Los promotores de la dolarización sostienen que su implementación reduce los incentivos a fugar capitales al exterior. Al sustituir la moneda local por el dólar, se elimina el riesgo de una devaluación, por lo que los argentinos no tendrían incentivos a sacar la plata del país.
Es más, algunos asesores de Milei, como el economista ecuatoriano Francisco Zalles, se entusiasma hasta el punto de sostener que la dolarización podría volcar a la economía argentina “200 mil millones de dólares en efectivo que están fuera del sistema bancario y otros 250 mil millones en cuentas en el extranjero” que poseen los argentinos.
Basándose en dicha hipótesis, el ecuatoriano apura al presidente Milei para que dolarice ya, sin preocuparse de que no tenga reservas para cubrir siquiera los billetes y monedas, lo cual hace que tenga que echar mano a parte de las reservas que los bancos tienen en el Central como reaseguro de los depósitos en dólares de los particulares.
Pero eliminar el riesgo cambiario no es lo mismo que eliminar el riesgo bancario, y la dolarización aumenta la posibilidad de que los bancos no tengan como responder a una salida de depósitos. Por un lado, a Milei le recomiendan manotear los depósitos que los bancos mantienen en el Central como reaseguro de los depósitos en dólares de particulares (lo que supera el encaje legal). Por el otro, el riesgo bancario también se vincula a la imposibilidad de que el banco central imprima dinero para sostener a los bancos ante un retiro repentino de depósitos. Ese fenómeno ya se vió en la crisis de la convertibilidad y derivó en la confiscación de los depósitos de los ahorristas.
Al respecto, realidad mata el relato y las estadísticas del Banco Central del Ecuador, país que dolarizó en 1999, muestran que la implementación de dicho régimen monetario no mermó la salida de capitales. Según las estadísticas de la posición de la inversión internacional, los ecuatorianos tenían 3073 millones de dólares en el exterior en 1999.
La salida de capitales no sólo continuó, sino que lo hizo a un ritmo cada vez más acelerado promediando los 2.000 millones de dólares anuales en los 24 años siguientes. De esa manera, hacia el tercer trimestre de 2023 (última estadística disponible), los ecuatorianos tenían en el exterior 50.897 millones de dólares, habiendo incrementado esas tenencias en 47.825 millones de dólares durante la vigencia del régimen de dolarización.
Ese comportamiento llevó a las autoridades ecuatorianas a imponer un tributo a la salida de divisas en 2008, con una alícuota inicial del 0,5 por ciento, que alcanzó un pico del 5 por ciento en 2011 para ser reducido recientemente al 3,5 por ciento en los últimos años.
Si bien el impuesto tuvo buenos resultados fiscales, no logró desalentar la fuga de divisas. Algunos analistas ecuatorianos sostienen que la dolarización estimuló la internacionalización de los grupos empresariales junto a la masiva migración de la población, hechos que fueron acompañados de un incremento de los capitales de los ecuatorianos en el exterior.
@AndresAsiain