El uso que le dio la ultraderecha a las redes sociales en las últimas elecciones y los resultados obtenidos, demostraron una vez más que las redes deben contarse dentro de la categoría medios de comunicación y que, por ende, el rol de los medios y de los comunicadores y comunicadoras nacional-populares es tan influyente hacia el propio espacio como las mentiras de los medios hegemónicos y los trolls libertarios hacia el suyo. Por eso las prácticas racistas de los youtubers Tomas Rebord y Juan Ruffo, junto con el periodista Iván Schargrodsky en BLENDER o la banalización de la discriminación por parte de Marcos Aramburu, Matías Mowszet y Señora Bimbo en GELATINA ante la decisión del gobierno de Milei de desmantelar el Inadi, no pueden ser pasadas por alto. Se trata de comunicadores y comunicadoras que se identifican con el campo nacional y popular, que pretenden estar del lado correcto de la historia y, sin embargo, se terminan por comportar en línea con el vocero presidencial Adormi o El Presto.
El comunicador de la ultraderecha Eduardo Prestofelippo, conocido como "El Presto", fue recientemente denunciado por Pablo Moyano por hostigamiento, discriminación y calumnias. Mientras el influencer destilaba odio racial al dirigente sindical con insultos racistas como “grone” y “cúmulo de grasa negra que no sabe ni leer”, a Aramburu, a Mowszet y a Miss Bimbo se les ocurrió abordar con humor el anuncio del supuesto cierre del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo. Pero en lugar de utilizar el humor como estrategia de denuncia, improvisaron “chistes” que recaen sobre las víctimas. Desde BLENDER, Rebord, Ruffo y Schargrodsky se burlan de la cultura africana con premeditación y alevosía, y suben la apuesta semana a semana.
Parece ser una marca de época la proliferación de plataformas y aumento de la popularidad de los canales de streaming y de streamers que se presentan como la “nueva comunicación”, “frescos”, “transgresores”, “políticamente incorrectos”, “reales”. Presentar insultos racistas como una forma de humor y ampararse en la libertad de expresión no es ni irreverente ni novedoso. El del humor es, de hecho, el argumento histórico de los racistas para justificarse (“¿no se puede hacer un chiste ahora?”) y la supuesta defensa de la libertad de expresión es el que usa el actual gobierno para justificar todas las barbaridades espetadas por sus funcionarios y seguidores (en palabras de la canciller Diana Mondino: “Brillante decisión de cerrar el INADI, baja el gasto y aumenta la libertad de expresión”).
El caso de Rebord, Ruffo y Schargrodsky, que conducen “Hay algo ahí” por BLENDER, se destaca por hacer de esta práctica una marca del programa. Desde el 27 de febrero, todos los martes, el programa cuenta con una columna de opinión política donde presentan a Iván Schargrodsky, bajo el nombre de “La hora africana”. La introducción del bloque gira en torno a presentar a Schargrodsky como “el africano” y hacer de ello algo gracioso. Para el triste cometido se visten con ropas y accesorios africanos y ponen el Waka Waka de Shakira de fondo, lanza de utilería y referencia al “salvajismo” incluidos.
Debemos empezar por señalar que Schargrodsky no es africano. Se trata de una fabricación que surge en una entrevista en otro programa de youtube, el cual también conducía Rebord. En esa entrevista, Schargrodsky cuenta que sus abuelos italianos huían de la Italia fascista y se encontraban exiliados en una colonia italiana en Libia cuando su madre llegó al mundo. El nacimiento en el continente africano fue una casualidad, su madre tenía ciudadanía italiana y nunca se identificó con culturas africanas. A pesar de lo expuesto por el propio Schargrodsky, Rebord insistió en declararlo africano y ese mote pareció seguirlo desde entonces. Por ejemplo en Futurock, otro espacio digital donde Schargrodsky supo desempeñarse como columnista político. Allí la conductora Julia Mengolini bromeaba sobre el apodo que le había puesto Rebord y en no pocas ocasiones se refirió a él como “el africano”.
La pregunta que cabe hacerse es qué buscan Rebord y compañía al llamar a la columna de Schargrodsky “La hora africana”, cuando Schargrodsky no es africano. Cuando él mismo lo niega y explica que nació en Bahía Blanca, hijo de madre italiana y padre judío argentino. ¿A qué responde esa decisión? Los conductores mismos hacen explícito que saben que lo que están haciendo está mal. El columnista cuenta que lo han acusado de apropiación cultural y el co-conductor Juan Ruffo dice que él y Rebord no podían disfrazarse (sic) de africanos porque sería ofensivo. ¿Por qué, entonces, a la semana siguiente Rebord y Ruffo arrancan el programa ya disfrazados y terminan bailando el Waka Waka? Los desafío a reflexionar lo siguiente. Dado que el papá de Schargrodsky es judío y que, por ende, su ascendencia judía es un hecho, ¿les parecería igual de válido renombrar la columna como “La hora judía”, al columnista como “El judío”, vestir Kipa, Talit y Tefilín y recibirlo con música klezmer en lugar de Shakira?
La subestimación y/o ridiculización de culturas no hegemónicas es parte de la herida colonial que no sana y es indispensable que demos estas discusiones dentro del movimiento nacional y popular si queremos salir de esta crisis de dimensiones catastróficas. Hemos pedido a nuestra dirigencia política que hagan autocrítica, que reconozcan los errores que provocaron una ruptura con los sectores populares y nos llevaron a esta debacle libertaria insensible, que se burla del pueblo trabajador, de los pobres, de los jubilados. Pero el campo nacional y popular no son sólo los dirigentes, somos todos, incluídos los comunicadores.
Afrontar las adversidades con humor es sano, deseable. ¡En “La vida es bella” Roberto Benigni pudo abordar la Shoá desde el humor! Bienvenido el humor. Puede dar herramientas para decodificar injusticias y fuerza para enfrentar los obstáculos que se nos presentan. El humor antirracista es, de hecho, un gran antídoto contra la derrota y hasta puede dar herramientas para la transformación. Pero el humor antirracista no se ríe de la víctima, denuncia al victimario.
Si los comunicadores nac&pop no abandonaron sus principios por más likes y views, deben dar las explicaciones del caso. En el campo nacional y popular el racismo es inadmisible. Rebord, Ruffo y Schargrodsky todavía están a tiempo. Habrá que reflexionar, pedir disculpas sentidas y encarar un genuino proceso de reparación. El racismo no es un juego, no es un chiste. El racismo oprime, explota, deshumaniza y mata. Subestimar y banalizar el racismo lo perpetúa.