La problemática de género toma especial importancia en el actual contexto nacional, en el que el presidente niega públicamente las disparidades entre hombres y mujeres, violenta verbalmente a periodistas y cantantes mujeres y denosta a las minorías o disidencias con expresiones potentes y agresivas. “Las mujeres participan menos que los varones del mercado de trabajo y, cuando lo hacen, presentan mayores tasas de informalidad, perciben remuneraciones más bajas y están subrepresentadas en puestos de decisión”, resume uno de los tantos trabajos reseñados en conmemoración del Día Internacional de la Mujer por el Foro de Periodismo Argentino (Fopea).
A continuación se relevan las últimas estadísticas disponibles –que datan del tercer trimestre del 2023- con perspectiva de género, lo que representa un punto de partida para el nuevo Gobierno. A su vez, es interesante pensar cómo sus políticas dañan específicamente a las mujeres. En materia de gasto público, el Gobierno prorrogó el Presupuesto 2023 en un contexto de inflación muy elevada, lo cual constituyó la licuación de políticas que estaban etiquetadas como “Presupuesto con Perspectiva de Género” que contribuyen a reducir las desigualdades: “La ejecución de la Asignación Universal por Hijo (AUH) cayó 53 por ciento con respecto al año pasado, el Potenciar Trabajo se redujo un 70 por ciento y las políticas alimentarias se derrumbaron un 50 por ciento”, advierte un informe especial elaborado por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA).
El informe sigue: los puestos de trabajo en casas particulares se redujeron sensiblemente en los últimos meses y se trata de “un sector sumamente feminizado: el 96,7 por ciento son mujeres, y sus ingresos perdieron 30 puntos de poder adquisitivo en los últimos tres meses (valor de la hora versus inflación)”. Otra actividad feminizada es la docencia, con el 77 por ciento de mujeres en el personal, “y sufrieron un recorte de salarios con la eliminación del Fondo Nacional de Incentivo Docente, que representaba en promedio el 12 por ciento del sueldo”. Asimismo, “las jubilaciones mínimas, que cobran mayormente las mujeres -que en un 78 por ciento accedieron vía moratoria - sufrieron una pérdida del poder adquisitivo de 20 puntos en 3 meses”. Y “el 63 por ciento de quienes cobran el programa Potenciar Trabajo son mujeres, y el poder adquisitivo del mismo cayó prácticamente a la mitad a marzo de este año”, advierte el CEPA.
El Gobierno además desjerarquizó las políticas de género –cuya expresión máxima fue reducir el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad a una Subsecretaría-, prohibió el lenguaje inclusivo, se propuso cerrar el Inadi y emprendió un ataque sistemático contra el movimiento feminista. En este contexto, a continuación se relevan estadísticas estructurales sobre la desigualdad de género en el país.
En el trabajo
Acceder a un empleo y alcanzar niveles dignos de ingresos es una tarea difícil en Argentina hoy día y especialmente para las mujeres. Algunas estadísticas analizadas por el Observatorio de Género del CEPA permiten dimensionar esto. Las vinculadas al “mercado de trabajo” narran un relato que comienza con una tasa de actividad –es decir el porcentaje de las personas en edad de trabajar que están empleadas o buscando trabajo- que es mucho menor entre las mujeres (52,3 por ciento) que en los varones (70,7 por ciento), según cifras de EPH-Indec para el tercer trimestre de 2023 (última información disponible), y pese a encontrarse en niveles históricamente altos.
Por otro lado, la tasa de desempleo –que a fines del gobierno de Alberto Fernández se ubicó en un mínimo de 5,7 por ciento, solo comparable con el tercer trimestre de 2015- también es más elevada entre el universo femenino (6,3 versus 5,3 por ciento entre varones), aunque la brecha (de 1 punto porcentual) entre ambas se redujo respecto a 2022. El desempleo es un problema más acuciante entre la población joven: afecta al 12,7 de las mujeres y 11,9 por ciento de los hombres en edad de trabajar. El problema de la informalidad –que se acrecentó durante el último Gobierno excepto en el tercer trimestre de 2023- también daña más a las mujeres (la tasa de informalidad llegó al 37,4 por ciento) que a los varones (34,5).
Este combo se traduce en mayores privaciones respecto a los ingresos y además tiene una contrapartida en la desigual distribución de las tareas de cuidado. En el período analizado la brecha por ingresos personales entre varones y mujeres llegó al 26,4 por ciento, releva el CEPA en base a EPH-Indec. Esto incluye retribuciones salariales y haberes previsionales. En el segmento informal la brecha de género por ingresos fue de 24,8 versus 15,7 por ciento en la economía formal.
Asimismo, es curioso el resultado de una encuesta realizada a trabajadoras y trabajadores y especialistas en Recursos Humanos a fines de febrero de 2024 por la agencia Bumeran: encuentran que el 75 por ciento de los varones sostiene que no hay diferencia salarial entre hombres y mujeres, mientras el 56 por ciento de las mujeres advierte que su sueldo es menor. De modo que resulta gravosa también la percepción de las inequidades laborales por género que tienen los varones. No sólo es preciso modificar la estructura del mercado laboral sino concientizar a las personas sobre ellas. La encuesta también consultó respecto de los puestos de liderazgo y encontró que la mayoría de las personas (el 29 por ciento) dice que apenas el 10 por ciento de las mujeres ocupan cargos gerenciales o similares.
“La raíz de la desigualdad en el mercado de trabajo se encuentra en el hogar”, sostiene el informe del CEPA: las mujeres destinan 3 horas más por día al trabajo no remunerado que los varones. Esa distribución de las tareas de cuidado tiene un impacto directo sobre la posibilidad de insertarse (o no) en el mercado laboral. En aquellos hogares que tienen demandantes de cuidado esas brechas se profundizan, agrega el informe.
Impuestos y precios
“La feminización de la pobreza –es decir, la sobrerrepresentación de las mujeres en los estratos sociales de menores ingresos- tiene como contracara la masculinización de la riqueza”, advierten. Esto se traduce en la subrepresentación del universo femenino en el pago de impuestos progresivos: las mujeres son el 34,4 por ciento de quienes tributan Bienes Personales –de modo que los bienes de las mujeres en promedio valen menos que los de los varones- y son el 30,1 por ciento de quienes paga(ba)n Impuesto a las Ganancias, lo cual se vincula con la brecha de género por ingresos. Los datos surgen de AFIP para el ejercicio fiscal de 2021.
Analizados sectorialmente, los tres sectores con mayores tasas de feminización son el trabajo en casas particulares (96,7 por ciento), enseñanza (73,8 por ciento), servicios sociales y de salud (71,5 por ciento), que se caracterizan por sus bajos salarios. Esto advertía el trabajo “Empleo femenino y composición sectorial en Argentina” del CEP XXI, dependiente del entonces Ministerio de Desarrollo Social, en el año 2021.
Por otra parte, la consultora especializada en consumo minorista Focus Market, relevó el “impuesto rosa”, que no es en realidad un impuesto sino un precio dispar que pagan los productos y servicios dirigidos a mujeres en comparación con productos similares o idénticos destinados a hombres. Dicha diferencia fue del 11 por ciento en febrero de 2024, apenas un punto porcentual inferior a la registrada el año anterior y además se constató en una menor cantidad de bienes. Desde 2018, la consultora releva 14 productos pertenecientes a 7 categorías: esta vez el caso más notorio fue el de perfumes donde las diferencias de precio llegaron a un 20 por ciento.