Todas las concecuencias conocidas hasta ahora de las políticas adoptadas por la administración de Javier Milei, apuntan a una versión más intensa de un ajuste global de la economía, donde el principal objetivo es la desvalorización de los ingresos y de los activos que dan sustento material a la vida y a la economía de sectores variopintos, tales como jubilados empleados públicos, cooperativas, pequeñas y medianas empresas, sectores económicos cuyo espacio de acumulación es el mercado interno, gobiernos provinciales y municipales. Segmentos sociales cuyo denominador común es formar parte o compartir espacio económico aún con identidad o pertenencia divergente, con las instituciones del bloque popular. Lo que podría llamarse coloquialmente como revancha clasista.
Un elemento común a las cuatro experiencias neoliberales: la dictadura, el menemismo, el macrismo y la actual, es un inicio caracterizado por una desvalorización real de los ingresos de la población , mediante el aumento del ritmo inflacionario, para la población que recibe remuneraciones fijas y el ajuste de bienes y servicios de uso difundido como la energía y los servicios de salud y educación. De este modo, una transferencia de ingresos determinado, en principio, como el diferencial entre la variación real de la actividad económica y la caída de los ingresos.
En el caso de la actual administración, lo que sorprende es la celeridad y la intensidad de esta transferencia. Con el dato ya puesto de una caída de la actividad económica del 4,5 por ciento en diciembre y una baja presunta de lo percibido en torno del 15 por ciento, dado que todavía existen pocos elementos de cuantificación y muchas estimaciones en un contexto inflacionario del 25,5 por ciento en el mes citado puede hablarse de una transferencia del 10 por ciento de la riqueza generada, hasta ahora, cifra que se verá seguramente precisada y reflejada en los estudios de distribución de ingreso que se publicarán a lo largo del año.
Sin embargo, la intensidad no es el principal elemento sorpresivo. Lo verdaderamente desconcertante de esta cuarta versión del ajuste es que, al revés de los intentos anteriores, esta vez se ejecuta con tasas de interés negativas en vez de positivas, estas últimas en tanto dispositivo de captación del excedente obtenido con la puesta en marcha del plan de ajuste. Lo más probable, es que esta sea una forma de galvanizar una alianza con el resto de los sectores concentrados, que acumulan vía precios, dado que, no aparecen, en principio, como compañeros de ruta de un colectivo gubernamental muy débil.
El sector financiero, un acompañante de primera hora, también es beneficiario, en tanto, las tasas son positivas en dólares con un tipo de cambio estabilizado y con el aumento del mark up entre los tipos pasivos y activos. También, hay que decirlo, el tipo de cambio desvalorizado en un contexto de caída de ingresos, significa objetivamente, un aumento del excedente transferido, en tanto que sirve como complemento de los menores recursos de vida y de actividad de los sectores populares.
Otro de los elementos comunes a los ajustes neoliberales es la reducción del gasto reproductivo del sector público, es decir de aquellos conceptos de las erogaciones del estado nacional que impulsan la demanda efectiva y la competitividad sistémica de la economía y el peso creciente de los servicios de la deuda pública. A punto tal, que este último concepto tuvo un récord de incidencia presupuestaria en el mes de enero. También aquí la intensidad del ajuste sorprende. Pero es lógico. Las tres experiencias anteriores tuvieron disponible una capacidad de endeudamiento que hoy está ausente. Probablemente esta sea también una de las causas de la necesidad del excedente extra citado en el párrafo anterior.
Sin embargo, casi con seguridad, el recorte de gasto público con impacto directo en la actividad económica, traiga, al igual que en otras experiencias anteriores, un círculo vicioso recesivo que recorte los ingresos públicos y obligue a nuevos recortes de gasto que, en las otras experiencias, fue una suerte de descenso a los infiernos, elemento que, finalmente fue una de las causas preponderantes de los fracasos de dichos experimentos.
Fragilidad política
Así las cosas, la debilidad política de la alianza gobernante, su falta de historia, experiencia y cuadros políticos, sumado a la escasez de recursos financieros hace que esta cuarta experiencia neoliberal encuentre límites en un plazo más corto que el de los anteriores intentos. Ello explica la virulencia, la hiperactividad y el desdén por los mecanismos institucionales de un dispositivo gubernamental que es débil tanto en lo político como en lo económico.
A los elementos de fragilidad política citadas de este nuevo intento ¿hegemónico? del bloque dominante hay que sumarle dos elementos: hoy por hoy, no todas las fracciones del capital concentrado están agrupadas bajo el paraguas gubernamental y que, además, solo algunas empresas del llamado círculo rojo, ni siquiera sectores completos, participan de este intento, por lo cual no hay un connoto de liderazgo por parte de una fracción de hacerse cargo del interés general, como si lo hubo en otras experiencias anteriores. Por su parte, los segmentos del bloque popular que participan del consenso neoliberal, son gajos de este conglomerado que no tienen representación institucional alguna ni por tanto capacidad de incidencia en la lucha política.
A la debilidad económica de la falta de recursos financieros para suavizar el asalto a la base material de los sectores sobre los que se basa la representación del bloque popular, debe sumarse también una caída de los precios internacionales de la canasta de productos exportables argentinos y la recesión interna, cosa que debilita la formación de excedentes futuros. De ahí la práctica de propuestas desenfrenadas como los recortes a los sectores públicos provinciales, a punto de poner en cuestionamiento el funcionamiento federal del territorio o la concepción de ideas sin ningún tipo de asidero racional como la dolarización o la desesperada búsqueda de recursos a través de las privatizaciones.
Así las cosas, la sustentabilidad de la estrategia y su continuidad están seriamente puestas en cuestión. En este contexto, la supervivencia de la coalición gobernante se mantiene debido a la falta de conducción política del bloque popular seriamente erosionada por el fracaso en términos de gobernabilidad y construcción de hegemonía de la administración anterior. Esto es un juego de plazos a ver que ocurre primero. Si un cambio racional en la estrategia de acumulación política del gobierno actual o la constitución de una representación institucional distinta del bloque popular. En el mientras tanto, el sufrimiento y la posibilidad de estallido social se acrecientan día a día. Por uno u otro camino, lo mejor es un desenlace lo menos traumático posible.
* Economista.