El Gobierno ultraderechista ya encontró un nuevo secretario de Trabajo a su medida. Se trata de Julio Cordero, el representante de la Unión Industrial Argentina (UIA) que durante el debate en el Congreso por la reducción de la jornada laboral impulsada en 2023 no sabía para qué la gente quería tener más tiempo para descansar: “Trabajar menos... ¿Para qué?”, había cuestionado.
Cordero es un dirigente de la UIA que llegó a ser vicepresidente del departamento de Política Social de esa entidad fabril por ser miembro del Grupo Techint y hombre de confianza de Paolo Rocca.
Será quien reemplace al recientemente despedido Omar Yasín, el exsecretario a quien el presidente Javier Milei usó de chivo expiatorio en el escándalo desatado tras el aumento a funcionarios de alto rango autorizado por el mismo jefe de Estado.
Quienes pusieron sobre la mesa el nombre del reemplazante de Yasín fueron el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y el asesor presidencial Federico Sturzenegger. En términos políticos, Cordero responde a ellos, y su nombramiento ahora deberá convencer a la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello.
Además de ser amigo de funcionarios clave de Gobierno, Cordero también es hombre de confianza de Rocca, uno de los empresarios más influyentes de la Argentina y que en varias oportunidades expresó su respaldo al brutal ajuste que lleva a cabo Javier Milei.
Su formación fue en la Universidad Católica Argentina (UCA), de donde egresó como abogado laboralista. Eso le dio luz verde para ser, además de autoridad de la UIA, delegado de las empresas ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
El futuro secretario de Trabajo colaboró con La Libertad Avanza (LLA) desde antes que Milei asumiera la Presidencia. Participó, además, de la redacción del capítulo de reforma laboral del mega DNU 70/2023 de desregulación estatal, que sin embargo la Justicia laboral suspendió.
Su perfil es tan coherente con la visión empresaria de la explotación laboral que se lo recuerda por su participación en el debate del Congreso sobre el proyecto de ley para reducir la jornada laboral, que tuvo lugar en septiembre del año pasado.
Ante diputados nacionales, Cordero se opuso a esa iniciativa con una insólita frase: “Trabajar menos… ¿Para hacer qué?”, dijo para desestimar la importancia del descanso y abogar por las jornadas laborales extensas.
"Yo limito la jornada para que trabaje menos, ¿para qué? ¿O sea, está mal trabajar, estamos en contra del trabajo? ¿Para qué, para ir afuera a hacer qué? Por supuesto, la vida familiar es absolutamente importante, pero esto ya se debatió internacionalmente. El límite dispuesto por la OIT es de 8 horas diarias o 48 horas semanales", argumentó durante el debate en comisión.