Hunter S. Thompson y Carrie Bradshaw. El personaje principal de Las chicas del autobús (reciente estreno de Max) oscila entre esos polos emblemáticos del periodismo gonzo y de las columnas de color ficticias. Del primero tiene un cuadro colgado en su oficina (de tanto en tanto su fantasma se apersona para aconsejarla). Y aunque no lo perciba ni verbalice, su espíritu se parece muchísimo al de la hedonista narradora de Sex and the City. La serie sigue a una atribulada y joven cronista política con el ambiente y pretexto de las primarias presidenciales en Estados Unidos. Como si se tratase de una excursión al campaign trail, el relato se acomoda con solvencia a los géneros de comedia, romance y drama, en tanto seduce y embebe con referencias al Nuevo Periodismo.
Desde que tiene memoria, Sadie McCarthy (Melissa Benoit de Superchica) quiso ser periodista. ¿Su objetivo para cada artículo que lleva su firma? “Que nazca algo entre la tormenta con las palabras justas, las que importan”, sentencia la reportera de un medio calcado del New York Times. Su especialidad son las crónicas políticas picantes y por eso se prepara para el rally que la va a llevar por distintas regiones hasta consagrar al candidato de un partido en la contienda para llegar a la Casa Blanca. El problema es que, en los caucus anteriores, se dejó nublar por su romanticismo y correrías en la ruta.
Así que su editor (Griffin Dunne) la pone a prueba. Debe conseguir entrevistas exclusivas y redactar con más objetividad que corazón. “Si la política actual es un reality show horroroso y sin final, las primarias vienen a ser la primera versión de The Bachellor”, escribe Sadie mientras la pantalla presenta a los candidatos: el blanquito caliente de Kansas, el geriátrico, la estrella de acción, la novata progre y la que tiene todas las de ganar. Personajes con los que se irá entrecruzando más allá de lo recomendable en el transcurso de estos diez episodios. Es decir, nada indica de que su promesa de “estar enfocada, objetiva y sobria” vaya a cumplirse.
Las chicas del autobús, como deja en claro su título, explora los viajes personales y profesionales de varias mujeres. En ningún momento Sadie oculta su ambición (“no vengo a hacerme amigas, son competidoras”) ni la nostalgia por viejas glorias de la prensa escrita setentosa. Grace (Carla Gugino), con muchísimas primarias sobre sus espaldas, resulta una mentora y guerrera sin piedad en eso de obtener una primicia. Kimberlyn (Christina Elmore) es la cronista que juega doblemente de visitante, como afromaericana en una canal conservador, devota de Colin Powell y enemiga declarada de las filas demócratas. Por último, Lola (Natasha Behnam) es la influencer (“con más seguidores que el Washington Post”) superficial y libertina que repele al resto. Un bicho raro e incómodo para este viaje dentro del microcosmos de la política.
La entrega fue creada por Amy Chozick, autora a su vez de Chasing Hillary, el libro de crónicas sobre las dos contiendas electorales que dejaron nocaut a Mrs. Clinton. A saber, aquí no hay alusiones directas a esas convenciones sino que se imagina una a partir de los dogmas que enseñaran Casi Famosos (Cameron Crowe; 2000), más los escandaletes, climas y tipos de personajes vistos en Colores primarios (Mike Nichols; 1998). “Lo que buscamos fue retratar a estas mujeres muy distintas que se vuelven una familia en medio de la campaña. Sabíamos que no queríamos revivir lo de 2016. Nadie querría ver eso de nuevo”, aclaró su showrunner.