La pregunta clave es cuáles serían el esquema y fórmula de poder capaces de sobrevivir —y conducir— al éxito o fracaso de Milei. Sobre esto coinciden colegas y analistas de la propia derecha.
Los datos, indicaciones y denuncias respecto de la perversidad del Gobierno son imprescindibles, así como insuficientes si ese fuera el solo recurso para enfrentarlo. El grueso de quienes habitamos el palo que se le opone nos sentimos, casi con toda seguridad, en medio de una catarsis que sigue dando vueltas alrededor del asombro y la indignación. Pero la puerta de salida queda lejos. Nos consolamos, pero no nos potenciamos porque carecemos de referencias opositoras válidas, creíbles, energizantes.
La impactante movilización feminista del viernes puede medirse a la par del 24 de enero. Invita a estimularse con que sigue habiendo reservas bien grandes para profundizar la resistencia. El salto que se requiere desde esas muestras a construir una opción es igual de enorme.
Por “éxito” de Milei se entiende que esta experiencia inédita logrará atravesar la recesión descomunal. En la semana se juntaron números indesmentibles sobre la caída de cuanto indicador económico quiera chequearse.
Salarios e ingresos derruidos de las grandes mayorías, en esa hipótesis de la consagración mileísta y aun cuando se crucen límites de gente hambreada junto a una clase media que se desploma, son tolerados porque “la recesión es con ilusión”.
Milei llega así hasta mitad de año, como presagian los economistas que le son afines, porque será entonces cuando terminen de acomodarse los números de “la macro”. Habrán entrado los dichosos dólares de la cosecha, siempre que “el campo” se digne a liquidarlos; la inflación se consolidará a la baja, y la sociedad sentirá que el esfuerzo valió la pena.
Mientras tanto, claro, se requerirá que un conjunto de los gobernadores admita su síndrome de Estocolmo. Que en el Congreso les rindan obediencia debida sus diputados y senadores. Que ningún sector relevante, o acumulación de ellos, le prenda fuego a la mecha corta. Que llegado el caso de que eso suceda alcance con la represión. Que esa represión no potencie rebeldías ampliadas. Que, conseguido el objetivo, Milei estabilice el apoyo de las corpos locales y extranjeras como líder político de la “nueva” derecha. Sería al estilo del menemato, pero ya no con la estructura del PJ detrás sino a través de, por caso, una liga de gobernadores de las provincias más ricas.
Se prolongaría de esa forma otro estadio fantasioso de economía pujante o “salvada”, impulsada por un Fondo Monetario que no lo ahorca a favor de estabilización monetaria, exportaciones primarizadas y viento de cola en energía, minería, economía del conocimiento, su ruta.
Los conatos de violencia social, incluyendo la preponderancia del narcotráfico si encima dolarizan de facto, serán controlados porque “el pueblo” admitirá vivir bajo una exclusión social desconocida. Aquello de Argentina convertida en otro país latinoamericano de Estado fallido, no importa si con alguna crisis política a cada rato, o cada tanto, o ninguna. Pero sin afectación del modelo económico. A lo Perú o Ecuador. O, preferentemente, Paraguay. Y el éxtasis sería a la chilena.
Nada que el Fondo, justamente, no venga insistiéndole a Milei. El FMI y cuanto factor de poder se recorra, tal como se señala en los house organ de la prensa internacional. The Economist, el Wall Street Journal y siguen firmas que incluyen la de ¡Domingo Cavallo!, previniendo acerca de salarios y jubilaciones que no pueden seguir así, más la necesidad de que los actores concentrados de la economía paren un poco su festín.
Los negocios marcharían de maravillas y es muy atractivo que se pruebe el anarco-capitalismo en un país periférico de tamaño mediano, con una influencia regional y cultural que no es moco de pavo. Todo bien, pero demostrame que podés sostenerte en la conducción política de semejante experimento.
