“Doctora, vine por el chip, una amiga se lo puso y yo también quiero ponerme uno”, me dijo Celeste, de 16 años. Ella es una de las muchas adolescentes que circulan por las instituciones de salud pidiendo lo que se considera un fenómeno epidémico entre los insumos que tiene la canasta de métodos anticonceptivos del Programa de Salud Sexual y Procreación Responsable del Ministerio de Salud de la Nación. El implante subdérmico, más conocido por CHIP entre la población usuaria, es una varilla flexible que contiene etonogestrel (un progestágeno sintético) de liberación lenta y continúa. Su mecanismo de acción (anovulatorio y espesamiento del moco cervical) lo posiciona como un método seguro y eficaz para la prevención de embarazos no deseados.
Esta varilla, que tiene el tamaño de un fósforo se coloca en el brazo de la mujer, a nivel subdérmico, a través de un procedimiento sencillo y poco invasivo, luego de una consejería integral en métodos anticonceptivos. Después de su colocación requiere un mínimo seguimiento. El implante es uno de los métodos anticonceptivos reversibles de larga duración (LARC) que conjuntamente con el DIU-SIU proponen un cuidado autónomo y responsable independientemente de la adherencia al mismo. Es decir, que saltea el obstáculo de recordar cuando tomar la pastilla diaria anticonceptiva o la aplicación de la inyección mensual.
En Argentina el implante subdérmico está disponible desde el año 2013, en principio destinado a las adolescentes que ya tuvieron un evento obstétrico (parto, cesárea o aborto). Posteriormente los alcances se flexibilizaron haciendo foco específico en la población adolescente. ¿Por qué es tan importante su éxito? El embarazo adolescente en la Argentina es un tema de preocupación en la agenda de salud y política pública. De los 700 mil nacimientos al año, el 16 por ciento proviene de madres adolescentes. Esta cifra ha permanecido estable en los últimos 25 años, a pesar de los avances legales y el acceso universal a los diferentes métodos anticonceptivos que conquistó la Ley 25.673 de Salud Sexual y Procreación Responsable. Ya que más de dos tercios de los embarazos en la adolescencia son no planificados sumar el implante subdérmico a la oferta anticonceptiva es una apuesta a la innovación tecnológica en salud, al servicio de las usuarias, que mejora la accesibilidad a un método más seguro y eficaz.
Si bien el preservativos y los anticonceptivos orales continúan siendo los métodos más utilizados, el implante se ha convertido en una opción cada vez más popular y beneficiosa para aquellas jóvenes que se plantean la anticoncepción a largo plazo. Aunque el implante no ofrece ninguna protección contra el VIH y otras enfermedades de transmisión sexual por lo que es importante el uso del preservativo.
* Médica especialista en pediatría y en salud integral del adolescente del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.