Lollapalooza Argentina 2024 levantó el telón. Pese a que esta semana borrascosa despertó los recuerdos de su tercera jornada en 2018, en la que Pearl Jam y otros artistas más no pudieron actuar debido a la tormenta que se desató, la organización del festival sembró la calma y mantuvo informado al público de los pormenores que se presentaran. Incluso, a pocos minutos de abrir sus puertas. En la primera de sus tres fechas, celebrada el viernes último, los miles de personas que asistieron al Hipódromo de San Isidro disfrutaron de una cruzada de pluralidad musical, arte y activismo. Ante una notable renovación generacional en la convocatoria, los cinco escenarios esparcidos en el predio se convirtieron en amplificadores de las tendencias en boga, al igual que en vitrina de artistas clásicos.
Uno de ellos fue Blink-182. El trío californiano no sólo pudo concretar finalmente su debut en la Argentina sino que también saldó su deuda con sus fans locales. Y es que originalmente este desembarco se encontraba previsto para el año pasado. Pero Travis Barker, su baterista, se lesionó uno de sus dedos semanas antes de aterrizar en Ezeiza. Fue por eso que tuvieron que poner en pausa una gira que reúne a su formación original, a partir de su vuelta al ruedo en 2022. De hecho, durante su hora y media de actuación, el músico sentado detrás de los tambores se mostró como la pieza más solida de la banda. Lo evidenció apenas salieron al Escenario Flow. Mientras, sus compañeros, entre tema y tema, recurrían a una perorata tan innecesaria como ridícula, lindado con lo inverosímil, al hacer chistes sobre “tetas” y “bolas”.
Esto evocó la lluvia de críticas que recibió la escena pop punk en los '90, de la que fueron punta de lanza, por banalizar el legado de The Clash y Ramones. A estos aludieron, por cierto, en su tema “First Date”, de la misma forma que a TLC en “Dammit”. A contramano de la típica expresión, esta vez no valió la pena la espera. El cantante y bajista Mark Hoppus, y el igualmente vocalista y violero Tom DeLonge llegaron tarde hasta en sus alocuciones: “Primero, gracias. Segundo, Francia”, dijeron a poco de empezar. Tras usar como intro “Also Sprach Zarathustra”, de Richard Strauss (quizá lo mejor del show), desenfundaron una retahíla de hits radiales. Entre ellos destacaron “The Rock Show”, “I Miss You”, “Feeling This” y “One More Time” (así se llama su más reciente álbum), mientras que faltaron “Adam’s Song” y “Carousel”.
A propósito del revival que experimenta el género, que tiene en Green Day y Simple Plan (los canadienses volvieron a girar gracias a su nuevo disco, Harder Than It Looks) a lo más respetable de su progenie en esta época, por el mismo escenario había pasado previamente The Offspring. No tienen nada que ver con el pop punk, pero, al igual que Blink-182, son de California. Esa idiosincrasia emana de su manera de traducir el punk rock. O más bien del que hicieron en los años '90. Por más que mundo cambió, la banda comandada por el cantante Dexter Holland y el guitarrista Noodles single anclada en esos años. Cada vuelta suya a la Argentina parece un déjà vu. Y este Lollapalooza Argentina no fue la excepción. Parafraseando el título de su último álbum, habrá que esperar a que pasen los malos tiempos…
Los que vienen de un periodo ruin, sobre todo en lo anímico, son los integrantes de Arcade Fire. Sin embargo, como la música todo lo puede, durante su performance lograron exorcizar a sus demonios. La banda gestó su conjuro frente a una muchedumbre que conectó con su ritual, en lo que terminó por convertirse en lo mejor de la primera jornada del festival. Vaya que estos canadienses sí que saben encandilar, así como construir pasillos emocionales de los que luego es imposible escapar. Su vuelta a Buenos Aires coincidió los 10 años de su primera visita a la ciudad, de la mano del mismo festival. De todas las maneras que pudo, Win Butler, su frontman, demostró su emoción por este reencuentro. Hasta se le piantó el lagrimón en el inicio del tema “Unconditional I”, por lo que tuvo que parar.
En este cuarto de siglo, la avanzada indie de la nación norteamericana supo destacar por su dinámica de colectivo artístico y por hilvanar su relato inclusive en los shows en vivo. Todo esto sucedió en la noche del viernes. Arcade Fire arrancó de la forma más tribal, elemental y efectiva: mediante el baile. Tras tocar “Reflektor”, cuando ya tenía a la multitud cautiva, viró el volante hacia una instancia cancionera y melancólica con finura. Tanta que no perturbó la atención. Al brebaje, le añadieron más tarde sus característicos pasajes épicos, como “Intervention”. Mientras esto sucedía, Butler alternaba el liderazgo con su pareja, Régine Chassagne, y también la interacción con el público. Literalmente, le pusieron el cuerpo a los temas, sostenidos por un ensamble de músicos que parecía un ballet.
En medio de ese vaivén de sentimientos, el cantante y multiinstrumentista espetó en el tramo final: “Gracias a la vida” y mencionó a Javiera Parra. Tomando en cuenta que para el resto del mundo Latinoamérica suele ser un mismo caldo, se pensó que se trataba de una confusión. Pero no: por el escenario desfiló la nieta de Violeta Parra para recrear una apropiación semi sónica del himno de la icónica música chilena. Y después prestó su charango para la versión en español de “Wake Up”. “Pa’ alumbrar los corazones”, como cantara Atahualpa Yupanqui.
El otro premio de la jornada a la experimentación musical en tiempo real se lo llevó Ysy A. El MC puso a dialogar al trap y al tango, replicando lo que hizo en diciembre en cancha de Huracán, en el inicio de su show. Y lo logró con la complicidad de una orquesta y de Cucuza Castiello. Cuando Ca7riel y Paco Amoroso aparecieron en la grilla, todos pensaban que actuarían con su banda. Pasaron los días y se añadió que presentarían su álbum Baño María. Luego corrió el rumor de que la propuesta era una escucha del disco. Esto último fue lo que aconteció, pero con el dúo metido en un jacuzzi y con un séquito de personajes (entre ellos un cura dándoles la hostia) desfilando y bailando sobre el Alternative. Casi como en una fiesta Bresh. La presentación se coronó como la rareza (o lo más vanguardista) de entre toda la oferta, al igual que ver a Juliana Gattas sin Ale Sergi y cantando sus propias canciones. Salió airosa, lo mismo que los sets de Peces Raros, Evlay y Mariano Mellino. Y es que Lollapalooza Argentina, tal cual lo advertía una promo que circulaba en las pantallas, está para bailar y para dejarse llevar.