La derrota del mega DNU en el Senado constituyó también un llamado de atención a la codicia de las grandes corporaciones que aportaron para su redacción a los estudios de abogados que los representan. Así surgieron los puntos más ríspidos de la norma, los que atentaban contra la calidad de vida y los derechos de la inmensa mayoría. A tan sólo tres meses de asumir, Javier Milei se convirtió en el primer presidente en la historia del país al que el Senado le rechazó un decreto de necesidad y urgencia.
Desde la conducción de la UIA, hasta la Cámara de Comercio Argentino Norteamericana y la AEA respaldaron ese engendro, al que también se sumó la CAME, a pesar de que su aplicación implicaba la desaparición de miles de industrias y comercios. En las pocas semanas que lleva, el fracaso de esa estrategia hizo caer el consumo entre el 30 y el 40 por ciento, con el cierre de empresas y el derrumbe del valor de las que quedan, más la caída de la producción y de la inversión. Y llevó a la pobreza al 60 por ciento de los habitantes de este país.
Las versiones se contraponen. Algunas dicen que el gobierno ya sabía que perdería y que Milei seguía tranquilo el desarrollo del debate. Otras fuentes avisaron que desde el oficialismo se decía que habían quebrado a la mayoría que se necesitaba para rechazar el decreto. Lo real es que los días previos, los gobernadores se convirtieron en el centro de las presiones y recibieron llamadas insistentes del gobierno y de empresarios que los presionaban para conseguir el voto de los representantes provinciales.
Ambas visiones confluyeron: Milei estaba tranquilo mientras creyó que iba a ganar y se sacó de quicio cuando se enteró que no solamente había perdido, sino que los números eran peores que su peor cálculo. Solamente 25 a favor, 42 en contra y cuatro abstenciones. Los dos bloques peronistas tienen 33 votos. Los demás fueron de la supuesta oposición amigable.
Las cabezas de las grandes corporaciones que lo han apoyado, comenzaron a inquietarse y volvieron sus miradas hacia Mauricio Macri, que tampoco tiene mucho que mostrar de los cuatro años que fue presidente.
Los números tendrían que haber convencido a Milei de la estupidez de moverse en política con el “árbol de decisión”, “la validez cruzada” y otras herramientas de algoritmo e inteligencia artificial que no tienen en cuenta el factor humano, ni el político. Algunos comentaristas hiperoficialistas se han mostrado deslumbrados con estos términos que Milei, como buen econometrista ortodoxo, usa en privado para lograr ese efecto en los desinformados.
En vez de enojarse con sus matemáticas cuando le falló el cálculo, el Presidente enfocó toda la furia contra los legisladores que le votaron en contra. Si se toma en cuenta que sus afectos más cercanos, y en los únicos que confía, son su hermana y los perros, se deduce que es un personaje poco socializado. Sale poco de su encierro en la Quinta de Olivos y la Casa Rosada. Pero además no tiene partido considerable, no tiene experiencia política ni de gestión, y tampoco como empresario, ya que siempre fue empleado por ellos. Tampoco formó familia propia ni hace sus compras. No tiene idea del mundo más allá de su árbol de decisión y los cursillos que tomó con el dinosaurio de mayor antigüedad, Alberto Benegas Lynch, sobre una escuela de teorías económicas anacrónicas.
El rechazo del DNU en el Senado fue un golpe fuerte. Su gobierno quedó debilitado para negociar con esos posibles aliados a los que maltrató. El voto en contra del DNU de varios senadores se asentó en esa especulación de sus gobernadores.
Ningún gobernador, ni siquiera el bonaerense Axel Kicillof, dio por terminada la negociación por los fondos que le quitó el gobierno central a las provincias. Si el DNU no es rechazado o no se discute en Diputados, quedará vigente, a pesar del rechazo del Senado.
De aquí en adelante, cualquier negociación de los gobernadores encontrará a un Milei golpeado por el rechazo de la ley ómnibus y el DNU. Y les quedan muchas negociaciones si quiere salvar el DNU en Diputados y ganar el debate por la nueva ley ómnibus corta.
La oposición del peronismo y Unión por la Patria apunta más a los contenidos que implican el aumento de la pobreza y la destrucción de la economía. En cambio la oposición “amigable” rechaza las formas y al permitir la derrota del DNU en el Senado le mandó un mensaje al irascible Presidente.
Es difícil saber si el mensaje llegó a destino. La reacción política después de la votación fue la misma que cuando su vicepresidenta Victoria Villarruel habilitó el debate. Las sospechas presidenciales sobre la fidelidad de la mujer crecieron cuando ella armó sus propias líneas de llegada con Macri. Milei percibe al mundo desde la pantalla y la usa para interactuar. Su represalia fue echarle encima la patota digital centralizada en los trolls de Casa Rosada. Con dinero público (“de la nuestra”) esa patota de mantenidos atacó con amenazas e insultos, a los que el Presidente megusteó o reprodujo, desde una exhortación a que la cuelguen en la Plaza de Mayo hasta ataques por su supuesta orientación sexual.
Villarruel fue el centro de miles de mensajes ofensivos, difamatorios y violentos. La reacción de Milei fue la misma cuando perdió la votación en el Senado con una catarata histérica de tuiteos y whatsapeos contra los legisladores. Entre los que reprodujo, el más grave fue uno que difundió los números de teléfono y la dirección de correo electrónico de los senadores en una velada invitación a la violencia.
Algunos se preguntan si el fenómeno de Milei implicó una transformación epocal de los paradigmas políticos. Por lo pronto sus aportes han sido la extorsión abusiva y violenta a gobernadores y legisladores y en general a los disidentes, unido al desconocimiento de los marcos legales y de respeto a la división de poderes.
Pero lo más grave son las amenazas mafiosas, las campañas masivas de difamación contra el que no acuerda con sus posiciones, y los escraches mediáticos con el grupo de patoteros que manejan las redes. Si antes la política tenía defectos, en vez de superarlos, Milei la transformó en una práctica mafiosa. Si esto fuera la esencia de un cambio de época en la cultura de la política, querrá decir que se convirtió en un chiquero.
Pero sí es cierto que hay un cambio de época en un mundo que está sufriendo una profunda transformación entre una configuración unipolar ultrahegemonizada por Estados Unidos, que proponía un orden internacional basado en reglas impuestas desde esa hegemonía, a otro mundo multipolar. Las economías de las potencias occidentales se frenaron o entraron en recesión y han surgido con fuerza economías que antes eran consideradas periféricas como las de China, Rusia o India.
El debilitamiento de las economías de las potencias occidentales generó espacios propicios para el surgimiento de propuestas salvacionistas de la extrema derecha respaldadas por las elites de cada país y por los grandes fondos de inversión que realizan buenos negocios en este clima de guerras y quebrantos. Pero es un proceso de transición y el absurdo de Milei es parte de ese momento.