El gobierno de Javier Milei dio un nuevo paso en la licuación de los ahorristas bajando fuertemente la tasa de interés en pesos. Lo hizo en una jugada en la que también ofreció un guiño a las entidades financieras porque eliminó el piso de rentabilidad que debían ofrecer los plazos fijos. De esa forma, algunas entidades bajaron sin reparo este martes el retorno de los depósitos a plazo a niveles del 70 por ciento, cuando la inflación del último año fue de más del 276 por ciento y en marzo se observa una aceleración de las presiones inflacionarias.
Con la decisión del Banco Central a inicio de esta semana de bajar del 110 al 80 por ciento la tasa de interés de referencia, hubo nuevos incentivos a la compra de dólares financieros. La cotización del dólar mep aumentó 5,6 por ciento en la jornada y terminó en 1036 pesos. El contado con liquidación subió 4,5 por ciento y se ubicó en 1067 pesos. Por su parte, el dólar blue operó a 1020 pesos y registró un salto de 25 pesos. En otras palabras: en un solo día de suba de los dólares financieros se borró buena parte de la ganancia del carry trade que podrían dejar este mes las inversiones en pesos. Sin embargo, pocos analistas consideran que la fase de apreciación cambiaria se revertirá definitivamente.
El presidente Milei incluso se mostró eufórico por los resultados que considera que muestra la política monetaria. “Estamos más cerca de abrir el cepo. Si no hay brecha se puede, pero en el medio estamos haciendo varias cosas. Liberamos muchas importaciones y estamos bajando la tasa. Es un proceso de tanteos”, dijo en una de sus últimas declaraciones. A su vez, insistió en la idea de avanzar en una competencia de monedas, que incluiría al peso entre las monedas posibles para transaccionar. Al mismo tiempo, planteó que “la confianza es tan grande, que ya mismo estamos recibiendo depósitos en dólares en el sistema financiero a tasa cero”, enfatizó.
A pesar de estas definiciones, Milei había mencionado a comienzo de la semana que la apertura de los controles cambiarios no podía hacerse en el corto plazo porque se podría generar una corrida y un salto violento de inflación. Por ello, dejó trascender que necesitaba al menos 15 mil millones de dólares extra para poder avanzar en la unificación cambiaria y en cierta forma pidió la colaboración del FMI para obtener esos recursos. Por el momento, a pesar de las promesas de campaña, ni los organismos internacionales ni fondos de inversión de Qatar ni otros grandes bancos globales pusieron esos fondos frescos al gobierno.
Las palabras de Milei también apuntaron a la inflación puesto que aseguró que se inició un proceso clave de deflación. “Nadie esperaba que lográramos un proceso de desinflación de estas características, que hoy es mucho más profundo que el que se dio durante la convertibilidad”, apuntó. Para agregar que “estuvimos transitando una hiperinflación, porque en la primer semana de diciembre los precios venían a una velocidad del 3700 por ciento anual. Dada la dura política monetaria que estamos ejerciendo, se ha podido evitar”.
Con los datos de inflación de febrero, que se ubicaron debajo del 15 por ciento mensual, cuando había sido del 20 por ciento en marzo, el Banco Central se adelantó a bajar de golpe la tasa de interés de referencia en 30 puntos porcentuales, aunque desregulando las tasas de los plazos fijos, con lo cual las entidades financieras en lugar de ofrecer 80 por ciento a los ahorristas fijaron los retornos del depósito a plazo en 70 por ciento. Algunos analistas aseguran que esto les permitirá recomponer ganancias en los próximos meses.
A pesar de la decisión del gobierno de disminuir las tasas de interés con la desaceleración de febrero, las dudas sobre la sustentabilidad de la política monetaria empezaron a crecer. En gran parte, porque la desaceleración de precios del mes pasado parece imposible de repetir en marzo. En los últimos días hubo una nueva tensión de precios, al punto que el gobierno avanzó en la apertura de las importaciones de alimentos y medicamentos para intentar poner un techo al nivel de precios y las remarcaciones del mercado interno.
Si la inflación de marzo vuelve a estar más cerca del 20 que del 15 por ciento, seguramente toda la retórica que se empieza a plantear en el gobierno quede en un segundo plano. Una nueva aceleración de los precios provocaría nuevas presiones en los dólares paralelos y complicaría los planes del equipo económico de seguir la licuación de los pesos para poder unificar el mercado de cambios.