Y este cortometraje hace de la cinefilia una experiencia tan traumática como liberadora, que representa la orientación sexual del personaje a partir de un hito de la historia del cine. Metacine y reflexión crítica sobre el efecto de las películas, una visión de la cultura gay por fuera de los parámetros tradicionalistas y un corto sobre la vergüenza más que sobre el orgullo. Pero fundamentalmente un ensayo sobre el deseo en la mirada, sobre la paja en el ojo propio.
Mefistófeles
En el nacimiento del porno gay como género cinematográfico también estuvo la experiencia liberadora de las drogas, especialmente en algunas peliculas del pionero Wakefield Poole que, con delirios como Bijou (1972), hizo del sexo lo más parecido a un trip, a través de un erotismo lisérgico. El exponente local Mefistófeles de Juan Antonio Herbojo parece volver a esas fuentes, pero también al ritualismo de las películas de homoerotismo queer de Kenneth Anger, donde el sexo es hechicería. Lo cierto es esta película se basa en el mito germánico sobre la eternidad, la lujuria y el amor en una versión porno gay, y parece que tal vez sea el inicio de una tendencia porque también el corto griego Symposium adapta el célebre mito platónico al porno. El sexo, la psicodelia y la filosofía como pócima mítica.
Afrodita
Nunca falta en Asterisco una rareza del cine mudo. Y esta es de las más extrañas. Película falsaria, fingida como producción francesa, pero creada en Argentina y dirigida con seudónimo por Luis Moglia Barth, director de Tango!, pionero del cine sonoro nacional. Sobre novela homónima de Pierre Louys, Afrodita es una sexploitation arty, tal vez la primera de la historia del cine, creando el nudismo artístico en su veta incómoda, porque respeta cierta amoralidad de Louys. Relato antiplatónico que ubica la acción en una Alejandría donde el amor físico es la más sublime aspiración estética y sentimental. Deseos oscuros, libertinos, sexo sáfico y alucinaciones eróticas masturbatorias, entre otras preciosas desviaciones. Gran imaginación plástica de Moglia Barth aunque cuenta con pocos recursos, y una actuación minimal en su gestualidad, alejada de la teatralidad del cine mudo, que da una gelidez que hace todo más aberrante en su perversidad.
La hija de Frankenstein
Todo lo camp que puede presentarse en el cine de terror está contenido en esta película clase B, que tiene a un Frankenstein transgénero. Un exponente del germinal cine de terror adolescente creado en la década del 50, que incluye una fiesta poco concurrida con asado en el jardín y jóvenes cantando un primitivo rock & roll. She Demons, la ópera prima de Richard Cunha, ya incluía un monstruo femenino, y en esta vuelve a insistir sumando una versión trans, con el aditamento de no usar una sino dos de las más atrofiadas máscaras de monstruo, una de ellas creada originalmente por error, tratando de salvar el problema aplicando lapiz labial. Cuando escribió Frankenstein, Mary Shelley nunca imaginó que esta desviación de su creación iba a ser protagonizada por una Chica Playboy.
Casa Roshell
En México, solo hay que llamar a la Casa Roshell para obtener el “paquete básico de transformación”, una suerte de pasaje directo al crossdressing, donde los hombres pueden incluso hacer un taller de personalidad femenina. La cineasta chilena Camila José Donoso conoció la Casa Roshell durante la gira con su ópera prima Naomi Campbel (2013), retrato de una mujer trans. Y tras una investigación en las particularidades de ese lugar pudo lograr una película entre crítica e hipnótica, donde la distanciada contemplación perpleja y la experiencia inmersiva conviven de manera extraña, donde las uñas con glitter, las primeros planos sugestivos, la incómodas situaciones de galanteo de casa de citas se vuelven juegos de espejos, que van sigilosamente del realismo a lo extrañado, desgastando los barreras.
Actuació d’Ocaña i Camilo
El pintor y performer libertario Ocaña se ofreció con algunas personas aliadas en su búsqueda de la mejor orgía posible a participar de un video de agitación para convocar a la primera Marcha del Orgullo en Barcelona durante la transición democrática. El resultado es un registro increíble cuyo corazón es una descarada libertad creativa que superó y prefiguró la movida madrileña, donde una bacanal mezcla canción, descontrol, nudismo, pansexualidad, plástica y otras delicias difíciles de nombrar. De paso, el video incluye algunos cuadros de Ocaña y Camilo donde se apropian desde el lugar de la loca anarquista de la cultura tradicional española. Como corolario paradójico, tras filmar este video, a Ocaña y su séquito no se les permitió desfilar en la cabecera de la Marcha del Orgullo. Una vergüenza.
Alki Alki
El actor y cineasta alemán Axel Ranisch fue tan buen alumno de Rosa von Praunheim, que su maestro le dedicó un documental que fue proyectado hace unos años en Asterisco. Ahora Ranisch vuelve en forma de foco, con cuatro de las películas que dirigió en los últimos años, empezando por su ópera prima Chicas pesadas, un canto de amor a la gordura homoerótica filmado sin presupuesto y con mucho talento. En su última obra, Alki Alki, vuelve a trabajar con su actor fetiche, el panzón Heiko Pinkowski, ahora convertido en un borracho pantagruélico. Un relato sobre una amistad viril con torsos desnudos bañados de alcohol en sucesivas noches de juerga fuerte donde los límites y los clishes de la heterosexualidad parecen trastocarse hasta disolverse.
What I Would’ve Told My Daughter If I Knew What To Say Back Then
“Soy tu sombra, Kelsey, estoy detrás de cada paso que das”, dice la madre filipina Cha Roque a su hija en este cortometraje con nombre largo pero donde tantas palabras plantean la propia incapacidad de hablar de la orientación sexual. Un detallado y casi obsesivo retrato de la infancia de la hija de una madre lesbiana, donde la película casera y familiar se transforma en un paseo baboso y sentimental pero que al mismo tiempo oculta una amargura. Una película que sigue poniendo el foco en ese paso fuera del closet como catarsis, trauma y absurdo, pero también que visibiliza las formas de vitalidad de familias disidentes del heterosexismo. Roque es realizadora del documental Slay, que también se proyecta en Asterisco, sobre un artista performático que desafía los determinantes del género.