La tercera película de Nicolás Gil Lavedra, Como el mar -que se estrenará en salas el jueves 28 de marzo-, establece una reflexión sobre un tema que también atravesó sus dos anteriores trabajos, cada uno a su modo. Su ópera prima fue Verdades verdaderas, la biopic de Estela de Carlotto, con el protagónico de Susú Pecoraro. La segunda fue el thriller Las grietas de Jara, basado en la novela de homónima de Claudia Piñeiro, con Joaquín Furriel. Tanto como en sus dos primeros films, Como el mar permite una reflexión sobre la identidad.
La película es una coproducción entre Argentina y Uruguay, con apoyo de la Fundación Octubre. Cuenta la historia de Azul (Zoe Hochbaum) y Paula (Sofía Gala Castiglione), que tienen 17 y 34 años respectivamente y acaban de perder a su mamá, Teresa. Hurgando en los recuerdos, Azul descubre un dato revelador: Paula no es su hermana sino su mamá, y Teresa no es su madre, sino su abuela. Este dato lo ofrece la película al comienzo y no es un desenlace sino el punto de partida de un viaje transformador, tras el impacto que tiene la adolescente porque desde ese momento quiere saber todo sobre su padre. En un viaje sanador, se encontrarán con la tía Mecha, interpretada por la española Carmen Maura, en una participación especial.
Como el mar fue escrito por Hochbaum y Gustavo Gersberg. La idea es también de la actriz, que primero quería hacer una obra de teatro con esa temática. "No es sobre una una historia real, pero a una amiga mía del secundario le había pasado algo similar", cuenta Hochbaum en la entrevista con Página/12 y otros medios. "Me agarré de la reacción de mi amiga que tiene que ver mucho con cómo es Azul y cómo ella se toma toda esta historia. Yo justo estaba haciendo un taller de guión con Gustavo y le pedí por favor que me escribiera una obra de teatro. Tenía muchas ganas de hacer teatro porque, en ese entonces, no había hecho".
Pero Gersberg redobló la apuesta y le propuso que la escribieran juntos. "Teníamos fecha de estreno de la obra en Hasta Trilce y Nicolás me convocó para hacer la obra La ventana del árbol y Ana Frank. Y ya veníamos de trabajar juntos en Las grietas de Jara. Ahí quise retomar el proyecto. Era una historia que me convocaba mucho porque todavía la ley del aborto no estaba sancionada, simplemente estaba en los proyectos, pero no salía. Se hablaba de la maternidad, pero recién se comenzaba a hablar de este concepto de la maternidad deseada o no deseada. Y era algo que me convocaba mucho como mujer y como joven. Y cuando finalmente decidimos hacer la película lo llamé a Nico", afirma Hochbaum.
-Nicolás, ¿cómo fue dirigir esta película más femenina desde el guión, las actrices hasta el tema de la maternidad? ¿Y cómo fue el trabajo para reflejar ese mundo femenino?
Nicolás Gil Lavedra: -Muy difícil. me acuerdo que después del primer ensayo con Sofía y con Zoe, lo primero que pensé fue: ¿Qué hago acá? ¿Desde dónde yo tengo que ver con esto? A medida que esos ensayos iban avanzando, iba acompañándolas a sacar toda esa fuerza femenina que tiene el relato que van llevando estas mujeres, a quienes luego se les suma Carmen Maura. Me di cuenta que desde la cámara yo podía amorosamente contar lo que ellas iban viviendo. Intentamos no quedarnos en el dolor ni en el reproche, sino que mi trabajo consistió en ir llevándolas desde la cámara y acompañarlas lo más posible en lo que es el trayecto del viaje que emprenden. El trayecto aparente. Siempre digo que Cabo Polonio es el trayecto donde ellas quieren llegar, pero sin saber que, en realidad, hay otro trayecto que tiene que ver con el vínculo de ellas dos y ese encuentro que tienen gracias a ese viaje. Lo que pensaba para el inicio del viaje era todo más apretado, mucho más sofocante por lo que vivían. La idea era que, a medida que ellas se iban liberando con sus verdades y con sus personalidades y se iban aceptando, también pasaba lo mismo con la cámara y el paisaje. Ahí fui encontrando el lugar en esta película que es hiper femenina.
