Los que vivieron para contarlo, y tuvieron el coraje de dar testimonio. Los que pusieron el cuerpo y la subjetividad en los estrados. Los que atravesaron el horror, fueron juzgados y sospechados, y nunca dejaron de luchar. A ese colectivo particular dentro del gran colectivo de derechos humanos que es el de los sobrevivientes, fue dedicada la visita guiada especial de ayer en la ex Esma, numerosa y celebratoria en varios sentidos, con la presencia de las Madres Taty Almeida y Vera Jarach. Se celebraba un aniversario redondo, los 20 años de "la visita del 19", como se recuerda a un acontecimiento excepcional en la historia argentina: el día en que un grupo de sobrevivientes ingresó por primera vez, al campo clandestino de detención donde habían sido secuestrados y torturados, junto al presidente de la Nación. Allí estaban, otro 19 de marzo, dos décadas después, muchas y muchos de ellos, volviendo entrar a lo que ahora es un espacio de memoria, pero en aquel lejano 2004 era, todavía, territorio de la Marina. Faltaban cinco días para que Néstor Kirchner, en aquel 24 de marzo que también fue una bisagra histórica, firmara el traspaso del predio y pidiera públicamente perdón en nombre del Estado, como ya lo había hecho frente a ellos y ellas en la intimidad de aquella primera visita, en el sótano del Casino de Oficiales donde habían sido torturados.
No es lo único que ocurrió ayer en una tarde cargada de reencuentros, abrazos y presentaciones de hijes y nietes. Ocurrió también que las y los sobrevivientes quisieron reconocer "a quienes nos abrieron los brazos, sin estigmatizaron ni juzgarnos, nos acompañaron en todo el proceso tan cálidamente, y hasta nos tuvieron paciencia, porque no todos estuvimos decididos a testimoniar desde un principio". Con esa idea desde el Consejo de sobrevivientes de la Esma entregaron el reconocimiento "Sara Solarz de Otasinsky" "por el compromiso en la búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia", a la periodista de Página/12 Luciana Bertoia, el abogado especializado en derechos humanos y querellante en causas de lesa humanidad PabloLlonto, el fotógrafo documental que investigó los vuelos de la muerte Giancarlo Ceraudo y a los integrantes del Centro Ulloa de asistencia a víctimas de violaciones de derechos humanos.
Aquel día bisagra
"A mis 94 años, para mí todos son pendejos. A ustedes, que han sufrido acá mismo, y que siguen adelante, yo les quiero decir gracias porque permanentemente hacen memoria, hoy más que nunca, cuando hay quienes quieren borrarla", dedicó Taty Almeida a los sobrevivientes, aprovechando la ocasión para invitar a una marcha del 24 que, anticipa, será histórica. "Todo mi tiempo está dedicado a recordar, a hacer recordar, y a mirar hacia adelante. Mi legado se puede decir en pocas palabras: yo apuesto a los sueños, los de nuestros hijos y los nuestros también", sumó Vera Jarach.
Antes, la visita guiada había sido ocasión de recuerdos que iban surgiendo en las diferentes paradas: la puerta de ingreso, el emblemático edificio Cuatro Columnas, la enfermería, finalmente el Casino de Oficiales, hoy Museo Sitio de Memoria declarado por la Unesco Patrimonio Mundial. Recordaron el horror, el mismo portón por el que alguna vez los trajeron secuestrados. Pero fueron más los recuerdos luminosos, los de aquel 19 de marzo de 2004: "Me acuerdo que estábamos en el ómnibus que nos trajo, paralizados, y Andrés Castillo (histórico dirigente de la Bancaria, ya fallecido) dijo: 'acá una vez entramos encapuchados, ahora entremos con la cabeza bien alta", evocó Susana Leiracha, junto a su marido Osvaldo Barros.
"En mi vida y en la de tantos otros, aquello fue una bisagra", le cuenta Norma Suzal a Página/12. "Yo era muy chica cuando estuve acá, tenía 17 años. Y no hablaba del tema, no había podido decir una palabra porque era tan terrible lo que tenía para contar, que lo metía para adentro. Y fue después de 2004 que pude empezar a contar. Sentí que se estaba dando vuelta una página".
