Cineasta, músico, DJ, el francés Quentin Dupieux parece ser el secreto mejor guardado de los amantes del surrealismo narrativo versión siglo XXI. Desde su debut detrás de las cámaras como director del videoclip dedicado a promocionar el tema “Flat Beat”, de Mr. Oizo (su seudónimo como músico electrónico), el realizador nacido en París en 1974 viene demostrando incansablemente sus habilidades para conjurar las imágenes más ridículas y memorables. En aquel clip musical, lanzado en 1999, un muñeco de peluche amarillo escucha un disco en su bandeja de vinilos mientras firma papeles de trabajo, realiza llamados telefónicos y se fuma una salchicha. En Nonfilm (2002), mediometraje de 47 minutos que se transformó en su carta de presentación, un joven se despierta sin comprender por qué se encuentra en el medio del rodaje de una película, en la cual el protagonista dispara y mata realmente a una parte del equipo, comienzo de un romance con las meta-narraciones que continúa hasta el día de hoy. En Steak (2007), su primer largo, los comediantes Eric Judor y Ramzy Bedia se veían envueltos en una trama indescriptible en la cual se mezclan las referencias a las comedias rurales francesas de los años 30 y 40, la ciencia ficción y las películas de jóvenes rebeldes.
Amante de los metrajes ajustados (sus películas suelen durar entre 70 y 80 minutos), prolífico y siempre sorprendente, Dupieux viene trabajando sin descanso en una filmografía que ya suma doce largometrajes, entre otros Rubber (2010), sobre un neumático de automóvil con mente propia e instintos homicidas, Le daim (2019), acerca de un hombre obsesionado con una campera de piel de ciervo que comienza a cometer delitos para hacerse con ella, y Mandibules (2020), la historia de dos perdedores que encuentran una mosca gigante y deciden hacerse ricos con su hallazgo. Por esas casualidades no previstas por ninguno de los responsables, tres de sus creaciones más recientes podrán verse durante los próximas días, dos de ellas como parte del inminente Festival de Cine Francés que tendrá lugar en Cinépolis Recoleta (Increíble pero cierto y Fumar causa tos), ambas en calidad de preestreno, al tiempo que Yannick tendrá un lanzamiento online en la plataforma Mubi el próximo 5 de abril. Una oportunidad inmejorable para descubrir el arte de un creador excéntrico pero cercano a los gustos populares, un realizador de culto en el sentido más profundo y disparatado del término.
LA HORMIGUITA VIAJERA
La imagen de una mano herida de la cual surgen decenas de hormigas remite inexorablemente a Un perro andaluz, la creación de Luis Buñuel y Salvador Dalí que se transformó de inmediato en un clásico del cine surrealista. Homenaje e inspiración, en Increíble pero cierto el espectador asiste hacia el final de la proyección a una situación similar, aunque aquí hay una explicación posible, aunque estrafalaria, para la invasión de insectos. El planteo de base es simple y ciento por ciento fantástico, y podría haber formado parte de algún capítulo de La dimensión desconocida. Una pareja de mediana edad visita una casa de varias plantas con la intención de comprarla; la decisión es tomada, sin dudarlo ni un instante, luego de que el agente inmobiliario les revela un detalle particular del sótano. Una puerta trampa que lleva a una escalera que, en lugar de conducir hacia otro nivel inferior, desemboca en el living. Es decir, quien baja por allí en realidad no desciende, sino que sube. Pero eso es lo de menos, como queda demostrado velozmente.
