-Hola, aquí Stanley, ¿puedes hablar?


Así, más o menos, comenzaba cada conversación. Otras veces era, apenas, más amigable: “Hola Freddie, aquí Stanley,”. Durante tres años, entre 1994 y 1996, el guionista Frederic Raphael conversó con Stanley Kubrick (26 de julio de 1928 - 7 de marzo de 1999), de forma casi ininterrumpida.

Sus charlas con uno de los cineastas más innovadores de todo los tiempos dieron como resultado, además del guión de Ojos bien cerrados (última película del director) las memorias Aquí Kubrick. Un libro de menos de doscientas páginas que, si bien no es nuevo, sigue planteando preguntas fundamentales para comprender (un poco más) al irrepetible director.

Kubrick murió a los 70 años- Hoy hubiese cumplido 96 años. Apenas unos meses después de muerte se estrenaba su opus final. Y la incógnita persiste: ¿cómo pensaba el genio que revolucionó el cine industrial y masivo sin perder independencia? ¿Cómo es posible que un director lograra un estilo autoral tan reconocible, mainstream y, sin embargo, adulto? El libro da algunas claves.

Kubrick dejó una filmografía a base de obras notablemente disímiles. Su absoluta falta de prejuicios para casi cualquier tema sorprende: desde colaborar con un escritor pulp como Jim Thompson (guionista de Casta de malditos y Espartaco), abordar la ciencia ficción (2001 y La naranja mecánica), la comedia negra (Dr. Insólito…), adaptar best-sellers (El resplandor, de Stephen King), sumergirse en el cine bélico o la literatura del siglo 19 (Barry Lyndon). El tablero de Kubrick estaba dispuesto a cubrir todas las piezas.

Kubrick vs Raphael: apertura

En el documental Kubrick by Kubrick, cuando el periodista Michel Ciment intenta reducir La naranja mecánica al tema de la "violencia" (temas "profundos", si los hay) el director, con voz bajita pero sin dudar, le aclara: "Digamos que trata de estructuras sociales futuras". Jaque Kubrick. Considerando que solía tomarse un promedio de al menos cuatro años entre una película y otra, tiene sentido que los periodistas fracasaran en sacarle respuestas breves de cinco minutos para esclarecer su cine. 

Mezcla de diario íntimo, memorias y biografía, en Aquí Kubrick, Frederic Raphael volcó sus encuentros en la mansión Kubrick (el director le mandaba un auto con chofer y evitaba decirle la dirección), las llamadas de más de cinco horas y hasta los envíos de faxes, durante todo el proceso de escritura del guión de Ojos bien cerrados.

Y además ocurrió otra cosa que ningún entrevistador logró (a excepción tal vez del libro Kubrick, de Michael Herr): una partida de ajedrez entre dos mentes notables —Raphael escribió guiones para John Schlesinger, Stanley Donen y Peter Bogdanovich— en medio de la discusión sobre la novela de Arthur Schnitzler en la que se basaría la película . 

Stanley Kubrick

Hola, aquí Stanley, ¿puedes hablar?

Si hay algo en común en el cine de Kubrick, tiene más que ver con su perfeccionismo en el estilo en materia visual  y la exploración de la dominación como temática (ya sea en términos de dinero, clase social, sexualidad, tecnología o guerra). 

Sin embargo, apenas se pueden encontrar patrones para estas conversaciones sin límite: el cine de Woody Allen, Tarantino o Kieślowski. El antisemitismo, Napoleón, Julio César o Kirk Douglas. La representación del holocausto en el cine o la Inteligencia Artificial. Kubrick, desinteresado en tomar “obras maestras” para llevar al cine, (prefiriendo más bien lo contrario: convertir una novela policial o de terror en obra maestra) jugaba en el tablero cinematográfico con una curiosidad total. 

Kubrick fue jugador profesional de ajedrez hasta que, aproximadamente, cambió esta afición por la fotografía. Raphael, al describir sus conversaciones, las llama "partidas de ajedrez". Podían empezar con una duda sobre el guión y un llamado a la una de la madrugada. Así eran las reglas de ajedrez del director de Espartaco, siempre precedidas por un característico "Hola, aquí Stanley, ¿puedes hablar?" 

"Casta de malditos", película que sobrevuela en "Dark Knight" de C. Nolan

El genio de Kubrick no sacrificaba ninguna pieza

Uno ataca y el otro avanza. En el intercambio y avance entre Kubrick y Raphael devela el juego y la mente kubrickiana. Vale la pena repasar algunos momentos del libro mientras el guionista sufría las correcciones, evasivas o dudas del cineasta. Ya fuera si la película debía estar interpretada por Harrison Ford, tener o no voz en off, o un protagonista marcadamente judío. 

Diálogos ajedrecísticos

Stanley Kubrick: La guerra de las Galias, de César. ¿Qué te parece? ¿La has leído?

Frederic Raphael.: Stanley, la leí en latín cuando tenía nueve años. Miento. Tal vez tuviera diez. Puede que once cuando la terminé de leer….

S.K.: Bueno, ¿y qué te parece? ¿Da para una película?

F.R.: ¿La guerra de las Galias? Eisenstein creyó que podía hacerse una película con El Capital, de Marx... Muy cara. Sobre todo levantar aquel puente sobre el Rin.

S.K. : Te acuerdas de la escena entre César y Vercingetórix. Ahí hay una escena muy buena. Con un diálogo muy bueno. No tendríamos que cambiar nada. Es una escena atrevida. Un personaje bastante curioso ese Julio, ¿no?

Antisemitismo y holocausto

Kubrick le pregunta de qué hablan los personajes en cierta escena de Ojos bien abiertos.

