Quienes venían siguiendo la saga de True Detective desde aquella primera temporada en que la pareja de policías estuvo conformada por Matthew McConaughey y Woody Harrelson, esperaban con mucha expectativa esta nueva entrega, que se estrenó exactamente una década después.

Como en 2014, HBO Max -hoy Max- fue y sigue siendo la plataforma a través de la cual millones de espectadores siguieron semana a semana las sorprendentes derivaciones de una investigación que se fue complejizando minuto a minuto en cada capítulo.

La trama capta la atención del espectador desde el minuto inicial. En simultáneo con el ingreso a la noche polar, ocho científicos desaparecen de Tsalal, una Estación de Investigación del Ártico próxima a Ennis, la pequeña ciudad de Alaska inventada para la ocasión, sin dejar más que misteriosos rastros en el medio de la nada misma cubierta de nieve y hielo.

La investigación queda a cargo de Liz Danvers (interpretada por Jodie Foster), la jefa de Policía del lugar, quien a poco de comenzar sus pesquisas descubre los cadáveres de siete de los científicos y debe determinar cómo fue que todos salieron de la estación, en medio de la impiadosa noche ártica, hacia una muerte segura.

Danvers debe vérselas no sólo con las dificultades del caso sino con la irrupción en la investigación de otra mujer policía, Evangeline Navarro, personaje que asume Kali Reis, quien antes de ser actriz fue campeona mundial de box en dos categorías.

Navarro también es policía, pero estatal, y comparte con Danvers un conflictivo pasado que se va develando a medida que avanza la temporada. Esa áspera relación atraviesa los capítulos pero a la vez termina aportando al esclarecimiento del caso, en el que se cruzan la mitología ártica, los negocios y la corrupción que lleva adelante un laboratorio multinacional –The Tuttle Corp–, las relaciones interpersonales que todos conocen al dedillo por ser un poblado chico, y el machismo exacerbado de los lugareños, que encuentra la notable resistencia de las mujeres nativas y de ambas policías.

Además de Foster y Reis, se destaca en su desempeño la actriz irlandesa Fiona Shaw –que supo caracterizar brillantemente a la jefa del espionaje británico Carolyn Martens en la magnífica serie Killing Eve– y completan el elenco Finn Bennett, Christopher Eccleston, Isabella Star LaBlanc y John Hawkes, con apariciones esporádicas de Aka Niviâna, Anna Lambe, June Thiele, Diane Benson y Joel D. Montgrand.

Se trata de la primera temporada de True Detective a la que se le asignó un subtítulo –Night Country, o Tierra Nocturna, en Latinoamérica, Noche Polar en España- y es la primera vez que Jodie Foster trabaja en una tira televisiva.

Hace ya tiempo, en una entrevista concedida a The A.V. Club, un sitio que se ocupa de publicar reseñas de películas, música, televisión, libros y juegos, y también realizar reportajes, la guionista de la seria, Issa López, reconoció que para dar vida a las locaciones de la serie se inspiró en el Nostromo de Ridley Scott, The Overlook de Stanley Kubrik y The Thing de John Carpenter.

Si bien existen algunos guiños de López a la trama de las primeras temporadas, escritas por Nic Pizzolatto, son pocos los puntos de contacto entre ambas entregas. Incluso el creador de la serie original llegó a ser muy crítico respecto de la producción de la temporada que culminó el pasado 18 de febrero, capítulo que fue visto por casi 13 millones de espectadores, un verdadero record.

La previa y el final del rodaje y producción de la temporada no estuvieron exentos de rispideces y roces entre el guionista original de True Detective –quien terminó desempeñándose tan solo como productor ejecutivo– y su sucesora. El primero fue impiadoso con ella principalmente por el estilo narrativo. Y respecto de la intención de encontrarle un anclaje con la primera entrega, Pizzolatto disparó: “Es tan estúpida. Ciertamente no tuve ninguna intervención en esta historia o en algo más. No me pueden culpar”.

La réplica de Issa no se hizo esperar, aunque fue mucho menos agresiva: “Creo que cada narrador tiene una relación muy específica y peculiar con las historias que crean, y cualquiera sea su reacción, él tiene derecho a decirla”. Y agregó, como para cerrar la polémica: “Escribí Tierra nocturna con profundo amor por el trabajo que él hizo, y amor por la gente que amó la serie. Y es una reinvención, es diferente y ha sido hecha con la idea de reunirse alrededor de la fogata, divertirnos un poco, sentir y pensar”.

Lo cierto es que a lo largo de esta cuarta temporada la oscuridad no solo prima por la noche polar, a la que continuamente se hace referencia visual, sino a las personalidades de las protagonistas principales y al entorno místico y algo fantasmal del lugar.

En cuanto a los detalles del rodaje, en realidad nunca se filmó en Alaska, sino en Islandia, entre noviembre de 2022 y abril de 2023, con un presupuesto que alcanzó los 60 millones de dólares.

Una de las curiosidades que presenta esta temporada es que uno de los actores es un argentino que hace años vive en Reikiavik y en la serie interpreta a un biofísico llamado Molina, quien antes de que todo se desmadre se encuentra filmándose a sí mismo con su celular mientras prepara un sandwich. En realidad se llama Pablo Frana, es profesor de teatro, nació en Azul, fue criado en Junín, estudió en Buenos Aires y su último periplo lo llevó hace dos años y medio a la capital de Islandia.

En definitiva, son ocho episodios que mantienen al espectador en estado de alerta, con momentos de tensión dramática y, también, algunos baches, rebuscados rulos argumentales y algún que otro cliché.

Altamente recomendada para preparar un maratón de fin de semana (lluvioso).