La Legislatura bonaerense abrió las puertas a debatir el uso de dispositivos tecnológicos, principalmente celulares, en las aulas. Se trata del proyecto presentado por el senador de Unión por la Patria Emmanuel González Santalla que apunta a prohibir su uso en las escuelas primarias a menos que lo autorice el docente. Distracciones y problemas vinculados a la socialización y el aprendizaje son las causas que expone en los fundamentos.
El legislador de Avellaneda afirma que, tras conversaciones con pediatras, psicólogos infantiles pero, principalmente, con docentes, obtuvo como conclusión la necesidad de esta regulación. “Muchos países de Europa están llevando a cabo medidas similares, incluso llegando a la escuela secundaria también”, remarca Santalla a Buenos Aires/12.
Estas acciones cruzando el océano Atlántico, cuenta, tienen como uno de sus sustentos más importante lo expuesto en julio del año pasado en el Informe Global de Monitoreo de la Educación presentado por la UNESCO. En su texto, explica el “riesgo del uso excesivo de tecnologías como celulares o tablets” y, consecuentemente, de las redes sociales.
En este caso, el universo sobre el que se busca actuar es el de la escuela primaria. Chicos y chicas que no superan los trece o catorce años. Según se detalla en los fundamentos de la iniciativa, es el período escolar donde se “sientan las bases para la construcción de aprendizajes esenciales para el resto de la vida, como la interacción y vinculación entre pares, la comprensión de textos, razonamiento matemático”, entre otras cuestiones.
La lectura de Santalla es que “con la pandemia se avanzó mucho en la aplicación de tecnología en la educación, pero que ahora se busca ir para atrás por las consecuencias en el aprendizaje y el mal uso”.
Sobre posibles oposiciones al proyecto, el senador que milita en las filas de La Cámpora remarca que “no se prohíbe llevar los teléfonos a la escuela, pero su uso está sujeto a la autorización del docente si considerada que habrá un uso pedagógico”. La respuesta se enmarca en el posible reclamo de las familias que se comunican con sus hijas e hijos por razones de seguridad y así saber si arribaron a la escuela o cuando se retiraron. “No se vería afectado porque la ley habla del uso en la jornada escolar”, resalta el senador.
De todas maneras, la iniciativa recién fue presentada y deberá transitar los distintos pasos legislativos e incluir el diálogo con la oposición y otros sectores. Según le informaron a este medio de parte del equipo de Santalla, aún resta avanzar en conversaciones con la Dirección General de Cultura y Educación, los sindicatos como SUTEBA, así como con los bloques opositores dentro de la Legislatura.
Un análisis sobre el uso de teconología
El texto de la norma presentada por Santalla parte de distintos estudios y estadísticas que rigen sobre el vínculo entre el aprendizaje y el uso de la tecnología. Como punto de partida, afirma que el Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE) basado en las últimas pruebas Aprender, arrojó que el 46 por ciento de alumnos de tercer grado no alcanza niveles mínimos de lectura. Además, sólo el 43 por ciento arriba con aprendizaje satisfactorio de lengua a sexto grado.
Por eso apunta a la escuela primaria. No reniega del “valor de dispositivos digitales en las aulas” y toma como ejemplo el programa Conectar Igualdad Bonaerense que entrega computadores a los alumnos en la provincia. Pero asegura que también tienen un umbral de distracciones y reemplaza actividades de socialización que atentan contra el aprendizaje.
Cita dentro de sus fundamentos a Audrey Azoulay, directora general de UNESCO, quien afirma que se demostró la utilidad de las herramientas digitales en la pandemia, “pero tienen límites”, ya que hasta una notificación del celular puede ser una distracción.
En varios países como Suecia, Irlanda, Reino Unido, Francia y Holanda, están vigentes legislaciones respecto al uso de telefonía celular en el ámbito educativo. A su vez, de la entidad que representa Azoulay aseguran que la accesibilidad a la tecnología es desigual y que no siempre está al servicio de la educación.
Desde el informe de la UNESCO se desprende que desde la tecnología llegó a las aulas de forma masiva, pero que, a nivel mundial, sólo el 31 por ciento de los chicos pudo ser incluido en la educación a distancia.
Además, plantea que la tecnología debe "apoyar, pero nunca suplantar, la conexión humana en la que se basan la enseñanza y el aprendizaje".
“Prestar demasiada atención a la tecnología en la educación suele tener un costo elevado. Es probable que la inversión en tecnología, y no en aulas, docentes y libros de texto para todos los niños de países de ingresos bajos y medio-bajos que no tienen acceso a estos recursos, provoque que el planeta se aleje de una educación global”, expone el informe.
Y agrega: “Algunos de los países más ricos del mundo garantizaban una escolaridad secundaria universal y unas competencias mínimas antes de la llegada de la tecnología digital, por lo que los niños no la necesitan para aprender”.
En este marco, el texto presentado por Santalla dice que el objetivo de la ley es regular el uso de los celulares y otros dispositivos “a fin de contrarrestar los efectos adversos que los mismos pueden tener para las infancias”.
Basado en datos que aducen que hay chicos que permanecen hasta ocho horas continuas frente a un video juego, el senador explica en el texto del proyecto que las consecuencias de este tipo de actos pueden ser un “detrimento en el tiempo utilizado al estudio, la lectura o la interacción entre pares”.
“También puede inducir a conductas agresivas”, agrega. Y menciona que hay otros efectos contraproducentes como una limitación a los juegos basados en la imaginación, un ingreso al manejo del dinero que puede derivar en adicciones al juego, o trastornos físicos auditivos, oculares o de postura.