La entrevista que este libro presenta fue durante décadas un objeto de deseo por fans y coleccionistas. La historia de los dos periodistas amateurs que lograron reunir en marzo de 1988 a Serú Girán era casi una leyenda urbana. Existe una grabación de la zapada post entrevista (el famoso bootleg Serú Girán 88 en TMA), pero los rastros de la conversación de los cuatro músicos con sus entrevistadores eran, por lo menos, difusos.
Sergio Marchi en su No digas nada hace referencia a este episodio, pero solo reproduce unos párrafos de la extensa charla. El programa especial de Maratón en el que Ari Paluch emitió una parte de la entrevista es inhallable. La revista Rock & Pop, en tanto, reprodujo un fragmento del fragmento que emitió Maratón, pero ¿quién tiene Rock & Pop número 31 de junio de 1988, tapa de Robert Plant y ninguna mención a la nota con Serú Girán?
Este libro viene, entonces, a tapar ese bache en la hemeroteca serugiranesca. Aquí están los cuatro SG repasando su historia en común, a diez años de Búzios y a seis de los conciertos finales en Obras. Aquí están Moro, Lebón, Aznar y Charly hablando sobre las voces hermafroditas, Grinbank y los másters de sus grabaciones; Billy Bond y el sello Music Hall; los discos solista de cada uno, los días de Pedro en Berklee, la novedad del video clip, qué hubiese pasado con Serú Girán en medio del creciente boom del rock nacional en Latinoamérica y una larga lista de temas que Di Vito y González prepararon con tanta nobleza como —lógico— ingenuidad, sin la asistencia de Google y arrastrados por la deriva de la conversación.
Evidentemente, este encuentro algo movilizó en los músicos, porque: a) cuarenta y cinco días más tarde, Lebón y Aznar fueron los invitados de Charly en el ciclo de shows que ofreció en Obras Sanitarias; y b) si bien Moro no estuvo en el escenario de Obras, en esa serie de conciertos García decidió tocar —por segunda y última vez en toda su carrera— “Cómo me gustaría ser negro”, el tema que le cedió al baterista rosarino para su álbum junto a Beto Satragni.
Cuando Di Vito y González tocaron el timbre séptimo quince en el portero eléctrico de Coronel Díaz 1905, Charly García acababa de terminar con las presentaciones porteñas de Parte de la religión en el Gran Rex y una posterior gira por el interior del país, Chile, Perú y Paraguay. Aquellos shows de fines del 87 fueron el ticket de ingreso de una nueva camada de fans que por cuestiones biológicas se quedaron afuera del Ferro 82, del dream team GIT + Fito y de todo 1986, con el artista repartido en proyectos de baja intensidad, como Las Ligas y Tango. Para ese público, nacido quizás en los primeros años setenta, Parte de la religión fue la iniciación y Serú Girán representaba una suerte de edad de oro reciente, el brillante pasado inmediato del ídolo.
Por su parte, Pedro Aznar se dividía entre el compositor de bandas sonoras, música para ballet y en la búsqueda del songwriter. David Lebón había montado su escuelita-estudio (TMA, Gascón 648, la locación de estas páginas) donde grabó Nunca te puedo alcanzar, su tercer y último disco para CBS; sus ganas de emigrar, manifestadas aquí, se concretarían pronto. Oscar Moro, en tanto, venía de integrar la última formación de Riff que grabó en la década del ochenta (Riff VII —1985— y Riff n’ Roll, registrado en vivo en 1986 y publicado el año siguiente).
Marzo de 1988 todavía era el tiempo de los ochenta, con sus daños colaterales quizás imperceptibles. Los noventa eran una cosa lejana y difusa, y la idea de una nueva vida para Serú Girán apenas un sueño de nostálgicos afiebrados.
El punto equidistante entre los Obras de 1982 y los River de diciembre de 1992 parece ser esta tarde de marzo de 1988, en que Charly García, Oscar Moro, David Lebón y Pedro Aznar se reunieron en el barrio de Almagro y, quizás sin sospecharlo, miraron tanto el pasado como al futuro.
> Un fragmento de La entrevista imposible
UN VERDADERO GRUPO
Por Luciano di Vito y Fernando González
–Una pregunta que puede ser estúpida, total ya hemos dicho tantas... ¿Por qué Serú Girán se llamaba Serú Girán?
Lebón: Fue por una letra inventada que hizo Charly muy linda. No teníamos ningún nombre y él me dijo que podíamos llamarnos Serú Girán y fue re-simple.
García: También nos íbamos a llamar Bicicletas.
–Creo que Bicicleta es el disco en el que más se plasma a nivel musical Serú Girán. Y hay un tema cumbre, “A los jóvenes de ayer”, donde cada uno de ustedes musicalmente lo da todo. ¿Es así?
Lebón: Sí, es lindo el tema ese, realmente tiene todo.
–¿Cuál es el mejor tema de Serú o el que más les gusta a cada uno?
Aznar: “Esperando nacer” es la gloria.
Lebón: A mí me gusta mucho “El mendigo en el andén” que fue uno de los primeros que hicimos.
Moro: A mí el longplay que más me gustó fue Peperina.
Lebón: Yo creo que Serú, en el sentido que hablábamos antes de los Beatles, era un grupo que no tenía muchos temas que no te gustaran. Eso era lo que yo notaba, yo ponía un disco de Serú y no era que salteaba un tema para escuchar el otro, sino que realmente todo tenía que ver. Tenía lindas melodías y yo siempre digo que Charly es el rey de los estribillos, o sea, que los estribillos eran siempre muy bellos y todos los temas se preparaban muy bien. No se podría elegir uno. Podría elegir un montón que me gustaron. Hasta “José Mercado”, que era medio un chiste, tenía sus cosas: era muy divertido y estaba bien grabado, bien pensado. Pienso que había un manejo inteligente sobre las letras que era importante. Yo me di cuenta hace muy poco de eso, no podés estar todo el tiempo contando cosas o tratando de enseñar, sino buscar un equilibrio. A la gente le encantaba escuchar qué era lo que decía Serú y eso era una cosa que copaba mucho en el público. Pasaba también con Sui Generis, pero a otro nivel. Serú era más completo.
