“Una taza no es un pecho”. Qué manera tan económica, tan efectiva y quizás tan hermosa de decir que la satisfacción no proviene de la alimentación, es decir que no es suficiente la satisfacción de la necesidad para la vida. Hay algo más que es el pecho como objeto libidinal y de amor. El creador de ese sintagma “Una taza no es un pecho” fue Juan Carlos Indart. Que a sus 80 años nos dejó el viernes 1 de marzo, hace pocos días. 

Fue uno de sus primeros escritos que abrió un camino de enseñanza. A finales de los años 70 y primeros de los 80 tuve la oportunidad de escucharlo en Rosario invitado por quienes en aquel momento promovían un psicoanálisis que comenzaba a llevar el signo de Lacan cuando la fundación de la EOL en los 90 en Buenos Aires estuvo allí al lado de Jacques-Alain Miller y hasta el final perteneció a la EOL a la que contribuyó de múltiples formas. 

Los últimos tres años desde el 2021, años de pandemia, asistí virtualmente al Seminario que dictaba en el marco de la EOL, al cual muchos asistíamos con gusto y sabiendo que seguro nos quedaba un resto de su enseñanza. Tuve oportunidad de intervenir en el Seminario con preguntas que siempre fueron respondidas con generosidad, recuerdo en especial una en que el comentario fue sobre La divina Comedia del Dante Alighieri a propósito del amor entre Paolo y Francesca, sufrientes del Infierno que el Dante visitaba guiado por el divino Virgilio.

Es innumerable la cantidad de recordatorios ante la pérdida de Juanqui que pueden hallarse en las redes, Instagram, Facebook y en otros medios, de quienes agradecidos escriben sus palabras de memoria. 

Volviendo sobre el título de esta nota, no impartió sólo conocimientos, en su enseñanza hubo algo más, un deseo de enseñanza, de transmisión que toca los cuerpos y que hace que un saber sea inolvidable, y que desde allí siga su camino.

 

*Psicoanalista. Coordinador de Psicología en Rosario/12.