Este jueves ocurrió un hecho inédito en la ciudad: un reclamo de taxistas por seguridad obligó a suspender el acto de apertura de sesiones del Concejo Municipal. El enojo por la muerte de dos trabajadores en 24 horas, con el mero fin de enviar un mensaje mafioso, es representativo del hastío social por la grave crisis de seguridad que atraviesa la ciudad. La situación finalmente acusó recibo del gobierno nacional, que este viernes activó un Comité de Crisis y anunció lo de siempre: el envío de fuerzas federales. Para el concejal de Ciudad Futura y ex candidato a intendente, Juan Monteverde, hay una “crisis de imaginación política” a la hora de dar respuestas en los distintos temas que afectan a la ciudad. En diálogo con Rosario/12, cuestionó al gobierno provincial por la “espectacularización” de las políticas de seguridad y consideró que no se puede salir de la crisis sin un pacto social que convoque a todas las fuerzas vivas de la ciudad. También apuntó contra el intendente Pablo Javkin a quien acusó de no tener excusas sobre la situación que se vive: “Ya no puede culpar a nadie, no puede decir que recién llega y además tiene a Nación y provincia alineadas como quería”.

-¿Qué lectura hacés respecto a la ola de violencia en la ciudad?

-Creo que hay que inscribir esto en los diez años que llevamos ya de la violencia en Rosario, donde se va agravando cada hecho que sucede y siempre se dice que esto tiene que ser un punto de inflexión, pero lamentablemente eso no llega nunca. Los hechos son cada vez más graves, siempre parece que llegamos al límite, y sin embargo nada cambia. Eso es lo que más me preocupa, porque la política nunca termina de reaccionar. El problema que tenemos en Rosario es netamente político, porque la política sigue actuando de la misma forma. El nudo que tenemos en Rosario es ese. Por eso en las elecciones del año pasado construimos un nuevo espacio político entre diferentes fuerzas, entendiendo que esto no lo va a resolver ni el mejor intendente, ni el mejor gobernador. Esto no lo resuelve solamente un partido. Pero se vuelve a repetir el mismo error: que los gobernantes piensan que ellos tienen la clave, en soledad, para resolver el problema.

-¿Creés que los hechos se relacionan con el endurecimiento de la política penitenciaria y las fotos que se difundieron?

-Hay un fenómeno que a mí me viene preocupando mucho que es cómo la política se vuelve cada vez más un simulacro donde se hacen las cosas para generar un efecto. Hay una lógica de montar una escena, hacer anuncios, cosas espectaculares, sabiendo que eso después no forma parte de ninguna estrategia. Lo que me preocupa de esa forma de hacer las cosas es que no solamente no soluciona los problemas, sino que los agrava. Creo que hay un error por parte del gobierno provincial en la espectacularización de todo eso. La política de seguridad tiene que ser seria e integral, no puede ser un espectáculo. Acá no hay un debate de garantismo versus uso de la fuerza: todos entendemos que el problema del narcotráfico tiene un nivel de gravedad tal que hay que usar las fuerzas represivas del Estado. Pero con eso solo no alcanza. Tiene que haber una estrategia que sea integral, concurrente, y multidimensional, generando a la vez políticas sociales, de urbanización, económicas y educativas, para recuperar el control de los territorios que hoy gobiernan las bandas criminales. 

-En campaña se hablaba de los beneficios de tener alineados el gobierno local, provincial y nacional en materia de seguridad. ¿Qué papel entendés que va a jugar Nación en todo esto?

-Pablo Javkin le debe una explicación a todos los rosarinos. En campaña dijo que él no había podido hacer nada de todas sus ideas maravillosas porque no tenía un gobierno provincial y un gobierno nacional aliados. Hoy tiene al gobierno provincial que él quería y su candidata a presidenta ahora es la Ministra de Seguridad. El propio intendente dijo que a Patricia Bullrich no hay que explicarle nada de la situación, pero en estos casi cien días de gobierno, Bullrich actuó igual que todo el resto de los gobiernos nacionales anteriores. Yo creo que ahí el intendente le debe una disculpa a la sociedad por eso. Pero además, el gobierno municipal está ausente en todos los temas que hacen a la ciudad. Prácticamente estamos viviendo en una ciudad sin intendente y eso agrava todos los problemas que tenemos.

