El estreno en Rosario de Pibas Superpoderosas marca varias cuestiones, a propósito de la fecha en la que se inscribe. Ver cómo sus protagonistas, pibas que transitan su educación en la escuela pública, con posicionamientos claros, que no se conforman y buscan cómo accionar, provoca un sacudón bienvenido para estos días retrógrados. La película de Leonora Kievsky se proyecta hoy a las 20.30 en el Ciclo Foco Documental de El Cairo Cine Público (Santa Fe 1120), también con funciones previstas para los días 16 y 22 de marzo. “Formo parte de una generación que creo estuvo marcada, en la secundaria, por lo que fue la experiencia de pasar de la dictadura a la democracia. Yo lo viví en una escuela pública, cercana a la ciudad de Buenos Aires. Muchos años antes de empezar el documental, veía el movimiento estudiantil tan fuerte que había y me preguntaba qué puentes se podían construir entre las experiencias de distintas generaciones”, comenta Leonora Kievsky a Rosario/12.
“En un concurso que hubo, en 2018, presenté la idea de un documental, para grabar en el colegio Carlos Pellegrini. A partir de ahí me acerqué a la escuela. Como suele pasar en los documentales, las ideas se van transformando, y empecé a ver lo fuerte que eran las cuestiones que tenían que ver con el género, el feminismo, que atravesaba al movimiento de estudiantes. Y decidí, estando ahí con la cámara, acompañar eso y un poco reformular mis ideas en relación al documental y a sus protagonistas, Me centré en lo que estaba pasando en ese momento, a partir de tres protagonistas: Ana, la presidenta del centro de estudiantes, que se está haciendo preguntas por su identidad de género; Lore, que es una artista performática, que participa de la radio de los jóvenes; y Milena, que es concejera estudiantil e impulsa estos proyectos, para transformar la escuela. Tres modos de habitar la escuela, con compromiso de lo que está pasando ahí”, continúa la directora del documental, cuyo título surge del espacio que las mismas protagonistas crearon en la escuela, para visibilizar situaciones de abuso y machismo.
-A lo largo de la película, es notable corroborar cómo las acciones de las pibas fructifican y consiguen objetivos.
-Una de las cosas que a veces salen en las charlas de la película, y que fue una de mis motivaciones para hacerla, es la transformación colectiva que logran los jóvenes, cómo consiguen transformar cosas en su propia escuela, estando presentes, comprometiéndose con lo que pasa y con ese deseo de cambiar las cosas, de que es posible.
-A la vez, es un retrato de personas cuya edad da cuenta de la incertidumbre que les significa terminar una etapa de sus vidas.
-La película también trata de mostrar eso; yo digo que es una coming-of-age atravesada por el feminismo, con esas ganas de cambiar las cosas, de no conformarse; y al mismo tiempo con la intensidad de las preguntas que una se hace en esa etapa de la vida. Me interesaba capturarlo, y por eso me focalicé en ese momento, que es tan fuerte, en relación a dejar todo lo conocido, armar un proyecto de vida, y cuestionar un poco cómo son las cosas.
-¿Cómo se dio la confianza con ellas, además de la misma institución?
-Es una confianza que se fue dando de a poco. Nosotros empezamos a grabar en el 2018 y después volvimos, pasamos a ser una presencia bastante frecuente en la escuela, y a establecer un lazo de mucha confianza, con las alumnas y los alumnos, pero también con los profesores, que se abrieron a mostrar sus clases. Una cosa que ellas comentaban es que de alguna manera sentían que alguien se interesaba por lo que estaban haciendo, cuando a veces esto aparece desprestigiado desde afuera. Sentían una legitimación y reconocimiento, como una puerta de entrada; eso permitió un lazo de confianza muy lindo y valioso.
-¿Qué pasó cuando vieron la película?
-La primera vez que la vimos fue en el FIDBA, en septiembre del año pasado, con todas ellas que están mucho más grandes. Pasaron tres o cuatro años, que en la vida de una joven es un montón de tiempo, porque se sienten muy distintos. Ver la película les trajo un momento de sus vidas que valoraron mucho. Creo que eran bastante conscientes de que era un momento histórico muy particular el que quedó reflejado, pero a través de sus vidas. También, estuvieron presenten otros jóvenes del “Pelle”, que en ese momento eran más chiquitos, y decían sentir cómo habían cambiado las cosas después de la pandemia. Incluso profesores, que sentían como una época de oro, por decirlo de alguna manera, por la participación estudiantil, pero agregando que no había que tomar el pasado con nostalgia, sino que cada generación tenía que apropiarse de la escuela a su manera.
-¿Cómo te resultó el proceso de edición?
-Este es un documental de observación, en donde una acompaña durante mucho tiempo a los protagonistas e instituciones. El trabajo de edición y montaje, junto a Fernando Vega, fue laborioso y largo, requirió de paciencia, pero también fue muy hermoso. Uno va descubriendo las líneas principales de la película y, de alguna manera, durante el proceso participamos de varios laboratorios que nos fueron dando devoluciones. A la película queríamos contarla a través de estas tres historias; teníamos algo que iba a ayudar al desarrollo dramático, y tenía que ver con que estaban terminando el secundario. A esa hipótesis la pudimos sostener y nos ayudó a articular estas historias. La película busca un retrato muy próximo y cercano a sus vidas, y en un contexto particular, el del feminismo de nuestro país.