Con voz propia, juego y reflexión. Canticuénticos está de regreso e inicia una nueva temporada musical con nuevas canciones para las infancias. Recién llegado de España, y antes de desembarcar con nuevas giras por México, Colombia y Chile, el grupo santafesino realizará varios conciertos en el país para presentar su nuevo disco, Para saber que te quiero, ya disponible en todas las plataformas digitales.
Con entradas agotadas para la presentación de este sábado 16 en el patio del Konex, el grupo visitará Cañuelas este domingo 17 (Cine Teatro Cañuelas) y a continuación realizará funciones en Rosario el 23 de marzo (Teatro El Círculo) y en Córdoba el 6 de abril (Quality Espacio). Como siempre, habrá música para jugar y bailar.
Desde su primer disco, Canticuénticos embrujados, editado en 2009, el grupo formado por Ruth Hillar, Laura Ibáñez, Cintia Bertolino, Gonzalo Carmelé, Daniel Bianchi, Nahuel Ramayo y Sebastián Cúneo entretiene y al mismo tiempo invita a pensar. Con “Pañuelito blanco” homenajearon la lucha de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Con “Hay secretos” pusieron el foco en el abuso sexual infantil. En “Si viene de la tierra” le cantaron a la importancia del cuidado del medio ambiente. Y en esta oportunidad, el sexto álbum aborda nuevos temas como la adopción, la justicia social y la defensa de la educación pública.
“En todas nuestras canciones aparecen paisajes, personajes y situaciones cotidianas. Queremos que nuestra música sea una puerta por la que los niños se asomen para descubrir un repertorio rico y auténtico que nos represente como sociedad”, afirman los Canticuénticos en diálogo con Página/12.
-¿Cuáles fueron las premisas de este nuevo trabajo?
Ruth Hillar: - En cada disco tratamos de explorar un poco más este universo que es generar contenido para las niñeces trabajando con la música y la palabra, desde nuestro tiempo y lugar. Y al igual que en los trabajos anteriores, hay canciones para jugar y bailar como el merengue “El lorito Teté” que juega con las sílabas ta, te, ti, to, tu, o el cuarteto “El pulpo cocinero”, en el que este personaje reparte sus preparaciones haciendo justicia. También abordamos la ternura en el gualambao “Mainumby”, que canta a las presencias que ya no están, y en la guarania “En cunita de irupé”, una canción de cuna que mece el río. Además, hay una referencia al movimiento “slow” en la canción “Como el caracol” y una celebración de la escuela pública en la chamarrita “¿Cómo le va, Juanito?”
-El disco lleva el título de una de sus canciones, “Para saber que te quiero”, que aborda el tema de la adopción. ¿Por qué les interesó tratar esta temática?
R. H.: -La cueca “Para saber que te quiero” no les canta a las mapaternidades biológicas sino a las del amor no sanguíneo. Creo que el arte tiene una deuda con algunas temáticas que pareciera que no entran en el repertorio de posibilidades a la hora de generar contenidos. Y en este caso, estamos celebrando las diversidades familiares como son las adopciones, las familias ensambladas o las familias con dos papás. Frente a esto, que en otras épocas generaba silencio y ocultamiento, hoy queremos poner luz, música y orgullo amoroso. Esta canción tiene un video animado hermosísimo, que es obra de la realizadora húngara Kati Egely y que ganó premios a nivel internacional.
-Ustedes ya han abordado otras temáticas sensibles como la lucha de las Madres y Abuelas, el abuso sexual en las infancias y la problemática medioambiental. Hoy se ve un retroceso en muchas de estas causas. En este marco, ¿qué aportes vislumbran que puede hacer la música para acompañar en este momento?
Gonzalo Carmelé: -La canción, y el arte en general, puede ser un actor social de mucho peso porque tiene la posibilidad de comunicar de una manera muy potente. Y esa posibilidad conlleva una responsabilidad muy grande, ya que podemos, a través de las canciones, fomentar la construcción de sentido. Las canciones pueden preguntar, ayudar a sensibilizarnos frente a lo injusto y pueden incluso denunciar de una manera no violenta. La música siempre puede estar en las trincheras, abriendo debates, y acompañando reclamos y luchas.
-¿Qué proyectan para este 2024?
G.C.: -Vamos a seguir presentando nuestro sexto disco. Empezamos este año con la primera gira por España, donde nos encontramos con un público maravilloso que nos hizo sentir muy bienvenidos. Fueron conciertos hermosos, cargados de una energía muy fuerte. Nos parecía increíble escuchar cómo ese público, que creíamos lejano, cantaba con tantas ganas las canciones canticuénticas. Hacia adelante, se vienen giras y conciertos que nos vuelven a acercar a nuestros públicos vecinos. Y después de los conciertos en la Argentina, haremos ocho presentaciones en México. Todo este año nos vamos a estar repartiendo entre viajes por Latinoamérica y nuestro país. Andaremos por Chile, Colombia y Uruguay (quizá se sume algún país latinoamericano más), Rosario, Paraná, Noroeste, temporada de invierno en CABA y, por supuesto, conciertos en nuestra querida Santa Fe.
-Se cumplen 15 años desde que lanzaron su primer disco. ¿Qué balance hacen de todos estos años?
Daniel Bianchi: -Estos años nos dejaron muchas enseñanzas. Al comenzar, nos sorprendimos haciendo música para un público nuevo, porque la mayoría de nosotros venía de tocar folklore, jazz, música clásica o tango. También tuvimos que entender que con los niños tenemos que envolver las canciones con un papel muy especial, en el que aparecen los cuentos, las palabras, las situaciones y juegos en el escenario, y eso hace que los shows tengan una energía y un ida y vuelta muy especial con quienes van a escucharnos. De esa manera, fuimos construyendo un camino que sigue creciendo día a día en el esfuerzo, el compromiso y en el interés de los adultos que nos confían las orejitas y los corazones de sus hijos, y nos dejan entrar a sus casas y compartir los momentos familiares.
-En su impronta musical se destacan géneros argentinos y latinoamericanos. ¿Por qué consideran importante que las infancias conecten con estos ritmos?
D. B.: -Tenemos la fuerte convicción de que son esas músicas las que nos atraviesan y nos describen. Creemos que a través de ellas podemos plantar una bandera ante tanta globalización, y que este es nuestro modo de levantar la mano y decir: “Nosotros somos así. Pensamos de esta manera. Nos interesan estas cosas”. En definitiva, cantar con una voz propia hace que nuestros chicos reafirmen su identidad.