F.R.: No lo sé. ¿De qué te gustaría que estuvieran hablando? Son un par de médicos, ¿no? Pues ¿de qué hablan los médicos? De golf, de la Bolsa, de una enfermera...

S.K.: Un par de gentiles ¿no?

F.R.: Es lo que tú querías.

S.K.: Y un par de judíos como nosotros, Freddie ¿qué saben de lo que habla esa gente cuando están solos?

F.R.: Vamos Stanley, ¡esa gente! Claro que los has oído hablar. Hablan de las mismas cosas que nosotros, ¿no te parece? O sea, los habrás oído, seguro: en la mesa de al lado en un restaurante, sentados delante de ti en el teatro o en cualquier otro sitio. Yo los he oído y…

S.K.: Quizás, pero voy a decirte una cosa: siempre se dan cuenta de que eres judìo si estás allí.

F.R.: ¿Sabes qué, Stanley? Estás tan paranoico que hace que me sienta una persona completamente normal. No lo dirás en serio, ¿verdad?

S. K.: El Holocausto, como tema para una película. ¿puede hacerse?

F.R.: Ya se ha hecho varias veces. Noche y niebla, La pasajera, de Munk

S.K.: ¿Alguna cosa más?

F.R. (perfectamente consciente de adónde quiere ir a parar): Bueno, está La lista de Schindler, ¿no?

S.K.: ¿A ti te parece que habla del Holocausto?

F.R.: ¿Ah, no? ¿De qué si no?

S.K.: Del éxito, ¿no crees? El Holocausto trata de seis millones de personas asesinadas. La lista de Schindler trata de seiscientas personas que no lo fueron. ¿Alguna otra?

"Aquí Kubrick" las conversaciones con el director que escribió el guionista

Intercambio cinéfilo: Quentin Tarantino y "Reservoir dogs"

S.K.: ¿Has visto Pulp Fiction?

F.R.: Sí. Me gustó mucho. ¿Y a ti?

S.K.: Creo que debemos tenerla en cuenta.

F.R.: ¿Cómo lo hacemos? ¿Que digan “fuck” todo el tiempo?

S.K.: Por la manera de explicar la historia.

F.R.: Me gustó, pero nuestra historia no necesita un bucle como ese, ¿no?

S.K.: El ritmo. Ten en cuenta el ritmo...

Sobre Woody Allen y Kieślowski

S.K.: ¿Ya has visto la nueva película de Woody Allen?

F.R.: ¿Maridos y mujeres? Sí. Me gustó. Excepto por la bilis del principio. ¿Y a ti?

S.K.: Es una película bastante buena. ¿Te has fijado en una cosa?

F.R.: ¿Qué cosa?

S.K.: El tamaño del apartamento donde viven. Se supone que el tipo es una especie de intelectual o editor literario y vive en un piso enorme. No cometamos el mismo error.

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S.K.: ¿Qué te ha parecido el Decálogo de Kieślowski?

F.R.: (mintiendo) Asombroso.

S.K.: Yo te diré lo que es asombroso, que hizo las diez en un año. 

Sobre escribir un guión

No me gustan los guiones que solo incluyen diálogos y acotaciones … quiero saber hasta cómo huele cada personaje, no lo escribas como guión. Escríbelo como novela. No puedo ir de escena en escena sin tener siquiera idea de lo que es importante, o de cómo encajan las escenas entre sí. Shakespeare no escribió «ser» y después se aseguró de que al director le gustaba antes de seguir escribiendo el «o no ser» (Stanley Kubrick)

Kubrick me volvió a demostrar que una vez a solas con la primera página en blanco lo importante es rellenarla. Rápido. Lo más probable es que termine desapareciendo o que sea modificada. Intentar que sea definitiva antes de saber cómo sigue el resto es un peligro, una actitud neurótica que puede acabar sustituyendo invención por ansiedad (Raphael Frederick)

Kubrick y Chat GPT 

Tal vez no sea caprichoso que una voz, distinta a la de Kubrick, haya intentado desentrañar a un cineasta tan fascinante. Después de todo, el cine de Kubrick es un cine también "de voces". La voz en off policial y de la ley en Casta de malditos. La voz pausada que narra las aventuras de Redmond Barry en Barry Lyndon. La voz fría y letal de Hal 9001 en 2001. Dicción perfecta, metálica y pausada de la primera rebelión de las máquinas ("Lo siento, Dave, no puedo hacer eso"), que hoy podría considerarse la antesala de nuestras frustraciones con Chat GPT... o sus alucinaciones.

El cine de Stanley Kubrick está vivo. Sigue resonando. Se percibe en los planos simétricos de Wes Anderson, que parecen extraídos de El Resplandor. En parte del trabajo de Christopher Nolan (los payasos al inicio de The Dark Knight, guiño al robo del hipódromo en Casta de malditos) o en la espectacularidad de las películas de Paul Thomas Anderson o Jonathan Glazer. Y la serie que Steven Spielberg producirá basada en el guion de "Napoleón" de Kubrick, para HBO.

Incluso trascendiendo el ámbito del séptimo arte. Si artistas como Chaplin, los Beatles y Andy Warhol han dejado una marca que va más allá de sus respectivas disciplinas, Kubrick se une a esta élite al ser reconocible instantáneamente. En los anteojos con forma de corazón de Lolita, el hacha de Jack en El resplandor o los ojos maquillados de Alex en La naranja mecánica.

Como si, al contemplar el mundo o el cine (el arte que más se le parece), con ojos inocentes, prematuros y  muy abiertos, como el bebé del final de 2001, escucháramos una voz. Bajita, pero sin dudar: "Hola, aquí Stanley, ¿puedes hablar?".