Ana Soffiantini, Miriam Lewin, Lila Pastoriza, Ana Testa, Máximo Cargnelutti, Laura Reborati, Norma y su hermana Adriana Suzal, Ricardo Coquet, Mercedes Carazo, Alfredo “Mantecol” Ayala, Norma Burgos, Néstor Fuentes, Manuel Franco, Cristina Salguero, también sumaron sus recuerdos como sobrevivientes. "Fueron sus testimonios los que sacaron a la luz la verdad, que se impuso sobre el pacto de silencio que aun se mantiene entre los militares", destacó el guía del predio. Se sumaron la sobreviviente de la Noche de los Lápices Emilce Moler, el juez Alejandro Slokar, la representante de los organismos en el ente público de la exESMA Gabriela Alegre, la directora del Museo Sitio de Memoria Esma, Mayki Gorosito, la directora del ECuNHi, Verónica Parodi, entre otras y otros.
Se calcula que por este centro clandestino de detención, tortura y muerte ubicado en pleno barrio de Núñez, que consta de 17 hectáreas, 35 edificios y un campo de deportes detrás de la Avenida Lugones, pasaron unos 5000 secuestrados, y que unos 250 sobrevivieron. La mayoría fueron arrojados vivos al mar en los llamados "vuelos de la muerte"; se sabe que los cuerpos de otros fueron incinerados en el campo de deportes.
Abrazo a los que abrazan
La elección de "Sara Solarz de Osatinsky" para nombrar el reconocimiento que se entregó ayer reivindica a "Quica" en su rol de militante secuestrada en la Esma, querellante en juicios de lesa humanidad y única sobreviviente de una familia diezmada por la dictadura. Pero, sobre todo, de "madraza" que amparaba y acompañaba en los partos a las mujeres, la mayoría muy jóvenes, que parieron en la Esma. "En nombre de quien nos abrazó, reconocemos a los que nos abrazan", se explicó.
Bertoia expresó su "gratitud con los sobrevivientes, que generosamente vuelven a reabrir esta historia trágica y dolorosa a los que nos toca contarla", compartiendo el reconocimiento con sus compañeros de Página/12, "porque es la tarea en la que estamos todos los días". Recordó "la oposicion férrea de hace veinte años, de sectores que hoy son gobierno. La coyuntura se vuelve mas compleja y estar acá es parte del compromiso. Creo que en esta etapa al periodismo nos demanda a las y los periodistas no sólo acompañar las luchas, sino contribuir a la búsqueda de la verdad", advirtió.
Llonto recordó sus comienzos en el Cels, "cuando en 1982, con unos pelos largos pero negros, ingresaba para dar una mano a un abogado que hizo mucho más por las causas de derechos humanos, y sobre todo por la causa Esma, Luis Zamora", y el primer caso de la causa Esma en el que trabajó, el de Norma Arrostito. Celebró las 320 sentencias condenatorias, los 1200 genocidas condenados, los 17 juicios, 2 de la causa Esma, que siguen en marcha.
Desde el Centro Ulloa valoraron el trabajo realizado como "una experiencia inédita en el mundo, la de humanizar el dispositivo judicial, hacer de frontera entre los jueces y fiscales por lo que significaba introducir todo ese dolor en los juicios". Los sobrevivientes, a su vez, les agredecieron "por amparar la subjetividad atravesada por ese dolor infinito, darnos herramientas para reparar y repararnos".
Desde Italia, Ceraudo envió su saludo y su agradecimiento, que fue recíproco. Su trabajo, junto al de Lewin, sirvió no sólo para recuperar el avión Skyvan que hoy se exhibe en este mismo predio, a metros de donde se realiza el homenaje. También para conocer la verdad y llegar al juicio y condena de dos pilotos (uno murió durante el juicio) de los vuelos de la muerte.