“Por la senda de Juan. Desde Paraguay, América Latina y otros sures” es el título del libro compilado por Oscar Cáceres Jiménez y editado en Asunción (Paraguay) por el Instituto Latinoamericano de Comunicación, para hacer memoria y recoger testimonios sobre los aportes a la comunicación, y en particular a la comunicación popular, de quien fuera en vida uno de los más brillantes intelectuales paraguayos contemporáneos: Juan Díaz Bordenave (1926-2012).
A lo largo de 265 páginas la obra reúne aportes, consideraciones y testimonios de comunicadores y comunicadores de toda América Latina que compartieron con Díaz Bordenave tareas, jornadas de reflexión, encuentros, congresos y, sobre todo, perspectivas respecto de la comunicación, la educación y la política. Entre quienes sumaron sus aportes a este libro se cuentan figuras reconocidas de la investigación de la comunicación en la Argentina como Daniel Prieto Castillo, Sandra Massoni y Gustavo Cimadevilla, el uruguayo Gabriel Kaplún, y los bolivianos Alfonso Gumucio Dagron y Luis Ramiro Beltrán. En total son 22 autoras y autores que aportan desde diferentes capítulos sobre educación, interculturalidad y ciudadanía relacionadas con la comunicación y a ello de sumas testimonios, memorias y recuerdos sobre la vida y la obra del intelectual paraguayo.
Fue en Montevideo, en mayo de 2012 y con ocasión del Congreso de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC), cuando con la sencillez y la humildad que siempre le fue característica, Díaz Bordenave intentó desmentir el calificativo de “investigador” con el que fue presentado para dar su conferencia magistral en ese foro continental. “Yo no soy investigador en el sentido clásico de la investigación”, dijo entonces. “La investigación es una cosa formal, tiene rigor científico, yo no lo sigo. Mi misión es la divulgación, la interpretación que exige la creación de nuevos conocimientos”, agregó.
Uno de sus grandes amigos y colega con quien compartió tareas fue el boliviano Luis Ramiro Beltrán (1930-2015), uno de los pioneros de la investigación en comunicación en América Latina. Al recordarlo Beltrán decía que “Juan Díaz Bordenave emprendió la reflexión sistemática sobre la comunicación horizontal, poniendo énfasis en la participación del pueblo en la toma de decisiones sobre asuntos de interés público, por medio de la comunicación libre y dialógica”.
En ese sentido Díaz Bordenave estaba lejos de ser un investigador “en el sentido clásico”. En una entrevista que se le hizo con ocasión de una de sus visitas a Bolivia sostuvo que “la nueva comunicación y la nueva educación, pueden servir para revertir la dominación, para desarrollar ideas en que el verdadero protagonista del cambio es el obrero, el campesino, las clases populares y no los gobiernos y empresarios solamente”.
En 1982 Díaz Bordenave escribió en la revista Chasqui, de CIESPAL, que "la comunicación participativa o alternativa no aparece como algo aislado, sino como un instrumento orgánico de las organizaciones populares y como una herramienta de participación”. Ya entonces tenía absoluta claridad respecto del rol político de la comunicación. Más cerca en el tiempo advirtió que “el viejo modelo civilizatorio representado por el capitalismo occidental se está desmoronando y la humanidad está buscando un modelo que lo sustituya. Al capitalismo nunca le faltó ingenio y astucia y utiliza la comunicación y los comunicadores como instrumento para continuar en pie”.
Hizo también la “apología de la escucha”. Para comunicar, decía, es imprescindible escuchar, mucho y con atención. Su comunicación comenzaba por la escucha. Y la investigación por el mismo lugar. Luego venía la reflexión, la palabra serena, el señalamiento profundo y agudo. Y la pedagogía del maestro. Se lo escuchó cientos de veces contando historias, anécdotas de su vida y de la de tantos y tantas a los que conoció a través de su infatigable transitar por el mundo, particularmente por América Latina. Y rescatando historias de la vida de las personas con las que dialogaba y compartía. Esa era su estrategia pedagógica y comunicacional: partir del otro, ponerse en el lugar del otro.
Aunque forzosamente tuvo que vivir fuera de Paraguay por razones de exilio, amó entrañablemente a su pueblo y dio testimonio de ello cuando decidió regresar a su país para integrar la Comisión de Verdad y Justicia y respaldar la tarea comunicacional y educativa del gobierno del presidente Fernando Lugo. Tanta fue su entrega, la participación en foros, en encuentros con organizaciones populares, los miles de kilómetros recorridos, como su dolor y su frustración cuando Lugo fue destituido por un golpe institucional.
En un mensaje electrónico enviado a sus amigos en el exterior afirmó entonces, sin ninguna ambigüedad, que “el golpe parlamentario” es “mercenario y farisaico” y “en mi percepción, se trató de una manifestación natural de la confrontación continental y mundial de dos conceptos antagónicos de democracia: aquella que la ve como el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, y aquella que la ve como el gobierno de las clases dominantes, por las clases dominantes y para las clases dominantes”. Aseguró también en esa ocasión que “los principales autores del golpe no obraron por ideales sino por intereses” y que entre los golpistas “estaban terratenientes latifundistas, empresarios del agronegocio sojero y propietarios de industrias”. Completó su análisis diciendo que junto a los mencionados se agruparon “miembros de la alta burguesía, políticos de partidos tradicionales, religiosos conservadores, jefes militares, miembros de la clase media alta, representantes paraguayos de multinacionales”, porque todos ellos estaban “preocupados por la amenaza que, en su entender, Lugo representaba para sus propiedades, intereses y privilegios”.
Cuando en una oportunidad publicamos en Página 12 una reflexión sobre la política en Paraguay bajo el título “declaraciones de intelectual paraguayo” su única observación fue: “¿Por qué me tildaron de intelectual? Yo no soy un intelectual, soy un simple comunicador y educador”.