La masiva manifestación convocada por organismos relacionados con la actividad audiovisual argentina, y acompañada por representantes de otras disciplinas artísticas, movimientos sociales y partidos políticos, terminó al gusto de Javier Milei y Patricia Bullrich: con represión, gases lacrimógenos, detenidos y un ciclista atropellado por un conductor que intentó darse a la fuga y terminó chocando con otro vehículo.
Pasadas las 18, cuando en las puertas del cine Gaumont se desarrollaba una conferencia de prensa seguida por centenares de personas de forma pacífica, la Policía de la Ciudad empezó a desplazar violentamente a los manifestantes, periodistas y reporterxs gráficxs que cubrían el evento. En el lugar no se había producido ningún disturbio, y al llegar las fuerzas policiales la gente reunida se limitó a dedicarle cánticos; pero claramente la orden era "limpiar" el lugar, lo que quedó de manifiesto ante la violencia con la que los efectivos primero intentaron hacer subir a la gente -artistas, trabajadores, estudiantes, cinéfilos de toda edad- a las veredas, y luego en el modo en que empezaron a agredir físicamente, con golpes de escudo, empellones y trompadas lanzadas aleatoriamente y con saña.
El despliegue de gases hizo que la gente se dispersara, pero la policía siguió embistiendo y detuvo a tres personas: Nicolás Carnevale, director y productor de cine; Nicolás Mayorga, integrante de la asamblea de San Martín; y Mario de Almeida, militante del Frente de Izquierda. A pesar de que las agresiones se iniciaron desde los efectivos de seguridad, por la noche el Jefe de Gobierno Jorge Macri destacó que había dos policías heridos en el pómulo, y que "en el caso de los detenidos y las pruebas de agresiones a la Policía, los vamos a denunciar. En ninguna parte del mundo te podés llevar puesto a un policía, ninguno de nosotros se animaría a hacerlo en Francia o Estados Unidos".
La movilización fue convocada por el colectivo Unidxs por la Cultura y la Asociación de Trabajadores del Estado luego de conocerse las resoluciones dictadas por Carlos Pirovano, presidente designado al frente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, quien, proveniente del mundo de las finanzas, no tiene ningún vínculo ni conocimiento del mundo de la creación audiovisual en la Argentina, que genera 700 mil puestos de trabajo directos e indirectos y conforma un colectivo creativo respetado y premiado en todo el mundo. El Incaa depende de la Secretaría de Cultura, bajo la órbita del Ministerio de Capital Humano que conduce Sandra Pettovello.
Además de múltiples recortes, el cierre de sedes de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica y las plataformas Cine.ar y Cine.ar Play, la desfinanciación del Fondo de Fomento, y la cancelación de aportes a los festivales de cine (el Festival de Mar del Plata es el único "Clase A" de Latinoamérica), las intenciones de Pirovano incluyen la firme intención de cerrar y privatizar el centenario Cine Gaumont; por ello, el edificio de Avenida Rivadavia 1635 fue el sitio elegido para la manifestación, una de tantas que viene sosteniendo el mundo de la cultura desde la asunción de un Gobierno decidido a arrasar con múltiples organismos dedicados a fomentar y difundir ese quehacer argentino. Además del encuentro en Congreso, hubo réplicas del mismo tenor en Jujuy, Rosario y Córdoba.
"Me sumo como un ciudadano más al que le encanta el cine argentino y quiere que sigan existiendo estas películas", señaló Leonardo Sbaraglia, presente en el lugar, a la señal C5N. "Yo estaba acá, no había ningún problema ni ninguna violencia y de repente llegó la policía y nos volvió a poner en la vereda. Tiraron gases, hacen un operativo como si estuviéramos cargados con fusiles, no tenemos nada", relató antes de ampliar sus razones para participar de la protesta: "Esta gente se está manifestando en defensa del cine argentino frente a un lugar emblemático, donde se estrenan películas que no se pueden estrenar en otro lado, donde se defiende un cine que el mercado de las exhibidoras y las distribuidores no defienden un cine que con todos estos recortes probablemente no pueda existir más. El Presidente tendría que estar orgulloso del cine que tenemos en nuestro país. Es una industria pujante, potente, respetada en todo el mundo. Acá la discusión ni siquiera es cultural, están dejando morir una industria que funciona muy bien. Es parte de nuestra bandera".