El 7 de marzo de 2010 Pepa Gaitán fue fusilada por el padrastro de su novia. Lo que empezó con una discusión en la vereda terminó trágicamente cuando Daniel Esteban Torres apareció repentinamente con una escopeta y disparó a Pepa por la espalda.
Para la justicia se trató de un homicidio agravado por el uso de arma de fuego, pero la familia, las amigas y las activistas lesbianas saben que se trató de un lesbicidio. A Pepa no la mataron por una simple discusión entre vecinos, su fusilamiento fue debido a su elección sexual y su aspecto de “machona” que incomodaba a los machitos. Desde el 2019 el asesino de “Pepa” está en libertad, pero a las lesbianas y machonas las siguen matando, apresando y violentando, como si el tiempo no hubiera pasado.
El fallo judicial rescata las palabras de Graciela Vazquez, madre de Pepa, quien declara sin tapujos que “Pepa era un ser especial, muy discriminada, que sufría depresión, incluso estuvo internada con tratamiento psiquiátrico, porque a ella le gustaban las nenas y no los nenes, sufría porque tenía que enfrentar a la sociedad para que la entendieran y la aceptaran. Que estuvieron casi 3 años en terapia familiar. Que las circunstancias más comunes a las que se enfrentaba Pepa por ser lesbiana y por tener una apariencia masculina, eran por ejemplo cuando cruzaban el peaje, ya que la miraban y le pedían el documento, y sufría depresión a causa de estas circunstancias. Que Pepa tenía agresiones, se ponía mal, por eso se dedicó al deporte, primero boxeo y al último al Vale Todo, porque ahí descargaba mucho”.
Resistir para existir
La Pepa colaboraba en el comedor comunitario Lucía Pía en Barrio Parque Liceo de Córdoba Capital, fundado por su familia. Allí era profe de educación física, se vestía de payaso para animar a les niñes y repartía comida y herramientas entre los vecinos. De hecho, ayudaba a la familia de Torres, le ofreció trabajo en el comedor y le brindaba alimentos para su familia. Pero cuando Pepa se enamoró de su hijastra, Torres empezó a tratarla con recelo, expulsó a su hija del hogar y terminó matándola a traición con un tiro en la espalda que le dió muerte.
Graciela declara en el juicio que “Pepa nunca tuvo antecedentes, solo una vez iba caminando por la peatonal junto a la pareja de ese momento y unos policías la llevaron al Cabildo por merodeo, pero era efectivamente, otra vez por discriminación, porque ven a una lesbiana y dicen ‘ahí va la torta’ y si ven un gay dicen ‘ahí va el puto’, los padres los echan de la casa pero son sus hijos”. Finalmente concluye su declaración con una reflexión tajante: “parte de la Sociedad mató a Pepa Gaitán, nació en un cuerpo equivocado, tómenlo como quieran”. A pesar de las contundentes palabras de su propia madre, la justicia cordobesa no consideró que el disparo de Torres haya estado influenciado por el odio hacia su identidad lesbiana.
La sentencia contra Torres, de sólo 14 años, ignora todos los agravantes atados a la orientación sexual de Pepa que la condujeron a una vida signada por la violencia, la discriminación y la tristeza. Pero para los activismos LGBT, el fusilamiento de Pepa significó un evento significativo que alimenta constantemente la memoria e impulsa acciones políticas concretas.
“Porque nos mataron a la Pepa Gaitán y a Santiago Cansino, porque Higui estuvo presa por defenderse de un violador y Marcela por besarse, porque Pierina está judicializada por preguntar ¿dónde está Tehuel?” el activismo LGBT se reúne cada 7 de marzo en distintos puntos del país. La Red de Orgas Lésbicas y Aut oconvocadxs convocaron a la comunidad a dos eventos que sostienen en alto las demandas frente a un gobierno que únicamente avanza hacia la represión, la violencia y la discriminación.
Este jueves 7 de marzo la energía tortillera se recargó con la convocatoria a seguir visibilizando las existencias lesbianas en toda su diversidad. Primero, a las 10 de la mañana en el Anexo de la Cámara de Diputados de la Nación se presentó un proyecto de Ley para el establecimiento del 7 de marzo como día de la visibilidad lésbica y su incorporación en el calendario escolar y a los lineamientos curriculares de la ESI. Luego por la tarde, la jornada culminó con una ranchada contra la invisibilidad en la Plaza de los Dos Congresos.
“En esta fecha nuestra sociedad debe reflexionar sobre el hecho de que las identidades lésbicas han estado y están presentes en toda la vida social, cultural, económica y política de Argentina. Y con ello, pasar a la acción: pasar a la inclusión de la realidad lésbica en medios de comunicación, en las políticas públicas, en el ámbito educativo y en la atención de la salud, con la creación de protocolos de atención específicos, en programas de atención de adultas mayores, y en la prevención de la violencia, el lesbo-odio y los crímenes de odio”. Con estas palabras el proyecto presentado en Diputados insiste en la necesidad de construir desde el reconocimiento de las violencias estructurales contra las lesbianas un escenario de inclusión real en todos los ámbitos.
Las lesbianas existen más allá de las fantasías porno de los pakis, la sobreactuada pose de las artistas pop que se besan en los conciertos y los histeriqueos adolescentes en Gran Hermano. Existen además en todos los cuerpos, no sólo en los hegemónicos que alimentan los ratones. Las lesbianas negras, gordas, discas, indígenas y marrones existen y resisten, debemos seguir apostando por visibilizar a las Pepas, a las Pierinas, a las Higuis que están en nuestras vidas cotidianas y a las que invisibilizamos cuando las tomamos en mofa, cuando las miramos de lado o cuando las convertimos en una exótica y misteriosa presencia opacada por la pornográfica imaginación cis-heterosexista.