En el 2020 comenzaron a circular fotos de libertarios argentinos con una remera con las siglas del movimiento LGBT. La diferencia estaba en la aclaración de las siglas: Liberty, Guns, Bolsonaro, Trump. Lo que eran derechos sexuales e identitarios pasaban a ser reclamos por las armas y la libertad. Y esa batalla cultural recién asomaba en los debates de las redes sociales. ¿Por qué se usaban palabras en inglés para manifestarse? Quizás se trataba de un pequeño indicio del lenguaje; los libertarios militaban con las ideas trumpistas. En el presente el mismo presidente de la nación publica fotos con su rostro en la estatua de la libertad ¿Qué impacto tiene a nivel nacional que la principal fuerza del Estado tenga sus bases ideológicas extranjerizadas? ¿Está sucediendo una dolarización cultural?
Luego de habitar diferentes territorios, desde el conurbano a la Patagonia, Nahuel Michanski decidió librar batalla en las redes sociales. Doctorando filosofía política, se encarga de investigar y divulgar autores e ideas que traspasan la historia. Según Michanski asistimos a un tiempo donde "las sociedades de hoy ya no funcionan con la razón. No se trata de persuadir, la filosofía históricamente tuvo que ver con una apuesta por la persuasión del contrincante. Sócrates discutía y siempre la apuesta era por la retórica. Hoy la construcción de opinión pública y del consenso se maneja mediante posturas que no son racionales, sino afectivas e inconscientes, entonces ya no se trata de tener el mejor contra-argumento, porque en el fondo ya nadie escucha a nadie; quizás se trate de organizar a los propios".
Trasladando el concepto de Zygmunt Bauman de su texto La modernidad líquida, ¿estaremos presenciando una patria liquida? "No creo que haya cambiado el concepto de patria o soberanía, lo que cambia es la manera en que es interpretado por la sociedad de acuerdo a un contexto económico. Diría que el concepto de patria es un concepto ético filosófico y el concepto de soberanía es un concepto político", aclara Nahuel.
Para el filósofo el origen de las palabras tiene su anclaje en la actualidad: "patria viene del pater familia del cual se derivan luego, por ejemplo, el padre del Estado y la tierra paterna como el origen del lugar de la verdad; entendiendo que la verdad de un pueblo reside en sus tierras". En cuanto a la soberanía, "es un concepto más político, no es una palabra relativamente moderna como patria. Soberanía refiere a la capacidad de un pueblo de darse una ley a sí mismo, es decir, de ser independiente de otros pueblos. La autarquía sí aparece en Aristóteles. No se es soberano sino se es económicamente soberano. Por eso distingo soberanía de patria. Estamos migrando de la soberanía estatal a la soberanía de los mercados".
Elon Musk felicitando a Javier Milei en su propia red social X y Trump mencionando por primera vez a la Argentina en su discurso en la Cumbre Conservadora, ilustran el panorama del apoyo globalizado. ¿Qué significa que el respaldo político no esté dado solo por un Estado sino por un CEO? "La soberanía está puesta ahora en el lado de los mercados y las corporaciones transnacionales, es decir que la autonomía y autarquía cambiaron de dueño. Ahora los internacionalmente soberanos no solo son las potencias como China o Rusia, sino empresas como Black Rock. Ni siquiera son empresas sino individuos que se convierten en soberanos. Estamos viviendo una traducción de lo soberano a otra escala, no una erradicación de la soberanía. Me parece que hay un problema de diagnóstico en cuanto a esto", problematiza Nahuel.
Argentina extrajo en 2023 alrededor de 33 mil toneladas de litio carbonatado, siendo el cuarto productor mundial luego de Australia, Chile y China. La diferencia recae en los beneficios de la explotación para el país y para las empresas extranjeras. ¿Cómo se recupera la soberanía? En palabras de Michalski, "se trata de un proceso de tres capas: una capa institucional, que es el Estado y sus mecanismos, otra económica y una cultural. El Estado es, en última instancia, la única coraza que evita los procesos de la licuación a la que conducen los procesos globales. No lo digo yo, es Zygmunt Bauman en Modernidad líquida: el globalismo va comiendo Estados para justamente exponer lo que está detrás, el territorio y su población. Por eso no se puede pensar la repatriación de la soberanía sin un Estado protector".
En cuanto a la economía, el filósofo encuentra un correlato directo con los recursos naturales territoriales y con el desarrollo de la industria, "ya sabemos que al menos en el caso de Argentina los sectores agrarios no son productivos en el sentido industrial del término. Siempre fueron exportadores, con lo cual vos no generas ninguna manufactura y no generas trabajo, solo extraes materia y la exportas. Se puede volver a un modelo industrial que conviva con el modelo agrario. Hoy los países soberanos son aquellos que se disputan el mercado internacional, los que venden las vacunas, los autos que hacen otros países, etc. Mientras que vos sigas dependiendo de un mercado de servicios y especulación, no hay ninguna soberanía, porque no tenés la espalda industrial que necesitas, aunque sea para poder negociar con tu propia burguesía".
Cómo hacer cosas con palabras se titula el libro del filósofo del lenguaje J.L. Austin, y aquí es donde entramos en la última capa de la patria: la cultural. "Ninguna sujeción o batalla económica de un pueblo sobre otro tiene lugar si no hay primero una batalla cultural, una lucha por el sentido común. Para lograr una industria fuerte en un país, tenés que tener un pueblo con conciencia nacional. Si un pueblo sigue diciendo que lo europeo es mejor, no podes tener competencia internacional. Tu consumidor va a ir a comprar afuera y no acá, perdés el consumo interno. Es por esto que lo cultural, lo económico y lo político van permanentemente de la mano, y me parece que hoy es la única manera de restituir una patria soberana, si es que es posible todavía", concluye con una risa entre desesperanzada y atenta.