El presidente Javier Milei participó este lunes del acto por los 32 años del atentado contra la Embajada de Israel en Buenos Aires, que tuvo lugar el 17 de marzo de 1992 y dejó un saldo de 22 muertos y 242 heridos.
Milei llegó a las 14.15 a la intersección de las calles Arroyo y Suipacha, en el barrio de Retiro, acompañado por su hermana Karina. Luego del tradicional homenaje a las víctimas, y de las palabras del embajador de Israel, Eyal Sela, estaba previsto que el ultraderechista brinde un breve discurso, algo que finalmente no ocurrió.
La presencia de Milei este lunes -es la primera vez en más de 20 años que un mandatario asiste al homenaje a las víctimas del ataque- fue una nueva señal en su intento de forjar una alianza con Israel, país que visitó el mes pasado, en una gira internacional donde ratificó su intención de mudar la embajada Argentina de Tel Aviv a Jerusalén.
En un gesto nada inocente, Milei estuvo acompañado por la vicepresidenta Victoria Villarruel -con quien mantuvo cruces la semana pasada por el rechazo del DNU 70/2023 en el Senado-, el portavoz presidencial Manuel Adorni, la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, y el ministro del Interior, Guillermo Francos, entre otros funcionarios del gabinete.
Quien sí ofreció unas palabras durante el homenaje fue el embajador de Israel en Argentina, Eyal Sela, quien dijo que “todo diplomático israelí siente que estas paredes llenas de cicatrices podrían haber sido sus oficinas”.
“Hace 32 años que Hezbollah acabó con este edificio y sembró el terror, dos años después, Irán volvió a planificar otro atentado que terminó con la AMIA”, señaló Sela. Y agregó, sobre el conflicto actual en Israel: “hace tan solo unos meses, Hamas ingresó a Israel y volvió a escribir con sangre la historia de decenas de argentinos que fueron asesinados o secuestrados. La familia de los Cúneo y los Vivas, rehenes de Hamas. Argentinos e israelíes volvimos a fundirnos en este dolor”, lamentó.
Por el atentado a la Embajada de Israel en 1992, al igual que ocurrió con el atentado a la AMIA, nunca se determinó de dónde salieron los explosivos, quién los cargó en la camioneta Ford F-100 con la que se perpetró el ataque ni la existencia o no de un suicida. La causa instruida por la Corte Suprema fue tan burda que en 1992 se habló de 29 víctimas y recién cinco años después se estableció que los muertos fueron 22.