Desde Londres
El gobierno conservador se ha convertido en una explosiva coctelera de neoliberalismo, ajuste, racismo e hipocresía. Los multimillonarios donantes que sostienen a los Tories están en el centro del último escándalo que sacude a un gobierno extenuado por 14 años de austeridad. El primer ministro Rishi Sunak, que no se pierde una, quedó en el medio de la tormenta.
El matutino The Guardian publicó el lunes pasado una exclusiva que alteró el avispero político y policial. Frank Hester, mega-donante del Partido Conservador (unos 12 millones de dólares el año pasado), había dicho a colegas suyos que mirar a la diputada Diane Abbot “le hace odiar a todas las mujeres negras” y que a Abbot había que darle un tiro (“should be shot”). En esa misma reunión, Hester aclaró que él no odiaba a todas las mujeres negras, pero que Abbot “le hace odiar al resto de las negras porque Abott es una de ellas”.
Curiosamente Hester dijo que él aborrecía el racismo y que el progreso en la vida no debía “basarse en el color de la piel, su origen étnico o de dónde vienen sus padres”. Al mismo tiempo y sin percibir contradicciones, Hester añadió que en su compañía “se la pasaban burlándose de lo que llamo el rincón asiático donde todos los trabajadores chinos se sientan juntos a comer todos los días”
Hester está al frente de la Phoenix Partnership (TPP), una empresa tecnológica, que obtuvo contratos con el Servicio Nacional de Salud (NHS) y otros organismos públicos por más de 500 millones de dólares desde 2016. La revelación durante el curso de la semana de que Hester había donado otros cinco millones este año se añadió a esta coctelera tóxica de financiamiento partidario, contratos y racismo. Estos 15 millones de libras (unos 17 millones en dólares) equivalen a lo que los conservadores gastaron en la campaña que llevó a Boris Johnson al gobierno en las elecciones de 2019.
El tsunami de las reacciones
Las revelaciones del matutino provocaron una condena de todos los partidos políticos, incluyendo a los conservadores, los sindicatos, organizaciones empresariales y los medios. La policía señaló que estaba investigando el tema. “Estamos evaluándolo en conjunción con la policía de West Yorkshire ya que el aparente delito fue cometido en Leeds”, señaló el comunicado.
En este consenso sobre el rechazo al racismo logrado en las últimas dos décadas del siglo XX aparecen siempre las hilachas y agujeros de la hipocresía. Sunak puso la máxima distancia posible con Hester hasta que se publicó una foto del millonario con el primer ministro en un evento partidario para recaudar fondos. No solo sonreían a la cámara. Hester, reveló el The Guardian, tuvo una reunión con Sunak en Leeds y desembolsó las 16 mil libras que costó el helicóptero alquilado para que el primer minbistro participara en una reunión partidaria.
Musk también
En el corazón de los proyectos empresariales de Hester está la Inteligencia Artificial. El mismo Hester calcinó a Sunak revelando que había tenido “largas conversaciones con Rishi sobre el tema”. En un evento en Londres, Hester se codeó con Elon Musk y el primer ministro que, como decíamos no se pierde una, se hizo presente y conversó con el ídolo de Milei sobre la inteligencia artificial.
El laborismo, que les lleva a los conservadores una ventaja de 17 puntos en las encuestas, está de parabienes. “Rishi Sunak tiene que transparentar cuál es su relación con Frank Hester y cuántas veces lo vio desde que asumió como primer ministro”, dijo la presidenta del partido Anneliese Dodds.
La flecha de Dodds es más envenenada de lo que parece porque apunta más allá del mismo Sunak. La relación de Hester con los conservadores se retrotrae a los tiempos de David Cameron quien gobernó desde 2010 hasta que el Brexit se lo llevó en 2016. En 2013 lo incluyó en una delegación selecta que visitó a la India, país al que regresó unos meses más tarde con Ken Clarke, un conservador que ocupó la mitad de las carteras ministeriales en décadas de carrera política.
Uno de los eventos electorales de 2015 de Cameron para su reelección se hizo en las oficinas de su compañía, la TPP. Unos meses después el ministro de finanzas, George Osborne lo llevó a China para avanzar en un proyecto que pretendía resolver las diferencias entre el afluente sur inglés y el empobrecido norte, el llamado “Northern Powerhouse”, proyecto liquidado por Sunak durante esta última ola de austeridad conservadora. Boris Johnson no podía estar ausente en la lista. Hester tuvo un aparte con él en una reunión de jefes de estado de la Mancomunidad de Naciones en 2022.
El tema de las donaciones es central en este año electoral. En 2019 el límite del gasto electoral partidario era de 19 millones de libras: ese año los conservadores gastaron bastante menos (16,9 millones). Pero desde entonces el techo ha crecido a 34 millones de libras. Algunos conservadores, como el ex ministro de finanzas Osborne, el de los viajes chinos, han procurado borrar la historia con una posición dura que haga olvidar viejos pecados. “Es una paradoja. Los Tories dicen que no hay que dar dinero a grupos extremistas pero al mismo tiempo lo aceptan de alguien que es por definición un extremista”, dijo Osborne.
Más de una leyenda del pasado conservador ha coincidido con Osborne de que el Partido tiene que devolver el dinero. Hay que mirar tanta honestidad con un toque de escepticismo. Están todos jubilados: ninguno tiene una elección a la vista. Los portavoces de 10 Downing Street se negaron a hablar del tema. Como están las cosas, los conservadores necesitan todo el dinero del mundo, de donde venga, para montar una campaña que los salve de una catastrófica derrota electoral.