Una niñera que llevaba a dos chicos al colegio este lunes recibió el impacto de una bala perdida en La Boca. Aunque la mujer, llamada Sandra, contó que sintió un ardor en la espalda, siempre creyó que era un bicho que la había picado, hasta que una mamá le advirtió que tenía sangre.
"Se dio cuenta de que empecé a sangrar. Me dijo que me quedara tranquila y llamamos al 911. Luego ingresé como pude a la escuela, pero era demasiado lo que sangraba”, explicó la víctima. Recién cuando los médicos llegaron a la institución, corroboraron que lo que tenía en la espalda era una bala, algo que le llamó la atención ya que no había escuchado una detonación.
“Fue muy fuerte, me rompió la remera y la camisa. Si la bala no pegaba en el omóplato iba directo al corazón”, detalló Sandra. Acerca del momento que vivió, la niñera expresó que sigue angustiada y sin entender de dónde provino la bala: "El SAME me llevó al Hospital Argerich y me dijeron que volví a nacer”.
“El impacto fue muy fuerte. Yo sentí una electricidad en la espalda, me di vuelta a mirar y no había nadie. Así que yo creo que hay un loco tirando acá en estos edificios. Convoco a los vecinos, si saben algo, si vieron algo”, agregó.
El incidente tuvo lugar en la intersección Eduardo Braun Menéndez y Miguel Carlos Victorica, en el complejo de edificios Catalina Sur, a las 07:45, a 50 metros del colegio al que llevaba a niños de 2 y 3 años, de acuerdo a lo informado por fuentes policiales.
Según su relato, la víctima sintió un ardor en la espalda y le dijo a los chicos que cuidaba que la había picado un "bichito". "Sentí como si me hubiese picado un mosquito", así definió Sandra la sensación del balazo que impactó en su omóplato izquierdo.
En un principio, los médicos prefirieron no decirle que le habían disparado una bala para no asustarla y decidieron llevarla directo al hospital para ser atendida.
Una de las hipótesis que sostiene la Policía de la Ciudad es que el disparo podría haber provenido desde una torre del complejo Catalinas Sur, posiblemente bajo la utilización de un silenciador dado que nadie llegó a oír el impacto. Otra teoría es que se trate de una bala perdida, pero por el momento se aguarda el resultado de las pericias.
Lo que se sabe hasta ahora es que, a través de la visualización del registro de las cámaras de seguridad, se detectó que era una bala calibre 22, en lugar de una primera creencia de que se trataba de un balín. La munición sigue alojada dentro del cuerpo de Sandra y se decidió que así continúe porque su vida “no corre peligro”.
De alta en su casa y dando entrevistas a los medios, la mujer contó: “El médico me dijo que le dé gracias a Dios porque, si no pegaba en el omóplato, esa bala iba derecho al corazón. Tengo que agradecer a Dios que estoy viva”.
“Estoy mal, con bronca, con impotencia, porque -si hay un loco tirando- todos los días, hay niños. Juegan a la tarde acá. Esto se tiene que investigar, yo voy a ir hasta las últimas consecuencias. No sabemos cuándo el loco va a salir a tirar”, agregó.
Este martes al mediodía la comunidad educativa realizó un “ruidazo” dentro de la escuela a fin de visibilizar la inseguridad: “Tengo a mis nietas que siempre las saco a pasear, pero ahora voy a quedar con miedo. No voy a querer sacar a ningún niño a pasear. Le doy gracias a Dios que no le tocó a ningún menor”, manifestó la víctima.