La conmemoración del #8M continuó este sábado en Buenos Aires con dos propuestas musicales significativas. En la Ciudad Cultural Konex se produjo el debut porteño de Bikini Kill, banda comandada por la cantante y activista estadounidense Kathleen Hanna. El fanzine llamado igual que su grupo es considerado el punto de partida del riot grrrl: movimiento creado a principios de los años 90, luego de que el feminismo viera en el punk el soporte idóneo para amplificar sus reflexiones, expandir sus límites y enarbolar la bandera del colectivismo. Tras un largo hiato, el proyecto musical, que tiene en Barbi Recanati (acto local de la jornada) a una de sus herederas en la Argentina, volvió al ruedo en 2019.
Al mismo tiempo que eso acontecía en el Abasto, el Auditorio Nacional del CCK fue escenario de Salgan al sol: puesta musical que sintetizó a lo largo de hora y media la historia del rock argentino a través del legado de sus representantes más destacadas. Incluso, algunas de ellas fueron parte de la propuesta preparada por la cantante, compositora y guitarrista entrerriana Noelia Recalde, quien también se encargó de la dirección musical. El relato abarcó entre fines de los años 60 y comienzos de los 2000. Aunque compensó las dos últimas décadas de semblanza con una banda impecable, sublime y efectiva constituida por músicas que se encuentran hilvanando el presente de la música popular contemporánea argentina.
Por más que el poder en funciones intente taponar con un retrato de Alberdi la recuperación histórica que se ha hecho sobre las hazañas de las mujeres argentinas en la construcción de la identidad nacional, lo que sucedió en la primera de las dos funciones del espectáculo (repite el próximo sábado en el mismo lugar, a las 20 hs) fue una justa metáfora de que nada ni nadie podrá invisibilizar una lucha tan justa como indiscutible. Por eso el título del clásico de Billy Bond, invocado en esta ocasión para darle nombre al evento, cobró una connotación todavía más potente e insurrecta (tanto como “Rompan todo”). Y de eso dio constancia Corina González Tejedor en su condición de cronista de esta cronología.
En sus alocuciones, ajustadas a los tres bloques en los que se dividió la actividad, la periodista y conductora explicó los contextos en los que surgieron las artistas recreadas y las canciones que se eligieron (para ahondar en esta historia vale la pena hacerse del libro Al taco, publicado el año pasado por Gourmet Ediciones). De lo que se rescata una loable resiliencia frente a la adversidad de una industria y una escena dominada por el patriarcado. Si bien la participación de la mujer en el rock argentino se remonta a los orígenes del movimiento, Cristina Plate fue la primera en grabar un single (en 1968) que incluyó el tema “Para dártelo todo”. Este viaje en el tiempo despegó con esa canción, en la que Noelia Recalde estuvo al frente del micrófono.
A continuación, aparecieron María Pien y Lola Cobach para cantar “Para mi padre”, de Gabriela. Escoltada por el blues rock “María Corazón”, original de Carola. Nadie mejor que Paula Maffía para ponerse en esa piel. Aunque compartió protagonismo con la guitarrista Luciana Torfano, quien a medida que avanzó el show ganó notoriedad no sólo por su versatilidad para adaptarse a los estilos que se abarcaron, sino también por su don para dominar al instrumento. De las mejores violeras que tiene el rock argentino en este momento. De eso puede dar fe Marilina Bertoldi, tras reclutarla para su banda. Entonces Recalde volvió al rol de frontwoman para cerrar el primer bloque con “Una canción diferente”, de Celeste Carballo.
Si lo anterior reconstruyó los orígenes, el segundo set, dedicado a los 80, evidenció los frutos que cosechó la osadía. Arrancó Jaz Pimentel revisitando el new wave “Ritmo colocado”, canción de Diana Nylon (y Daniel Melingo) popularizada por Los Twist. La nativa de Ciudad Evita pasó luego a los coros, junto con María Pien y Lola Cobach, para secundar a Vale Acevedo en “Estoy tocado fondo”, maravillosa invención de las Viudas e Hijas de Roque Enroll. Pimentel tomó de vuelta el control en “El sueño no se terminó”: himno punk que inmortalizó a Sissi Hansen. Acto seguido, la tecladista China Roldán saltó de su instrumento para encarnar a Isabel De Sebastián en su interpretación de “Héroes anónimos”, hitazo de Metrópoli.
En la intro de la tercera parte, González Tejedor destacó que los 90 fue una década en la que mainstream y under se dividieron. Eso quedó reflejado en la selección de los temas, siempre fieles a la original. Vale Acevedo retornó a escena para repasar “Mary Poppins y el deshollinador”, de Fabiana Cantilo, al mismo tiempo que Sol Carta, así como lo hizo desde el inicio del espectáculo, improvisaba en tiempo real las visuales alusivas a cada canción. La primera sorpresa del show la estelarizó Hilda Lizarazu, que encaró “Sola en los bares”. Ese éxito amplió la transversalización de la perspectiva de género en el rock y el pop argentino al basar su narración en una chica trans. La ex Man Ray le dejó el ambiente caldeado a Cristina Dall para el clímax de Salgan al sol.
Si algo desborda la Blacanblus es onda. También groove. Tanto así que, apenas se sentó en el piano para hacer “Maldito piano”, levantó no sólo a una base rítmica ya de por sí potente, conformada por la bajista Lucila Pivetta y la baterista Melanie Williams, sino también a la China Roldan. Todo esto apoyado por Recalde, Pien, Cobach y Pimentel en coros. Esa combinación dejó a la sala enardecida. Sin embargo, Cobach encontró su espacio para recordar a María Gabriela Epumer con “Perfume”, y Pien emocionó al evocar a Rosario Bléfari mediante “Viento helado”. Mientras se preparaba para tributar a la frontwoman de Suárez, la música levantó su brazo derecho en tono sugerente. Y desde el público le devolvieron: “¡Vamos ese pañuelo!”.