Desde París
Eduardo FebbroLa Unión Europea salió de la relativa reserva que había mantenido hasta ahora ante el auge del movimiento independentista catalán. Ahora en un flujo convergente pero dispar, varios responsables del organismo europeo así como dirigentes del Viejo Continente salieron al paso en el momento más culminante de la crisis española. Uno de los primeros en pronunciarse fue el presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk, quien alegó que “para la Unión Europea nada cambia. España continúa siendo nuestro único interlocutor”. En suma, el Consejo no reconoce la independencia de Cataluña, y, por ende, no la admite como miembro sino que es el Estado español el “único interlocutor”. Sin embargo, Tusk también dirigió un claro mensaje a Madrid. El presidente del Consejo dijo que esperaba que “prevalezca la fuerza de los argumentos y no el argumento de la fuerza”. Más tarde, Antonio Tajani, el presidente del Parlamento Europeo, ahondó en ese sentido cuando expresó que “dentro de la UE nadie reconocerá la Independencia” porque el voto del Parlamento catalán la (independencia) “es contrario al Estado de derecho, a la Constitución española y al mismo estatuto de autonomía de Cataluña”. Tajani agregó que todos estos elementos “forman parte de la categorización legal de la Unión Europea”. En cuanto al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, este reiteró lo que había manifestado hace un par de semanas: “Europa no necesita más fisuras ni fracturas”. Juncker explicó que no buscaba “meterse en el debate” español pero reforzó la idea de que “mañana no quisiera que haya una Unión Europea con 95 Estados miembros”. En Francia, el presidente Emmanuel Macron fue tajante en su rechazo a la declaración de independencia. El jefe del Estado reafirmó su “pleno respaldo” al Presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, para que “haga respetar el Estado de derecho en España”. Luego, el responsable de la diplomacia francesa, Jean-Yves Le Drian, recalcó que Francia “no reconoce la declaración de independencia que el Parlamento catalán acaba de adoptar”
Más que todas estas declaraciones lo que tiene un peso considerable es la posición de Alemania. A través de su portavoz, Steffen Seibert, la canciller alemana Angela Merkel aclaró que “el Gobierno alemán no reconoce la declaración de independencia unilateral del Parlamento” (catalán). La misma fuente se basó en lo que consideró como “un voto declarado ilegal por los tribunales españoles. Seguimos anhelando ver que se mantenga el Estado de derecho, que la Constitución española sea respetada y la unidad preservada”. Resulta también curiosa la reacción del líder del grupo parlamentario europeo (Liberal), Guy Verhofstadt, del que forma parte PDeCAT, el Partido Demócrata Europeo Catalán, quien respaldó a ultima hora la declaración de independencia. Verhofstadt habló de “falsa independencia” y rehusó reconocer el hecho. En Italia, el Ministro de Relaciones Exteriores, Angelino Alfano, juzgó que el paso dado por Cataluña constituía “un gesto gravísimo y totalmente fuera del marco de la ley”. Por consiguiente, Alfano ratificó que “Italia no reconoce ni reconocerá la declaración unilateral de independencia”. La única voz discordante en este concierto de condenas es la de Escocia, región del Reino Unido donde el independentismo es pujante y donde ya se celebró un referendo de autonomía perdido por los independentistas. Fiona Hyslop, a cargo de las Asuntos exteriores de Escocia, de la Cultura y del Turismo, matizó la fuerza condenatoria de los otros miembros de la UE. Hyslop dijo que “entiende” la postura del Ejecutivo catalán, admitió “el derecho de España a oponerse a la independencia” al tiempo que defendió el principio según el cual “el pueblo de Cataluña debe contar con la capacidad de determinar su propio futuro”. La responsable escocesa afirmó que, en todo caso, “la declaración de independencia intervino después de que se rechazaran los reiterados llamados al diálogo”, en consecuencia, “la imposición de un gobierno directo no puede ser la solución. Esta situación debería preocupar a todos los demócratas”. Por el momento, los pronunciamientos europeos han sido fuertes pero aislados. No ha habido cumbre extraordinaria, ni reunión de urgencia entre cancilleres, ni mensaje unitario, ni resolución del Parlamento Europeo, ni siquiera un comunicado oficial de la Comisión Europea. Signo de que, sin dudas, las evaluaciones pueden cambiar de rumbo.