Si, al decir de varias y varios comunicadores en la actualidad, las organizaciones son conversaciones en el tiempo que construyen identidad, volvamos sobre las “conversaciones” de muchas agencias de información independiente, organizaciones de la sociedad civil así como de organizaciones basadas en la fe, que, desde el 20 de diciembre de 2023 (fecha en donde aparece la primera cadena nacional del presidente Javier Milei) hasta hoy, denuncian a diario el atropello constante de derechos obtenidos, que permitieron en estos años una sociedad con mayor pluralidad, diversidad y capacidad de expresión de su voz pública.
Para la cristiandad en el mundo, estas semanas (desde el miércoles de ceniza que cierra la etapa de carnaval) el pasado 14 de febrero, son tiempos de Cuaresma que preparan para la Semana Santa 2024 que será inmediatamente después de un domingo plagado de significado como es el 24 de marzo, domingo que será de memoria, verdad y justicia.
Parte de la teología cristiana de la Cuaresma, desde sus liturgias, llaman al arrepentimiento, a la reflexión y a la comprensión de nuestras propias actitudes y pensamientos. En ese contexto, una de las imágenes litúrgicas es el Jesús hombre, siendo impulsado al desierto por Dios mismo para ser “tentado” por su enemigo, el diablo. Hecho del cual resiste victorioso como podemos imaginar.
Dicho esto, volvemos al tema del desierto y los desiertos comunicacionales que se empiezan a generar en gobiernos que, como el actual en la Argentina, hacen de lo comunicable, una instrumentalización permanente a favor del odio y la confrontación de la ciudadanía, confrontación que tiende a reconocer “aliados” y “enemigos” claro está. En este sentido, en un trabajo académico más que sugerente, Penelope Muse Abernathy investiga el tema de la falta de medios locales que puedan informar con lógicas alternativas (a los medios hegemónicos), el análisis de lo que sucede y cómo se construye el sentido de realidad y la valoración de los hechos cotidianos, qué vale la pena, qué no vale la pena contar (“The expanding News desert”, Knight Chair in Journalism and Digital Media Economics The Center for Innovation and Sustainability in Local Media School of Media and Journalism University of North Carolina at Chapel Hill).
Por otro lado, el colega Julio Blanco en una nota con algunos años ya tomando en cuenta el informe de FOPEA (Foro de Periodismo Argentino) al respecto dice que: “16,7% de la población (en Argentina), viven en lugares donde no hay ningún medio periodístico independiente, es decir, en desiertos informativos. Esto significa que no tienen acceso a noticias locales sobre las regiones donde viven. Y los periodistas en estas regiones suelen estar vinculados al discurso oficial del gobierno local”.
Continúa diciendo: “Además de los desiertos… el ecosistema de información argentino en otros tres niveles: semidesiertos, semibosques y bosques. En los semidesiertos, hay pocas condiciones para producir periodismo profesional. Estos representan 141 departamentos del país (25,2%), en los que viven 7,6 millones de personas (19,2%). Juntos, los desiertos y semidesiertos representan tres cuartas partes del territorio argentino, y poco más de un tercio de la población”.
Por su lado, el presidente de FOPEA, Fernando Ruiz decía hace un par de años: “[Eso significa] que no hay periodismo o es muy precario y, por lo tanto, la democracia está muy incompleta. Son lugares donde de alguna forma se vive como sub ciudadanos”… "Además sabemos que donde no hay periodismo al resto de la sociedad le cuesta también hacer llegar su voz con más fuerza al espacio público”.
Si la Cuaresma de la cristiandad, es el andar por un desierto como espacio de prueba, de preparación y de renovación, la nueva religión simbólica que establece el presente gobierno, que dialoga con canes ya fallecidos y tiene a sus propios profetas de la corte, elige el sufrimiento, el dolor, y el silenciamiento de toda queja como único modo posible, no solo de transitar el desierto de estos días, sino y más peligroso aún, hacer del lugar inhabitable un espacio en el cual, una buena parte de la sociedad estará muchos, muchos años, viendo una cruz donde no habrá resurrección posible.
El cierre de Telam, con casi 79 años de vida, creada como modelo contrapuesto a los grandes consorcios casi monopólicos del momento, como por ejemplo Associated Press, significa una vez más, ser empujados como país a un desierto comunicacional, donde la mera reproducción de los discursos oficiales (bajar el gasto público, que no haya déficit fiscal, etc., etc.) se vuelva normativa, se naturalice como único camino de ser país, sociedad.
Desde la tarea pastoral diaria, 700 despedidos no pasan desapercibidos, desde la tarea comunicacional, el cierre de esta agencia no sale gratis. Hay que poder entender la necesidad que existe como sociedad, en cualquier lugar de Occidente, de tener un pensamiento crítico que adhiera o no, a las políticas de turno, pero que sea consciente de sus decisiones y a quiénes se favorece, y a quiénes se condena a seguir en un desierto donde ni siquiera, se pueden escuchar las voces de las personas que sufren.
* Pastor de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina. Director Ejecutivo ALC Noticias. Presidente de WACC América Latina.