La prometida reforma tributaria del presidente Donald Trump obtuvo ayer su primera victoria luego de que la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobara por estrecho margen el presupuesto 2018. Se trata de un paso importante para la política fiscal del magnate neoyorkino, que se anotó su primera gran victoria legislativa. La reforma apunta a implementar una gigantesca reducción de los impuestos de alrededor de 1,500 millones de dólares.”¡Gran noticia, el presupuesto acaba de pasar!”, escribió en Twitter el mandatario tras la votación, en la que, pese a las divisiones entre los republicanos, la partida para el próximo año, de 4 billones de dólares, fue aprobada con 216 votos a favor y 212 en contra. “No subestimen la unidad republicana”, había advertido un rato antes el líder republicano en la misma red social. La importancia del proyecto reside en que incluye una enmienda que habilita al Senado a aprobar la futura reforma fiscal con una mayoría simple de 51 votos, en lugar de los habituales 60 que se requieren.
De este modo, eso ayudará a los republicanos, con una mayoría de 52 escaños en el Senado, a sortear la oposición demócrata para sacar adelante su plan impositivo, aunque tampoco está garantizado que lo logren como ya se demostró en sus esfuerzos fallidos por derogar la ley de salud. La división entre los republicanos quedó plasmada en una votación en la que 20 diputados se pronunciaron en contra de la medida presupuestaria, varios de ellos representantes de estados con altos impuestos en los que muchos de sus votantes se verían perjudicados por una disposición de la reforma fiscal que eliminaría la deducción por los pagos de impuestos estatales y locales.
Los demócratas, que rechazaron el presupuesto en ambas cámaras, afirman que la reforma fiscal que quiere aprobar Trump es un regalo para los ricos y las corporaciones y que si se aprueba hará crecer el déficit federal. “Aquí mismo, ante nuestros ojos, en esta Cámara, los republicanos están reemplazando las grandes escalas estadounidenses de oportunidades con la cuchara de plata de la plutocracia y la aristocracia. Su agenda aumenta los impuestos a la clase media. Ese es el hecho “, afirmó durante el debate la líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.
Del otro lado, el representante republicano por Illinois Peter Roskam, se quejó de la discusión en torno a la reforma tributaria y señaló que es un asunto irritante.
“La reforma fiscal no significa simplemente redistribución de la obligación tributaria de una parte del país a otra, sino que significa una desgravación fiscal para todos”, defendió Roskam. La división de ayer anticipa algunas de las batallas que enfrentarán los republicanos a medida que sigan intentando avanzar con los recortes para los sectores más populares. Anteayer, Trump y el representante por Texas Kevin Brady reabrieron el debate sobre la posibilidad de reducir un popular programa de ahorro para la jubilación que se realiza a través de impuestos diferidos, un plan que desde hace más de 40 años ayuda a millones de estadounidenses a acceder a una jubilación.
Tras el fracaso en sustituir la ley de cobertura médica del anterior presidente Barack Obama, el presidente de Estados Unidos presentó a fines de septiembre un ambicioso plan que supondría la mayor reforma fiscal del país en décadas y recortaría los impuestos a las empresas y a muchos estadounidenses, pero que enfrenta la oposición de los demócratas, quienes creen que el proyecto beneficia a los más ricos. Deseoso de lograr un triunfo legislativo cuanto antes, Trump anunció en ese momento un plan con el que pretende simplificar y hacer más justo el código fiscal estadounidense y acelerar el crecimiento económico del país, al rebajar del 35 al 20 por ciento la tasa impositiva para las empresas.
“Este es un cambio revolucionario, y los mayores ganadores serán los trabajadores de clase media, porque los empleos volverán a nuestro país, las compañías empezarán a competir por los trabajadores estadounidenses, y los salarios seguirán creciendo”, dijo Trump en un discurso en Indianápolis, Indiana.
El plan, divulgado conjuntamente por la Casa Blanca y líderes republicanos del Congreso, simplificaría las categorías de pago de impuestos de la renta individual, al reducirlas de las siete actuales a tres: del 12 por ciento, del 25 por ciento y del 35 por ciento. Las nuevas cifras suponen reducir el tipo máximo, actualmente del 39 por ciento, y elevar levemente el mínimo, del 10 por ciento. La propuesta también eliminaría el impuesto de sucesiones, elevaría las deducciones fiscales para las familias con hijos y crearía una nueva para adultos dependientes, como personas mayores o enfermos. “Haremos todo lo posible para reducir la carga impositiva para ustedes y sus familias”, aseguró Trump a los estadounidenses.
Según el Tax Policy Center, el 1 por ciento de los hogares más ricos experimentaría un aumento de 8,5 por ciento de sus ingresos netos en 2018, mientras que el beneficio sería mucho más limitado –entre 0,5 y 1,2 por ciento– para el 95 por ciento de los hogares de menores ingresos. Chuck Schumer, jefe de la oposición demócrata en el Senado, denunció que la reforma reduciría los dispositivos médicos Medicaid y Medicare y haría que el déficit presupuestario explote.