A pesar de su cualidad de cineasta poco afecto a las caricias del mainstream, Quentin Dupieux suele contar con histriones de renombre en sus repartos. En Increíble pero cierto, Alain Chabat, Léa Drucker y Benoît Magimel interpretan al trío central de personajes, amén de un cameo de Michel Hazanavicius, el director de El artista y Godard, Mon Amour. Además de los viajes temporales y la posibilidad de no envejecer sino todo lo contrario, bendición que inevitablemente transmuta en condena, la trama incluye un avance tecnológico sólo disponible en Japón: la posibilidad de reemplazar el pene natural, de carne y cavidades venosas que a veces no cumplen sus objetivos sexuales, por otro electrónico, incansable y manejado a control remoto, para la ventaja de la cartera de la dama y el bolsillo del caballero. Entrevistado en el Festival de Berlín, donde el film tuvo su lanzamiento mundial, Dupieux explicó su método de escritura: “Es muy sencillo: cuando se me ocurre una idea, me pongo en marcha y escribo. Desarrollo algunas escenas para ver si la magia funciona. Por supuesto, eso no ocurre todo el tiempo. A veces, después de veinte páginas, te das cuenta de que la idea no se sostiene. Pero de vez en cuando todo encaja y la película se escribe sola”. Respecto del concepto central en términos de los personajes, el realizador cree que “Increíble pero cierto trata sobre una obsesión, algo que realmente puedo comprender. La idea de querer retroceder en el tiempo está muy presente en nuestra sociedad. En la película, el punto de vista de cada personaje sigue siendo comprensible más allá de lo irrazonable de la situación”.
DIOS FUMA HABANOS
Al comienzo de Fumar causa tos, un chico de unos doce años observa por la ventanilla de un auto en movimiento. Quien maneja mientras fuma es su padre. De los parlantes surge la melodía de “Dieu fumer de havanes”, cantado a dúo por Serge Gainsburg y Catherine Deneve, chanson que originalmente formó parte de la banda de sonido de Yo los amo, el film de Claude Berri estrenado en 1980. De pronto, el muchacho necesita hacer un alto para orinar, desconocedor del tremendo espectáculo al que está a punto de asistir: el quinteto de héroes conocido como Fuerza Tabaco, émulos de los Power Rangers cuyo poder radica en las “bondades” del tabaco (sus nombres son Nicotina, Benceno, Metanol, Mercurio y Amoníaco), enfrentados a una tortuga gigante al mejor estilo tokusatsu. El jefe de los Tabaco es una rata de peluche que babea constantemente un líquido verde, familiar lejano de los Feebles de Peter Jackson, quien luego de la masacre de la tortuga, cuyas vísceras vuelan y empapan a todos los presentes, los envía a un lugar de retiro para que mejoren su trabajo en equipo.
El disparate está servido en bandeja, pero Dupieux nunca deja que el material se le escape de las manos y, a poco de conocer a los personajes, ayudados por un robot llamado Norbert 500 (que luego es reemplazado por el menos efectivo Norbert 1200), es posible empatizar con cada uno de ellos y tomarse en serio sus desventuras, más allá de la locura imperante. Por momentos, Fumar causa tos se transforma en una pequeña matrioska que incluye otros relatos menores. El primero de ellos está protagonizado, entre otros, por la súper estrella del cine galo Adèle Exarchopoulos, suerte de remedo de un slasher al estilo Martes 13 cuyo villano tiene el origen más impensado: pensar demasiado. Una niña cuenta la historia de un pescado que ha visto el horror en primera persona, y otro pescado (así es, otro pescado) relata con gran precisión y atención al detalle, mientras es asado en una plancha, la historia de un joven atrapado en una maquina rural que regresa a las fuentes primigenias del Grand Guignol. Por supuesto, en el escalón narrativo más alto hay un súper villano que quiere destruir el mundo, y la posibilidad de transportarse en el tiempo vuelve a ser una posibilidad cierta. En una entrevista con el sitio web especializado Slash Film, Dupieux recuerda que cuando comenzó a escribir el guion de Fumar causa tos “estaba buscando una nueva estructura, una película con sorpresas adentro. Algo así como ‘oh, hay otra historia’. Y luego, al volver a la realidad, se termina viajando a otro lugar. Esa era la idea central, básicamente crear un nuevo formato, aunque sé muy bien que no es nuevo. Simplemente, era nuevo para mí”. Respecto a la participación de actores muy conocidos en Francia y, en algunos casos, en todo el mundo, el realizador es muy claro: “Necesito a estos actores famosos para poder financiar mis películas. Por supuesto, también trabajo con ellos porque son muy talentosos, y además desean colaborar conmigo. Aceptan por placer, por la experiencia, porque es algo muy diferente a lo que suelen hacer en otros films. Al mismo tiempo, validan mis películas al estar allí. Es como si le dijeran a la audiencia ‘creemos que este director tiene algo para decir’. Es muy difícil promover una película con actores desconocidos”.
