Recuerdos de París 7 puntos
Revoir Paris; Francia, 2022
Dirección: Alice Winocour.
Guion: Jean-Stéphane Bron, Marcia Romano y Alice Winocour.
Intérpretes: Virginie Efira, Benoit Magimel, Gregoire Colin, Maya Sansa, Amadou Mbow, Nastya Golubeva Carax.
Duración: 106 minutos.
Estreno: en salas únicamente.
La noche del viernes 13 de noviembre de 2015 en París fue un infierno. Una serie de ataques y atentados simultáneos en cinco bistrós y en el teatro Bataclan, reivindicados por terroristas del Estado Islámico, dejaron como saldo 130 muertos y alrededor de 415 heridos, aunque las cifras finales nunca fueron confirmadas. El cuarto largometraje de la directora francesa Alice Winocour, Recuerdos de París, vuelve a la escena del crimen no para dar un cuadro completo de aquella noche siniestra sino para sumergirse en el difícil proceso de reconstrucción de vida de una de las víctimas, afectada -como tantas otras- de amnesia postraumática.
Mia (Virginie Efira) es periodista y traductora, vive hace tiempo con un médico parisino (Gregoire Colin) y aquella noche lluviosa, cuando su pareja la deja plantada con una excusa cualquiera, busca refugio en un bistró de la Place de la République, para tomar una copa de vino y preparar el trabajo de los días siguientes. La pluma fuente que le mancha las manos de alguna manera le salva la vida. Va al baño a lavarse y para cuando está regresando a su mesa escucha los primeros disparos y explosiones, lo que le da tiempo a tirarse instintivamente al piso, mientras ve a los muertos apilarse a su alrededor. Y a partir de allí, no recuerda nada más.
Elipsis mediante, la directora y coguionista Winocour reencuentra a su protagonista varios meses después, cuando inadvertidamente Mia pasa por casualidad por aquel bistró y descubre que allí la vida sigue igual, como si no hubiera pasado nada. Entra perpleja, casi en estado de conmoción. El empleado de la barra no tarda en darse cuenta de lo que sucede y le explica resignado: “Venga los lunes por la mañana, cerramos al público para que las víctimas y sus familiares puedan encontrarse y recorrer el local”.
A partir de allí, el film acompañará a Mia no solo en el proceso de duelo que hasta ese momento no había podido hacer sino también en la reconstitución de la memoria, que como alguien le explica, no puede hacerlo sola. Va a necesitar de los demás. El estilo narrativo de Winocour es preciso, aséptico, cortante: nunca fuerza las emociones. En todo caso, si afloran es poco a poco, como en ese encuentro que Mia tiene con una de las mozas del local, primero renuente a darle información (teme perder su trabajo) pero luego abierta a dialogar. Al fin y al cabo, ella también sufre todavía las consecuencias de aquella noche.
El trabajo de Virginie Efira –que le valió el premio César de la Academia de Francia a la mejor actriz- está en línea con la circunspección del estilo de la directora: Mia no se compadece de sí misma ni está dispuesta a derramar lágrimas de más. Quiere recordar, comprender, completar ese puzzle que amenaza con quedar inconcluso, pero del que cada vez va consiguiendo más piezas. Como cuando acompaña a la hija adolescente de un matrimonio acribillado en el bistró y, juntas, encuentran en el Museo de la Orangerie el fragmento de un inmenso cuadro de Monet (“Los nenúfares”) que sus padres habían contemplado antes de morir.
Winocur no deja de señalar el carácter reparador que puede tener un simple abrazo, aun con quien antes había difamado a Mia. O la indiferencia de la Francia blanca y pequeño burguesa frente a muchas víctimas que ni siquiera fueron contabilizadas como tales, porque eran inmigrantes indocumentados que estaban trabajando en la cocina. “Si los senegaleses y malienses alguna vez hiciéramos huelga, los parisinos se mueren de hambre”, dice uno de ellos.
Como Un año, una noche (2022), del catalán Isaki Lacuesta, sobre los acontecimientos de esa misma noche en el Bataclan, Recuerdos de París también es una película de sobrevivientes y de cómo lidiar con ese trauma. Ninguna de ambas expone la violencia explícitamente; apenas la sugieren. Pero si la película protagonizada por Nahuel Pérez Biscayart acentuaba las aristas más dramáticas de su personaje, la de Virginie Efira en cambio elige retratar a una mujer fuerte, dura, capaz de mantener en todo momento las riendas de su vida.