Debido a las miles de aclaraciones que brindó acerca de por qué la agrupación que lo dio a conocer se llamaba Me Darás Mil Hijos, Mariano Fernández Bussy recurrió a la síntesis extrema para bautizar a su nuevo proyecto grupal: “O, con tilde”, traduce el cantante y guitarrista. “Es muy concreto, corto y no tengo que dar explicaciones”. Si bien este emprendimiento sonoro comenzó a tomar forma el año pasado, hoy a las 21, como parte del ciclo Rebeldes, Soñadores y Fugitivos En Vivo - De la Radio al Escenario, ofrecerá su segundo recital. Pero no estarán solos. Compartirán el escenario de la sede de San Telmo de la sala Caras y Caretas (Venezuela 330) con Venus, la banda comandada por Guillermo Piccolini, al que el hermano Juan Pablo Fernández, frontman de Acorazado Potemkin, espera en la pizzería insignia del barrio de Chacarita. “Él también es parte de Ó”, advierte Fernández Bussy, una vez que su colega arriba al lugar, a propósito del show que compartieron hace unos meses en el Centro Cultural Recoleta. A lo que Picciolini responde: “Me acabo de enterar de que soy miembro”.
El nexo entre ambos músicos fue Gustavo Semmartin, quien no sólo es integrante de Ó y Me Darás Mil Hijos, sino también de Venus. “Nos conocemos desde hace muchos años, pero ahora nos cruzamos”, aclara Fernández Bussy. “Este no es un regreso, sino el inicio de algo. Me metí otra vez con un proyecto grupal porque soy fan del trabajo en equipo. Estuve tocando solo, pero rodeado de amigos. No dejé de componer nunca”. Con su flamante agrupación, el cantante y guitarrista salda una cuenta pendiente debido a que siempre deseó llevar adelante una banda eléctrica. “Este es un grupo más de rock. Estoy contento de volver a arrancar, de tocar en vivo y de grabar temas. Antes tenía mucha ansiedad porque me pasaran cosas, y hoy ya no me sucede eso. Al principio quería ser actor y estudiar cine, y terminé dejando todo porque la música me pasó por encima. Y luego de que me volví a alejar, debido a que un momento empecé a dedicarme a la producción, me sucedió lo mismo. Cuando pongo distancia, no me lo banco”.
A pesar de su intermitencia, Venus se mantiene activo. “Lo hacemos cuando nos da la gana”, justifica Piccolini. “No tuvimos manager ni discográfica. Nunca fue un proyecto comercial, estrictamente hablando”. Aunque en España y buena parte de América latina goza de una notable popularidad por haber sido miembro de la agrupación Los Toreros Muertos, protagonista del movimiento contracultural postfranquista conocido con el nombre de Movida Madrileña, al igual que artífice del himno “Mi agüita amarilla”, el compositor y productor considera que su presente es aún más glorioso. “No hice nada que sea de interés para una entrevista. Estudié piano, retomé la escritura y laburé para vivir. Cuando regresé a la Argentina en 2012, fue un momento complicado. Era la cuarta vez que me mudaba de país, y la segunda con una familia. Venus se cortó el año pasado, y nos parecía divertido volver. A nivel estético, ya no me interesa el rock. Lo que escucho ahora es música clásica, tango y folklore. Me llama más la atención un artista como José Larralde”.
De la misma forma que Ariel Roth, Alejo Stivel y Sergio Makaroff, Piccolini es partícipe del contingente de músicos argentinos establecidos en España que no logró ser profeta en su tierra, por más que en el otro lado del Atlántico se les tratara como celebridades. “No tuve el más mínimo interés por la fama”, asegura el ex Pachuco Cadáver y Lions in Love. “Lo que le pasa a muchos amigos con su popularidad, no se lo envidio en absoluto. Los Toreros se sacaron la lotería, los Lions también y si no hubiéramos hecho esa foto en pelotas con Pachuco para la tapa del disco, nadie nos hubiese escuchado”. De hecho, Fernández Bussy descubrió tardíamente los proyectos de su par. “Los escuché cuando mi hermano Santiago comenzó a tocar con Melingo. Es difícil moverse. Con los Mil Hijos fue imposible porque éramos 15 músicos. No podíamos sintetizar al grupo, pese a que recibimos propuestas de Europa. Es muy loco lo que nos pasó porque nuestra música llegó a muchos lugares. Y eso fue tirando muy para atrás a la banda. Hubo proyectos paralelos, juntarse era muy difícil”.
Mientras Piccolini confiesa que lo que más le interesa en este momento es tocar, el líder de Me Darás Mil Hijos, quien prepara el regreso de su banda, entiende que hay que adaptarse a la autogestión en tiempos de la 2.0. “Es algo que tenés que aprender a hacer, pese a que para mí también lo más importante es actuar y generar música con identidad. Yo me peleaba con los periodistas porque para mí los Mil Hijos hacían rock, porque creí que el género estaba cambiando. Pero en Sony, el sello con el que firmamos, teníamos un conflicto debido a que no sabían dónde ponernos. Lo único que le pedimos es que no nos ubicaran en la categoría de world music”. No obstante, si en algo coincide el tándem es en su redención por la canción, según el imaginario latinoamericano. “Con respecto a España, tenemos una relación más profunda”, explicita el mandamás de Venus. A lo que Fernández Bussy adhiere: “Mi melancolía vino de fábrica. Es más descontracturada, no hay una búsqueda seria. Escribir es un modo de catarsis, más allá de lo poético. Necesito creerme lo que digo”.