Un día como hoy, hace justo 75 años, se promulgaba la Constitución Nacional de 1949. Por siete años fue Ley Suprema. La Libertadora la suprime en 1956. La Constituyente de 1994 la excluye de las Reformas preexistentes. El Pacto de Olivos sella su desaparición. ¿Jamás existió? Peripecias semejantes a las sufridas repetidamente por nuestro Pueblo.
La CN49 es preclara exponente de la generación de Constituciones sociales de nuestra América. Un amplio debate acompañó a la convocatoria. Escribe Evita: “Verdad incontrovertible, la Constitución debe estar al servicio del pueblo”. “La articulación de la reforma constitucional que va a realizarse es una etapa de esa azarosa y noble búsqueda de la Justicia (...). La Constitución que nos rige está inspirada en ese individualismo económico y jurídico que ha perdido validez por su injusticia”.
Perón se pone la tarea al hombro. Arturo Sampay aporta convicción y trabajo. Ya en el Preámbulo sobresalen los principios de soberanía política, independencia económica y justicia social, confiriéndoles rango constitucional. Aún hoy, banderas cruciales para revertir el atraso y las injusticias. ¿Cómo no habría de generar virulentos rechazos de los reaccionarios de entonces? El odio (hasta la actualidad) de parte de los enemigos de la Patria y del Pueblo. Hoy día, los Milei y Macri.
La CN49 está plena de preceptos básicos para un país soberano y un pueblo feliz. Su carácter nacional y popular, fuera de duda. Tan sólo con ello estaría explicado nuestro fervor. Pero, ¿cuántos escritos son papel pintado? Lo que la hizo verdaderamente grande fue la voluntad de que dichos propósitos fuesen plasmados. Se van desplegando los derechos sociales (del trabajador, la familia, la ancianidad, la educación y cultura). Los icónicos artículos 38 al 40 indican que “la propiedad privada debe tener una función social”. Establecen las normas de política económica constitucional para el efectivo goce de los derechos. Su objetivo, el bien común. Estatuía el comercio exterior en manos del Estado. Directrices antimonopólicas. La indiscutible propiedad de la Nación sobre los recursos naturales. Servicios públicos en manos estatales.
Sobrevinieron entonces estatizaciones como la del Banco Central, ferrocarriles, energía eléctrica, teléfonos. Resignificación del IAPI y las Juntas de Granos y de Carne. Industrialización. La creación de Aerolíneas Argentinas, la CNEA y una Flota de bandera. Perón negando el ingreso de la Argentina al FMI. Grandes avances en una Medicina para el Pueblo. Evita democratizando el papel de las mujeres e institucionalizando el voto femenino.
Tiempo después Perón nos avisaría “el siglo XXI nos encontrará UNIDOS O DOMINADOS”. Y así fue. Nuestra Argentina, encadenada a la Dependencia. Las potencias centrales definiendo nuestra matriz productiva y nuestro lugar en SU división internacional del trabajo. Granos, gas, litio para pagar la deuda de Macri y Caputo. Total, el costo lo pagaremos nosotros. Las diez plagas desatadas por Milei y asociados nos retrotraen al siglo XIX. Los aportes de la CN49, venida del XX alimentarán nuestras luchas en el XXI.
(*) Jorge Cholvis es constitucionalista y discípulo de Arturo Sampay.