Novedad en Belgrano
Nació como bar de vinos en Villa Crespo, se ganó el cariño de sus clientes, se multiplicó y levantó la apuesta. De eso se trata la flamante sucursal de Diviiino en Belgrano, un restaurante con carta más ambiciosa y el mismo amor por los vinos.
El nuevo Diviiino ocupa la planta baja del hotel Urbánica Suites, un local alargado y en forma de L, de aires algo elegantes al que intentan quitarle seriedad. Sillas y mesas de madera, un largo sillón de color claro sobre una pared, plantas y telones a modo de escenografía. En este lugar estuvo Orilla, el restaurante de Fernando Trocca, y se nota la intención de despegarse de ese pasado para ganar juventud. Así hay que entender la carta, con varios platos pensados para ir al medio de la mesa.
Las papas fritas son estrellas de la casa, con versiones que escapan al lugar común: salen con ketchup de kimchi y mayonesa de porotos fermentados ($6100) o con manteca trufada y queso parmesano ($6800). Siguen sabores de verano como los fallidos langostinos con melón, gazpacho de melón y dentelle ($11400) o un muy rico vitel toné de colita de cuadril ahumada, uva pasa en pickle y alcaparras ($12.000). Como manda la moda, hay un tartar (en este caso, de ojo de bife con bearnesa y papas pay, $10.800) y un excelente pancho de viena, con el ketchup de kimchi y la mayonesa de porotos fermentados, sumando papas pay a $10.000. Del restaurante de Trocca heredaron el Josper (maravilloso horno a leña) que usan para una pata muslo de pollo que sale con salsa verde, ensalada de tomates reliquia, mango y cilantro ($17.500); también se puede pedir la ceja de ojo de bife y furikake de maní con morrones asados con aceite de oliva a $22.500.
Unos setenta vinos recorren la geografía del país, arrancando en precios con el Criolla de Universo LB, de Bodega Ginard Ballester, a $9.600. Hay también cócteles creativos (la parte más corta de la L del salón es un bar en sí mismo), con opciones como el honeydew (Hesperidina, aguardiente de peras, pepino, lima y miel) a $4.400.
Una apuesta bienintencionada en un barrio conservador que precisa de novedades.
Diviiino Belgrano queda en Montañeses 2585. Horario de atención: todos los días de 20 a 24. Instagram: @diviiino.
Las artes culinarias
Cada vez son más los museos en Argentina que estrenan cafetería, restaurante y bar, sumando bienvenidos focos de atracción. Un ejemplo es el Bellas Artes, de los más lindos y completos museos de la Argentina, con ubicación estratégica en Recoleta. Ahí, a finales de 2021, abrió un pequeño polo gastronómico compuesto por tres lugares: Trapizzino Shop (con propuesta de pizzas y sándwiches), Colette Caffetteria (café y dulces) y, con más ambición, La Ferneteria Bar & Eatery.
La Fernetería (tienen sucursal más antigua en Palermo) apuesta al glamour: una brillosa barra de coctelería al medio, una vereda convertida en preciosa terraza con vista a la Facultad de Derecho, y una carta de sabores contundentes (y algo conservadores) que convence a su público y lo llena todos los días de la semana.
Las porciones son bien generosas, con precios medidos, tanto en entradas como en principales. Un muy buen arranque son las golosas berenjenas parmesanas ($6750), más ligero es el carpaccio de lomo ($16.900), más otoñal las albóndigas con pomodoro ($6900). Las pastas protagonizan la oferta con varias opciones, entre ellas unos ricos pappardelle con pesto, straciatella de búfala y pistachos ($9200), también unos rigatoni con bolognesa braseada y ricota cremosa ($8900). Se suman principales de peso, como la populista milanesa de peceto con spaghetti a la crema ($12900), el bife de chorizo con papas en dos cocciones y huevo frito a $16.500 y un flat iron (vacío del fino) con mucho (demasiado) chimichurri. De postre, el tiramisú con crema de fernet funciona a la perfección ($6600).
Los cócteles son divertidos, con varias mezclas de la casa: el Donatella Versace (Terrazas Chardonnay, solución cítrica, Sidra 1888, $5500) es ligero y perfumado; y vale la pena pedir el Sonrisas de Polaroid (Aperol, gin, shrub de mandarinas, bitter de pomelo y espumante extra brut, $7500), que llega a la mesa con una foto recién impresa del comensal que lo solicitó.
La Fernetería en el Bellas Artes cumple bien con su cometido: un lugar apto todo público, independiente y conectado al museo.
La Fernetería Bellas Artes queda en Av. Pres. Figueroa Alcorta 2250. Horario de atención: todos los días de 9 a 1 (viernes y sábados hasta las 4). Valet Parking. Instagram: @laferneteriabar.
El hijo predilecto
Podría decirse que Lardito, su nombre en diminutivo así lo indica, es el hijo de Lardo & Rosemary, un restaurante canchero y pionero de platitos y vinos nacido en La Lucila en 2017. Pero con ya dos años de vida, este hijo va más allá del lazo parental: en este tiempo no sólo ganó madurez sino identidad, logrando triunfar en un barrio tan candente como Chacarita, repleto de propuestas que, a groso modo, compiten buscando caminos similares.
Sus propietarios definen a Lardito como mezcla de vinoteca, wine bar y restaurante, y tienen argumentos para defender lo que dicen. El local ocupa lo que fue un galpón (paradójicamente Lardito es mucho más grande en tamaño que Lardo & Rosemary), y en ese ambiente encontró su espíritu más callejero: un hermoso patio, un salón con una única mesa larga e imponente, unos estantes donde se exhiben los vinos y una carta de platitos que deambula por sabores del mundo.
El menú es breve y juguetón. Wonton de langostinos y panceta ($8.500); las eternas papas fritas (el único plato que nunca sale de la carta) con aioli de remolacha, kétchup casero y sriracha verde ($6.300); unos hermosos mejillones con mango, aceite de chilli, perejil, cilantro y trigo sarraceno ($13.200; un risotto verde con hongos de pino, brócoli, arvejas y kale ($9.100), son algunas de las opciones. Distintas geografías culinarias representadas sin ortodoxia alguna. Entre las novedades, ahí está la versión de la casa de un Club Sándwich, en este caso de pechuga de pollo rebozada y frita, panceta, brotes de alfalfa, queso Dambo, lechuga, huevo, kétchup y aioli, una ricura a $9.700.
Los vinos están a la vista: uno va y elige qué tomar. Hay de todo un poco, con mucha presencia de bodegas pequeñas y de esos winemakers que hoy brillan en la escena indie vitivinícola argentina. Desde un Mayuco Malbec de las alturas salteñas a un naranjo mendocino de La Imaginación al Poder.
Lardito ganó a su público en Chacarita, con armas que sabe manejar bien. Juventud, medida transgresión y ambiente de amigos.
Lardito queda en Av. Jorge Newbery 3655. Horario de atención: martes a sábados de 19 a 24; sábados también de 12.30 a 15.30. Instagram: @lardito__.