¡EL AUTOR, EL AUTOR!
Yannick es una película diferente, tal vez incluso de otra raza, y si bien el punto de partida del relato es más realista, la obsesión por el absurdo sigue diciendo presente en voz alta. Presentada en competencia oficial en el prestigioso Festival de Locarno, el espacio elegido para la historia es el proscenio de un teatro y sus zonas aledañas: la platea con sus espectadores, el lobby de entrada, el pequeño receptáculo de la vendedora de entradas. Sobre el escenario tiene lugar una función de cierta obra teatral llamada “Le cocu” (“El cornudo”), una pieza de vodevil un poco rancia centrada en un trío amoroso y sus desavenencias. De pronto, uno de los espectadores, un joven a quien la cámara revela nervioso y molesto, interrumpe a los actores de manera violenta y destaca el poco interés que le está provocando la trama. “Me pedí la tarde en el trabajo para venir a ver esta obra y disfrutar un poco, pero esto es un desastre. ¡Me siento peor que cuando entré, y eso que tengo una vida horrible!”, afirma, palabras más o menos, ante la sorpresa del elenco y el público. Yannick, el provocador en cuestión, continúa exhortando al trío de actores y demanda la presencia del autor, pero termina humillado. ¿Termina? Nada por el estilo: el protagonista regresa al recinto y, arma en mano, toma de rehenes a todos los presentes, con la intención de reescribir la obra o, en su defecto, crear una nueva.
Rodada en menos de una semana luego de intensos ensayos, Yannick tal vez no sea el film más satírico del autor, pero sin duda lleva al límite la meta textualidad, reflexionando sobre el vínculo no siempre satisfactorio entre obra y receptor, entre el artista y quien aprecia (o desprecia) su creación, ya sea un simple espectador o un crítico. Al mismo tiempo, se trata de una comedia ampulosa en el buen sentido de la palabra, que nunca deja de ser provocadora e incluso bastante incómoda. Dupieux ya tiene otra película reciente circulando, Daaaaaalí!, que imagina una serie de encuentros entre un periodista y Salvador Dalí y que fue exhibida el año pasado en el Festival de Mar del Plata, y la aún inédita À notre beau métier, protagonizada por Léa Seydoux, Vincent Lindon y Louis Garrel. “Digamos que encontré mi propio ritmo en una industria un poco lenta para mi gusto”, declaró el realizador en una entrevista con el periódico Le Monde. “Lo que te ofrecen es escribir y reescribir un guion durante un año o dos, luego prepararlo, filmar, editar, esperar cierto tiempo antes de venderlo. En definitiva, dedicar cuatro años a un único proyecto. Lo entiendo, pero yo me canso, no de mis productos sino de mi energía. Escribir es una especie de energía de la que estoy enamorado, pero muy rápidamente tengo que pasar a otra. Cuando llego al final de un rodaje no puedo soportar más esa energía colectiva, me muero de ganas de encerrarme solo durante el montaje”.
Fumar causa tos se exhibe en Cinépolis Recoleta, el jueves 21 a las 21.40 y el sábado 23 a las 16.30. Increíble pero cierto se exhibe el viernes 22 y el domingo 24 siempre a las 21.40. Yannick tendrá un estreno online en la plataforma Mubi el viernes 5 de abril.