-Estuviste a muy pocos votos de ser intendente. ¿Cómo hubieses actuado ante esta situación?

-Durante toda la campaña discutí con el intendente y le dije que el problema de Rosario no era si tenía alineada a la Nación o a la provincia, sino que había una crisis de imaginación política. Hay una generación política que ya no tiene nada para aportar, que ya no tiene ideas, que repite viejas fórmulas. Hay una forma de hacer las cosas que está agotada en la Argentina. Producto de eso es que tenemos un presidente como el que tenemos. Un gobierno diferente lo que tiene que hacer es, ante cada crisis, ver la oportunidad de cómo cambiar el paradigma de las respuestas que enfrenta. En el caso de la seguridad creo que no hay salida si no es con un gran acuerdo social, que es lo contrario a lo que están haciendo tanto el intendente como el gobernador, que cada vez gobiernan más solos, con más soberbia y con más desapego con lo que sucede en las calles. Yo no creo en ninguna estrategia que no sea a largo plazo, integral y que tenga un nivel de acuerdo político importante. Obviamente que, de los tres niveles del Estado, el que ya no tiene más crédito es Javkin porque no asumió hace 90 días, sino que lleva cuatro años. 

-Cuando balearon el Concejo todos los partidos políticos compartieron una foto enviando un mismo mensaje. ¿Ves posible hoy un llamado a un acuerdo por la paz entre los distintos espacios?

- La situación es tan crítica que ya ni siquiera se convoca a una foto que todos sabemos que va a terminar en la nada. Nosotros decimos que cuenten con nosotros, pero siempre que haya voluntad para actuar. Desde el Concejo hemos construido herramientas para que el intendente pueda bordar de forma seria la seguridad, como son la Agencia Antilavados y la Empresa de Desarrollo Urbano. Son dos herramientas concretas para atacar por arriba y por abajo a la violencia y el narcotráfico. Pero el intendente no las usa. La Empresa de Desarrollo Urbano nunca se reglamentó y la Agencia Antilavados evidentemente no tiene la voluntad de llevarla adelante. Rosario no aguanta más simulacros, porque así pasa lo del jueves en el Concejo, donde no se pudo hacer la apertura de sesiones por un conflicto social con los taxistas enardecidos, con razón, reclamando que se vayan todos. En algún punto la gente va a decirle basta a esto.

-Hace unos años en una sesión dijiste que algún día la gente iba a aparecer con un bidón de nafta en el Concejo y que te iban a encontrar del lado de la gente. ¿Crees que se está cada vez más cerca eso?

 

-Tienen puntos de contacto porque son esos momentos de disociación. En aquella sesión lo que pasaba era una devaluación enorme, una incertidumbre gigante de la gente, y adentro los concejales estaban como si nada. Creo que esa idea de que si la política no da respuesta la gente se la lleva puesta hoy está más vigente que nunca. Milei es parte de esa lógica y termina siendo un bidón de nafta sobre la política. Pero hay que saber que nada bueno viene después de eso. Durante todo este tiempo, lo que venimos diciendo es que hay que seguir insistiendo, denunciando esa realidad paralela entre la que vive la política y lo que pasa en la calle. Ahora tenemos un elemento nuevo que es la violencia. Creo que aquello que dije en ese momento hay que darlo pero de una forma inversa, que es desescalando la violencia. Porque como desde arriba están incitando a que nos matemos entre nosotros en una guerra de pobres contra pobres, creo que desde la política lo que tenemos que hacer es agudizar la crítica y desescalar la violencia. Ese sería el mensaje. Pero la crisis de representación política sigue ahí, está latente. No se resuelve con Milei presidente, ni cuando Milei se vaya, porque lo que está en crisis son los instrumentos que tenemos para transformar la realidad.