En el primer capítulo de la última novela de Mariana Docampo, V, el personaje, todavía se llama Verónica. Y cuando en la trama se produce la transformación, Verónica pasa a ser un varón, un pájaro, un pulpo gigante atorado en la garganta de un dios, otra mujer, una travesti, una vaca, un grupo de niños clonados. 

Los protagonistas de V no solo transitan los extremos del binario para situarse después en una tercera posibilidad o en un más allá del género, sino que además a veces son nombrados en singular y otras en plural. El nombre Verónica quiere decir “verdadera imagen”, “vera ícona”, la imagen que está en el origen, al menos la que está en el origen de este relato. En el segundo capítulo, Verónica sufre una parálisis tras un acceso de dolor muy intenso, que Mariana logra hacerle sentir al lector en carne propia, y éste es el punto de partida para que se produzca la transición del personaje hacia nuevas formas de existencia. Entonces tenemos la sensación de que la ficción comienza a enloquecer, a dispararse hacia lugares impensables, aunque la estructura narrativa no se abandona y la historia sigue, contra todo pronóstico, progresando. Las vidas de V -una especie de derrotero como el de Orlando, de Virginia Woolf, pero potenciado- no se suceden cronológicamente sino que Docampo logra que convivan en un mismo momento, en una misma instancia del relato. En V hay una excusa más que una línea argumental: una excusa para protestar contra el mundo de las definiciones, contra las percepciones autolimitantes, contra los modos narrativos reconocibles y tranquilizadores. Si historizar es construir poder (la historia la escriben la heteronorma que gana), en esta novela más que nunca la autora deshistoriza, desnarra. Entre los recursos para dislocar el relato, aquí no falta el humor cuando, por ejemplo, empiezan a proliferar diálogos babélicos en chino, en ruso, en árabe. Las extrañas tipografías obligan a bajar la vista a pie de página para encontrarnos con traducciones demenciales como ésta: “En este momento, tu avatar ganar. Debilitar los trillizos. Cuando muere gemelos malvados, bien triunfará. Balance equilibrado”. Como lo venía haciendo en sus libros anteriores, Mariana Docampo, que además es la bailarina tanguera creadora del Tango Queer en Buenos Aires, se encarga de deconstruir lo instituido, de desgranarlo, de tirar una molotov sobre las certezas del género en todo sentido, no solo en relación al binario hombre mujer, sino también a esa línea que fuerza la división de la literatura en géneros. ¿Es novela V, es poesía, es una hipótesis sobre los diferentes niveles de realidad, es filosofía? No sé. Pero sin duda con obras como V se abre una puerta hacia nuevos formatos imposibles de clasificar. 

V se presenta hoy a las 19 en la librería Mandrake, Rioja 1869, Rosario.