Según el medio británico The Guardian, el ecosistema del Delta del Paraná peligra ante los desarrolladores inmobiliarios. Los humedales pierden cada vez más su condición de pulmón para convertirse en ¨Miami del Sur¨, alterando la fauna y flora local. Lo que para algunos se presenta como un dilema político, para otros es una construcción que se gesta desde el lenguaje mismo. Claudia Aboaf, referente de la ciencia ficción climática Argentina, decidió casi involuntariamente conectar la literatura con las problemáticas ambientales. En palabras de la autora de La trilogía del agua, "hay metáforas que han tomado la conciencia colectiva que nos condujeron al abismo en que nos encontramos. Desde las bíblicas donde el hombre es el único ser destinado a dominar el resto de la creación, como si la naturaleza fuera solo materia estúpida. Si vemos a la naturaleza como algo inferior que solo nos tiene que dar plata eso va a determinar si un bosque es una producción maderera o la respiración del mundo¨, y agrega, ̈si somos una especie capaz de generar imágenes, sostenerlas, y a partir de ahí cambiar las cosas, podemos ir viendo el poder de la metáfora. Las mismas rocas estuvieron vivas o muertas según las metáforas dominantes".
Siguiendo el famoso dicho popular, "dime cómo te llamas y te diré quién eres", para Aboaf, "la literatura es un asunto grave como dice María Negroni, porque el mundo se teje a partir de la palabra. Si pensamos que el río es un lugar para tirar desechos o un espacio de derechos, quien logre imponer una metáfora logra imponer un modelo social y cultural. Nuestro trabajo ahora es buscar metáforas para una política vital".
Su lucha nace de la intersección entre dos caminos supuestamente separados: el feminismo y la ecología. Bajo el neologismo ecofeminismo, Claudia encuentra una relación entre la forma de explotar la tierra con la cosificación de las mujeres. "Los incendios y la ganadería son factores que mayormente ocurren a partir de una visión patriarcal del territorio; como visión cosificada de la naturaleza. La apropiación de la naturaleza y no el derecho a la misma, o un vínculo relacional con ella".
Aboaf forma parte de la colectiva Mirá junto a otras escritoras y trabajadoras de la palabra como Soledad Barruti, Maristella Svampa, Dolores Reyes y Gabriela Cabezón Cámara. "Nosotras nos hemos reunido más que nada con mujeres dentro de la acción de humedales y defensa del territorio y realmente allí hay una cuestión relacional. A la vista el ecofeminismo describe una relación de las mujeres con la naturaleza como defensoras del territorio. Por ejemplo, entrevistamos a las brigadistas Fuegas de Córdoba - una fracción de brigadistas que se fueron organizando para apagar los fuegos políticos que destrozan la biodiversidad- y relacionamos su trabajo y la forma de encarar el fuego a diferencia de los bomberos. Al ser una institución patriarcal se entendió tradicionalmente que si no había destrozo en una propiedad o muertes, entonces no había daños. Y es aquí donde entra el ecofeminismo: otro abordaje para mirar el territorio. Es decir, después del fuego ellas informan a la comunidad acerca de los daños en la biodiversidad; los daños en la tierra misma, en las plantas y los animales".
Los incendios provocados- en su amplia mayoría por humanos- en el Delta ya han quemado 1.235.000 hectáreas desde 2020 según Greenpeace. ¿Qué sucedería si pensáramos a los humedales como otra cosa más allá de un recurso? Para la escritora el imaginario es el que cambia el mundo, "para quienes trabajamos con la palabra, ese territorio simbólico se disputa en los libros, en los artículos, en los pocos espacios que hay en la prensa. Todo movimiento social tiene un relato, y esos relatos se van construyendo. Hay libros icónicos que han visibilizado luchas. La literatura tiene una contención para la violencia porque es un espacio donde se tiende un puente con el lector o lectora y permite habitar de forma segura un mundo tan complejo, tan violento. Es difícil porque tampoco se logra solo escribiendo consignas, tiene que estar bien escrito. Pienso en las Aventuras de la China Iron de Gabi Cabezón Cámara o los libros de Selva Almada".
Lo dijo la filósofa Donna Haraway: "Me hice feminista con la ciencia ficción". Un testimonio más sobre la influencia de la ficción ante la incoherencia de la realidad.