Es frecuente escuchar la afirmación: “Argentina no puede convertirse en una socialdemocracia”. Sin embargo, esta creencia no resiste un análisis cuidadoso de los hechos si se analiza de qué se trata este sistema política y dónde está el país.

Características

Las características definitorias de una socialdemocracia son las siguientes: 

* adhesión a una democracia representativa, con división de poderes contrapesantes y existencia de partidos políticos antagónicos; 

*estado asistencial y protector de derechos sociales e individuales; 

* rol activo del estado en la provisión de bienes y servicios; 

* mercados sociales; 

* participación comunitaria en la búsqueda del bien común; 

* se estimula la formación de coaliciones con sindicatos, movimientos sociales, asociaciones empresariales, y grupos minoritarios.

Cuando se habla de un sistema político socialdemócrata se enfrenta a la pregunta de cuántos países pueden mostrar gobiernos presentes o pasados, asi como constelaciones políticas alternativas que satisfagan las seis características mencionadas. Europa cuenta con una fuerte tradición socialdemócrata: Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca, Bélgica, Islandia, Austria, Holanda, Alemania y Francia. En segundo lugar, y a través de sus partidos laboristas, Gran Bretaña, Australia y Nueva Zelanda se incorporan al grupo anterior. Y en el continente americano hay una fuerte presencia socialdemócrata que arranca históricamente con Costa Rica, y sigue con Brasil (dos gobiernos socialdemócratas de Cardoso, dos del PT aliado con ellos, en particular el actual de Lula), Chile (dos períodos de Bachelet y el de Boric en alianza con la izquierda), Canadá (fuerte impronta socialdemócrata) y Uruguay (a través del Frente Amplio).

El caso argentino

El movimiento peronista puede convertirse en una poderosa agrupación política articulada con los principios de la socialdemocracia, ya que comparten principios básicos.

* El peronismo acompaña enteramente los preceptos constitucionales de una democracia representativa, con división de poderes y existencia de partidos políticos antagónicos. 

*Las reformas históricas de Perón para con el mundo del trabajo, la actividad gremial y la seguridad previsional garantizada por el Estado; el rol político y ciudadano de la mujer; hasta llegar a la participación de los congresionales del partido en la constitución del 94, que introdujo notables avances en derechos sociales e individuales denotan la importancia que le da el peronismo a los derechos sociales e individuales. Sin olvidar la construcción de entramados de contención social para desocupados y precarios durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, Eduardo Duhalde y Alberto Fernández.

* Las organizaciones y agencias del sector público, desde el primer gobierno peronista en adelante, acercan a la comunidad una multiplicidad de mercaderías y servicios. El peronismo es un férreo defensor de un estado presente a la hora de satisfacer la demanda comunitaria de hidrocarburos y energía; salud y educación públicas; la atención de la banca nacional y provincial; alimentación para los más carenciados (a través de merenderos, comedores escolares y hogares para ancianos); la tarifa social en la tarjeta Sube; la infraestructura para caminos, represas, aeropuertos, urbanización de asentamientos populares y vulnerables (agua potable, gas, cloacas, electricidad, pavimentación). También el movimiento peronista ha intervenido en todas las manifestaciones de la obra pública; en el fortalecimiento de la ciencia y tecnología vía el Conicet y las universidades nacionales; el suministro de medicamentos para jubilados y discapacitados suministrados por el Pami, por citar tan sólo algunas ilustraciones.

* Mercados sociales. Los mercados ni empiezan ni terminan en el lucro, el monopolio, la explotación de los más débiles y vulnerables, la fijación de precios por una planilla de cálculo dictada desde las casas matrices en Estados Unidos y Europa. Antes que hablar de precios contables o depredadores, hay que cuidar el valor social de los bienes transables (por ejemplo, prohibiendo la comercialización de alimentación chatarra, aplicando elevados impuestos a cigarrillos). El peronismo es un partido con conciencia social, y no es casual su inserción en la llamada economía popular de mercado gracias a los esfuerzos de movimientos sociales y curas villeros.

* Dos desarrollos que han recibido un poderoso estímulo en los gobiernos peronistas de las últimas décadas son en primer lugar las cooperativas y las mutuales, que favorecen la actividad social y económica a nivel local, en provincias e intendencias. En segundo lugar, si comparamos las prácticas socialdemócratas en el mundo, en cada país se respeta, preserva y utiliza el denominado “capital social”, que incluye tradiciones, culturas comunitarias, capital humano, usos y costumbres diferenciadoras de diferentes grupos sociales. El peronismo ha mantenido coherencia como movimiento nacional y popular defendiendo los valores de justicia social, soberanía política y económica, y la igualdad de oportunidades.

* Se estimula la formación de coaliciones con sindicatos, movimientos sociales, asociaciones empresariales, y grupos minoritarios. La experiencia mundial permite constatar cómo la socialdemocracia, sea desde la perspectiva de un partido homónimo, o desde un compacto político (un partido laborista, ecologista, o cooperativo), cumple su papel gracias a la construcción de alianzas que traducen demandas sociales de diferentes grupos de interés. El peronismo, con Duhalde, Néstor y Cristina, ha recurrido a frentes electorales, y gestiones de gobierno para consolidar grandes coincidencias respetando las idiosincrasias de cada miembro de la coalición.

El camino a recorrer

Para arribar plenamente al contexto de la socialdemocracia, el peronismo debe elaborar cuatro dimensiones de acción política:

i) Una propuesta electoral de coalición ampliada, que incorpore formaciones vecinales y cooperativas, sectores realmente progresistas del radicalismo (que los hubo, basta recordar los intelectuales de Forja y los de Raúl Alfonsin), así como los aliados del socialismo, la izquierda nacional y el Frente Renovador.

ii) Un mecanismo transversal para la selección democrática de dirigentes jóvenes que hayan hecho méritos en “la calle de las políticas locales y sus legislaturas”. Habilitar centros de estudio y discusión en todo el país para que los cuadros militantes se nutran con las urgencias populares, el debate y la tolerancia.

iii) Una administración de gobierno que siga las notas distintivas de la socialdemocracia, puesto el acento sobre algunas precisiones ineludibles: los que más ganan o tienen son los que más impuestos deben pagar (individuos o empresas); al igual que en las naciones más avanzadas, una alta tasa del impuesto a la herencia debe gravar a las familias ricas y de clase media acomodada; para que haya explotación extranjera de recursos naturales, tanto el gerenciamiento como la propiedad de los mismos deben quedar en manos del gobierno nacional.

iv) Asociarse a un mundo multipolar. Hay dirigentes y opinadores que no perciben (o les pagan para no hacerlo) el fin del predominio norteamericano en el mundo. Nuestros socios naturales son los Brics y la Argentina debe ser parte de una arquitectura geopolítica postcapitalista.

* Doctor en Administración (UBA), escritor y analista político.