Como dijo el numen Mauricio Macri en Rosario, en público, en una reunión de esa Fundación Libertad que nuclea a lo más rancio o potente del ultraconservadurismo: este Gobierno es Milei, la hermana y las redes sociales. En términos ejecutivos, no hay prácticamente nada que no sea sólo eso. De paso, Macri ninguneó a su Toto Caputo, a su Sturzenegger y a todos los fracasados (pónganle comillas, si lo desean) que formaron parte de su gestión.
Este es un “verdadero outsider”, dijo Macri como remate de que Milei no es Trump, “que tenía (y tiene) al Partido Republicano”. Ni Bolsonaro, “que tenía al Ejército atrás”.
Como quien no quiere la cosa, siguió de largo respecto de que Lula logró volver y vencer a esa suerte de analfabeto fascistoide. Le ganó por un pelo, pero ahora “domó” a la burguesía paulista y al “centrao” de esos legisladores brasileños que simplemente se alquilan. Y Brasil está mejor, en términos de estabilización sin crisis política, más que Bolsonaro —todavía con fuerte inserción popular— ya ni siquiera podría presentarse a elecciones porque el Poder Judicial también le soltó la mano.
No hacemos analogías, pero por las dudas vale citarlas sabiendo que el liderazgo de Lula es excluyente. Por acá no tenemos ni para empezar a hablar de algo o alguien como eso. Pero, bien que sólo de mientras, lo que consiguió Lula es precisamente una fórmula de poder apta para sustituir con eficacia al loco. Hablamos de política y no de diagnósticos psiquiátricos, por supuesto.
Por aquí es donde podría entrar la segunda hipótesis, que es el fracaso de Milei.
A los hermanos, a su ejército de trolls que operan abiertamente desde Casa Rosada y a sus perros falderos de medios tradicionales —necesario aclararlo porque es incierto el destino de los clonados— no les alcanzaría para la dirección política.
Algunos gobernadores no se comen la curva, quizá con la restitución de Ganancias a la cabeza. O el Congreso se resiste. O empiezan a aparecer, como en los noventa, focos ígneos territoriales. O el fósforo se prende desde lo que hoy es imprevisible.
¿La comunidad universitaria? ¿La clase media porteña que no resistiría más saqueos? ¿El desempleo creciente? ¿Algún otro disparador del tipo de un Presidente que en un colegio habla de cuánto mide la del burro, mientras se le desmayan dos estudiantes? ¿Un símil de lo que fue la Carpa Banca de los maestros? ¿Una representación efectiva contra los haberes destruidos de los jubilados? Vaya uno a saber.
Al cabo de cualquiera u otras de esas situaciones, el interrogante es quienes están preparándose para que lo alterativo pudiera ser alternativo.
Esto es, para insistir, ¿qué fórmula de poder real, institucional, efectiva, estarían trazando, comandados por cuáles figuras, quienes tendrán la responsabilidad de sustituir al fracaso de Milei?
Es una pregunta que no pierde de vista la siguiente observación, también reiterada.
Entre aquellos que sentimos asistir a un escenario alucinógeno, indescriptible, improbable de asimilar, reina el apuro.
Ya queremos que “la gente” gane la calle. Ya necesitamos reacciones concretas y organizadas. Ya nos urge algún mariscal que tome el bastón. Mucho cuidado con esto último, ya que estamos, porque todo está corrido a la derecha. Da muy buen rating y rebote en las redes, sin ir más lejos, el espectacularismo reaccionario de ciertos sujetos que le tiran el “peronómetro” a kirchnerismo y progresismo, como si se tratara de que no haya sido con esas banderas cuando los argentinos la pasamos mejor.
No busquen marcaciones editoriales dirigidas por “proyecto” alguno. Estamos en la épica de la agresión. Vivimos en un capítulo de Los Simpsons, como posteó Natalia Volosin. Y la crueldad está de moda, como dijo Martín Kohan.
Lo único que falta es que a la derecha se le conteste con más derecha reaccionaria todavía.