–Pedro, ¿por qué en algunos de los discos de Serú establecías como un corte, una ruptura y grababas temas instrumentales u otro tipo de temas?
Aznar: Mirá, el lugar para mis temas fue cedido gentilmente por el maestro García, cosa que le agradezco profundamente. Me dijo: “Vos sos compositor también, hay un espacio en los discos para que vos pongas tus cosas”.
García: Sí, arriba del sello [risas].
Aznar: Yo estaba en un momento de búsqueda e investigación, algunas más felices que otras. Hay cosas que yo las escucho ahora y no tienen goyete alguno en relación con Serú Girán, me da hasta impresión que estén en los discos y digo qué loco, qué zarpado. Están muy fuera de contexto. Por ahí “Paranoia y soledad” está en contexto con La grasa, tiene todo que ver con el alma del disco que hablaba del momento de represión, del momento de cosa densa y de buscar la salida. Tenía que ver. El tema que me parece más incongruente de todos es “La luna de marzo” en Bicicleta. Por ahí poéticamente o conceptualmente tiene que ver con el disco, lo que pasa es que mi manera de interpretar la misma esencia compositiva que Charly o David era muy distinta.
–¿Cómo armaba Serú Girán sus discos, sus temas en el estudio?
Lebón: Me acuerdo que una vez en San Pablo con Charly estábamos haciendo la letra de “Coramina” [“Voy a mil”] y era muy divertido porque cuando nos juntábamos hacíamos primero una re-cómica, bien cómica, así que nos cagábamos de la risa y después se hacía la letra. Pero si no, se traía el tema, yo traía un tema y después ellos lo deformaban. Se trabajaba muy juntos. Por ejemplo, la mayoría de las letras las hacía Charly, salvo en algún tema que ya venía con letra, y después entre todos trabajábamos sin ningún tipo de egos, cada uno ponía su parte y Moro proponía tal ritmo y por ahí le decíamos que sí o que no, pero nunca le dijimos “yo quiero hacer tal cosa”. Lo lindo de Serú para mí era que cada tema cuando vos lo llevabas ellos lo disfrazaban, lo vestían tal cual lo hubiera vestido yo. Lo que pasa es que yo no podía tocar el bajo como él, no podía tocar los teclados como él, ni la batería como él, entonces eso era perfecto. No pasaba eso de que el tema se deformaba y terminaba en una cosa que no era. Pienso que en el caso de los temas del Flaco [Charly], en ese momento teníamos una afinidad componiendo, éramos bastante similares, creo que por estar tanto tiempo juntos también, incluso componíamos parecido. A veces yo ponía un estribillo en un tema suyo o él ponía un estribillo en uno mío y pegaba lindo.
–¿Cuál fue el disco de Serú que les resultó más fácil de grabar y cuál el más difícil?
Moro: A mí el disco que más fácil me resultó grabar y el que más me gustó fue Peperina. Fue el disco cumbre, el menos complicado para grabar y el más efectivo.
Aznar: El más difícil fue el primero, por lo caótico. Fue un caos divino la grabación, una bola de perder tiempo, guita, esfuerzo y energía.
Moro: La producción del primer disco era de Billy Bond, después [el siguiente disco] no fue de él.
García: Creo que logramos un lenguaje que ya cada uno sabía más o menos lo que tenía que hacer. Nos llevábamos bien en el sentido de no sobreimponer cosas a los otros y un poco también de dejar de lado cosas para que el tema quede mejor. Yo en ese sentido coincido con Moro: Peperina es el top.
Aznar: Además Peperina fue el disco mejor producido y el hecho de laburar con Amílcar Gilabert fue una ventaja impresionante. Vos escuchás el disco anterior y escuchás Peperina y hay un cambio de acá a la luna. Amílcar supo interpretar qué era lo que queríamos hacer y es un tipo que le puso polenta y creatividad todo el tiempo.
Lebón: Yo creo que a la gente lo que le gustó es que éramos un grupo, un verdadero grupo, y ahí el arte salía porque nadie imponía más de lo que podía o quería hacer, y eso también se notaba. Hay un sector del público argentino que es excelente, que sabe. Nosotros teníamos ese público y aparte era un público fino, lindo.
–¿Serú fue el mejor grupo que integraste?
Lebón: Yo creo que sí. Cuando era más joven Pescado me gustaba mucho también, pero no me di cuenta, pasó muy rápido y estaba medio en la pavada. Pero con Serú fui muy consciente. Aparte viví, sentí y estaba más concentrado en lo que estaba pasando.
–¿Y vos Moro? Tocaste con un montón de gente...
Moro: Sí, pero igual [Serú Girán] fue un grupo con el que me sentí bastante realizado. Se dejaba hacer muchas cosas, se podía fluir de una manera normal, digamos, sin nada impuesto. Creo que fue un crecimiento grande para todos, para mí fue impresionante. O sea, yo había estado con Los Gatos, pero fue mucho antes y fue otro tipo de experiencia. [Serú Girán] Fue el mejor grupo que integré, aparte de Los Gatos, que fue realmente una cosa muy grosa también porque fue el comienzo de una trayectoria del rock nacional.
–Que fue lo primero.
Moro: Exactamente, que fue lo primero, no quiere decir que sea mejor.
–¿Y vos Charly? ¿Fue tu mejor grupo Serú?
García: Sí.