El clima cambia con los nuevos tiempos de cambios. Los que creemos en un verde esperanza vemos como se va transformando todo en amarillo madurado al sol ‑nunca una wiphala‑. Ya no hablan en los grandes medios de las históricas banderas de los movimientos populares, la desmemoria los consume y vuelven las malas palabras: reforma laboral, represión, mano dura, picanas, desaparición de persona, manuales, cámaras, ciudades sitiadas, y espiadas por un despiadado lente acusador de inocentes y también persecuciones desde redes sociales con los famosos trolls.

No reconocen que el autoritarismo es un sistema de gobierno y una doctrina en la que todas las actividades de una sociedad están sometidas a los fines de los dirigentes y del Estado.

El voto no da la razón para atropellar con leyes y sacar conquistas históricas para violar derechos humanos, solo da representatividad, solo eso. Decía Mario Benedetti: Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas.

El desamor que impera hoy socialmente, donde la distancia para ponerse en el lugar del otro se aleja cada vez más, estas semillas tristemente se siembran desde el Gobierno, que debería plantear un país solidario y lograr posibilidades para todos y pensar que el otro somos nosotros.

Cada tema social que aparece es acompañado por esa separación donde priman la discriminación, rencores, desprecios y odios; construyendo una sociedad en su mayoría partida por la violencia que vemos en todos los ámbitos. Hasta se pierde el poder de analizar y reflexionar, obviamente hay una política de manipulación desde los medios.

Es una parte de lo que estamos viviendo como sociedad. Este florecer de prejuicios históricos supera. Una elección, un problema de tránsito, un partido de futbol, una idea, es un disparador violento que se masifica.

Nos cuesta creer cómo se expresan muchos amigos, conocidos, profesionales, y militantes. No son ellos realmente; el pensar distinto no nos hace enemigos, la convivencia es lo colectivo, y a un Presidente, haber sido votado masivamente no le da el derecho de atropellar a los ciudadanos, queriendo violar derechos, sino la obligación de respetar a mayorías y minorías.

 
Ruben Eduardo Kelo Moreno