-Más allá de la relación entre ellas, hay un objetivo de hablar de la búsqueda de la identidad de las mujeres. Zoe, ¿ese es un tema mayor para vos?
Zoe Hochbaum:- Sobre todo de la adolescencia. Paula, el personaje de Sofía, tiene su propia búsqueda de identidad, también medio forzada porque nadie sabe si Azul no encontraba eso, si Paula se lo iba a decir en algún momento. Pero creo que también hay algo de la adolescencia. Muchos nos preguntan por qué Azul reacciona como lo hace y no se enoja o rompe todo. Porque nos interesaba mostrar toda esa parte de la adolescencia que siempre está tan subestimada: el adolescente siempre es el rebelde, el que se pelea, el que putea, el que se enoja, el que trata mal. Y, de pronto, podemos mostrar que, en realidad, esta adolescente es, por momentos, más adulta que la adulta.
N. G. L.: -Así son los seres humanos. La mejor manera de hablar de determinados temas es humanizarlos. En el momento en que el personaje de Sofía habla de su maternidad, fue un poco llevarlo a cómo lo sintió ella y después actoralmente ver qué les pasa a ellas con eso. Y ver ahí cómo seguía la historia después de ese momento. Lo mismo con el momento en que el personaje de Zoe descubre la verdad. ¿Y ahora qué? Ahí es donde se está acomodando. Es humanizarlo, pero no desde el lugar de una bajada de línea de "esto sí", "esto no" o "lo que pensamos nosotros", sino que los personajes hablen, se muevan y sientan. Eso es lo más importante. Cada escena era compleja porque tenía enojos, risas, llantos, como nos pasa a todos en la familia y más con los vínculos tan cercanos.
-¿Hay una idea de familia que quiere mostrar la película o, en realidad, muestra que la idea tradicional de familia está en crisis como sucede en la actualidad, en la vida real?
N. G. L.: -Tiene que ver con entender y aceptar que existen modelos de familia, tipos de familia, tipos de vínculos como los tipos de gente que existe. La película habla básicamente de la aceptación, de la aceptación sobre el otro y no desde el lugar del reproche sino de "aceptar cómo sos, me sumás por acá, me acompañás desde este lugar". Como en el caso del vínculo de los personajes de ellas, que son amigas, hermanas, madre e hija... La película va y viene en eso y nos los juzga, sino que lo intenta retratar y acompañar hasta que ellas puedan aceptarse. La familia es familia, el tema es aceptar esas miserias, y las decisiones que fueron tomando otros en determinados momentos, que nos pueden doler, que pueden estar mal ética o moralmente, pero uno también hace lo que puede. Y frente a eso, ver qué me quedó de saldo positivo.
-¿Cómo ven la actualidad del cine en la Argentina, con todo lo que se está viviendo?
Z. H.: -Ya era una responsabilidad como actriz y ahora como productora la siento doble de seguir haciendo cine. Estamos todo el tiempo viendo noticias de "Eso cerró", "Esto va a cerrar". Y creo que los productores y los realizadores, en general, tenemos que seguir haciendo cine con lo que podamos, generar nuevas alianzas entre nosotros. Y si vamos a tener un Estado que no nos va a cuidar, que no va a contemplar nuestro cine, que nos va a sacar todo lo que pueda de la cultura, entonces, será nuestra responsabilidad no permitir que eso pase. Yo con mi granito de arena siento una gran responsabilidad. Creo que producir cine argentino en un momento tan difícil es resistir, estrenar es resistir y sobre todo expandirlo. No nos olvidemos de la calidad del cine que tenemos, de la calidad de actores que tenemos, de los realizadores, de la gente con ganas de hacer cine porque si no, pareciera que, de pronto, a toda la Argentina no le importa el cine. ¡No! Es un grupo al que no le importa el cine, pero siempre hubo gente que no le interesó la cultura o que lo primero que podían sacar era la cultura. Es nuestro trabajo como ciudadanos y como realizadores no permitir que eso pase. Es mantener una cultura viva.