Investigadoras de la carrera de Fonoaudiología de la Universidad Nacional de Rosario buscan identificar en las prácticas discursivas vigentes las representaciones sociales acerca de las personas sordas. El proyecto surgió dentro de la cátedra "Patología y terapéutica fonoaudiológica en la discapacidad auditiva" y fue a partir del trabajo con alumnos donde apareció la inquietud de saber qué pensaba la gente en realidad sobre lo que era una persona con sordera o de lo que significaba serlo. "Intentamos reconocer las representaciones sociales de la hipoacusia, pero no focalizamos en qué sabe la gente desde el conocimiento sino cuáles son esas imágenes mentales que se van formando en los grupos sociales", explicó María del Carmen Fumagalli.
Para las docentes fue un desafío hacer una investigación cualitativa en el marco de las ciencias médicas ya que no es lo más común, y por eso convocaron a colegas de lingüística para que intervinieran en el análisis del discurso. "Nos interesó porque tiene que ver con la sociedad, la cultura, los contextos situacionales tanto de la persona como del ámbito en el que esté inserta. Hay que tener en cuenta muchas variables para ir preguntando y que el otro no lo vea como una evaluación. Hacemos preguntas más abiertas para saber qué se piensa sobre una persona sorda", definió Marilina Chinellato.
La primera acción fue una encuesta piloto para poder delinear las preguntas que tenían mayor importancia y la forma de construcción de las mismas. Pero la prueba de fuego llegó cuando las investigadoras trabajaron con la primera población a analizar, compuesta por estudiantes de fonoaudiología de primer año. "Queríamos que fueran alumnos que recién empezaban, así no estaban tan influenciados por la carrera. Fuimos armando categorías de análisis a partir de la experiencia, donde surgieron dos miradas del sordo: una que tiene que ver con una postura más clínica y otra socioantropológica. La primera se vincula directamente con la detección, el equipamiento y la terapia, y la segunda respeta más al sordo como representante de una comunidad lingüística distinta que se maneja a partir del lenguaje de señas", analizó Fumagalli.
Como segundo momento del abordaje, se tomó para analizar a estudiantes del profesorado de sordos hipoacúsicos y se pudo ver que estaban más centrados en la mirada socioantropológica, destacando el respeto a la lengua de señas. "Se ve muy diferente la postura de esta población de alumnos del profesorado en cómo tratar de cambiar a la sociedad para que pueda comprender al sordo desde su manera de comunicación. Esto se diferencia de la mirada más clínica que busca revertir esa hipoacusia y tratar de que el sordo sea lo más parecido al oyente", comentó Celina Jasinski.
“Nos interesó porque tiene que ver con la sociedad, la cultura, los contextos situacionales”, dijo Marilina Chinellato.
Como conclusión preliminar, la posición del primer grupo es que los pacientes hipoacúsicos se deberían adaptar al resto de la sociedad y en la otra, el resto de la sociedad se debería adaptar a ellos. "A principio de este año empezamos a armar entrevistas y encuestas para trabajar con docentes de escuelas comunes que tienen integrados a niños sordos en sus aulas. Lo más probable es que tomemos esas entrevistas y hagamos un cierre de la primera etapa, aunque la idea del grupo es continuar con la línea de investigación, tratando de ver cuáles son las representaciones en otros grupos, como por ejemplo las autoridades, los ministros, los que deciden en políticas en salud, para ver cuál es su idea de la persona sorda, ya que ello determina cuáles son las reglamentaciones a seguir", resumió Fumagalli.
Las construcciones de las representaciones sociales sobre las personas con hipoacusia no son sencillas, porque no respetan un valor standard y son cambiantes según los dirigentes políticos de turno. "Vimos en trabajos de tesis que a veces se responde a una necesidad que existe pero no de la forma más adecuada, y se da porque la representación social que tienen esas personas que toman decisiones, no es la más ajustada a lo que realmente está pasando", confesó Romina Ocampo.
El análisis está llevando más tiempo del que las investigadoras imaginaban, porque al ser un estudio cualitativo, primero tuvieron que formarse en la metodología. "Diagramar la encuesta también es costoso, porque hay que construir preguntas abiertas que no condicionen la respuesta. Parece sencillo pero no lo es porque a veces una sola palabra puede orientar a determinada respuesta inconscientemente. Tratamos de que en la formulación no se representan las presiones por responder lo correcto sino que aparezcan los rasgos que buscamos", propuso Chinellato.
¿Cómo son las encuestas? "Son anónimas y no buscamos un juicio de valor. Son importantes para comprender cómo se fue formando la representación social y no desde el minuto cero, sino con la práctica. Luego, en el análisis puro tenemos que empezar a marcar palabras claves y ver qué quiso decir, por qué lo dijo y la manera que encontró para decirlo", explicó Jasinski.
La investigación fue presentada en algunos congresos científicos y sorprendió su buena recepción porque se diferenciaba en metodología y en necesidades en relación a trabajos desarrollados sobre la temática. ×Me llegaron a decir en unos de estos congresos que si se respeta lo que el sordo quiere, ¿a quién se le va a vender audífonos? Sin embargo, tenemos la concepción de respetar lo que cada paciente quiere, porque si bien se le puede ofrecer tecnología para mejorar su condición, hay que ver si realmente quiere eso", comentó Fumagalli.
"A través de los años las posturas fueron dicotómicas, ya que se trabajaba con lengua de señas o se seguía la línea de un tratamiento fonoaudiológico. Pero están surgiendo otras miradas que conciben que una cosa no excluye a la otra, o sea que pueden convivir las dos formas de comunicación. No hay necesidad de ubicarse de uno u otro lado", concluyó Romina Ocampo.
El equipo de investigación está integrado por las fonoaudiólogas María del Carmen Fumagalli, Marilina Chinellato, Celina Jasinski y Romina Ocampo.