Después del Mundial de Qatar, el afamado diseñador estadounidense Tommy Hilfiger, se fijó en Leo Messi para introducirlo en el mundo de la moda. La marca de ropa no deportiva “Messi Store” se estrenó en Bolsa el 13 de enero de 2023. Las acciones enseguida se dispararon y llegaron a alcanzar un máximo de 16,61 dólares. A los pocos meses las acciones empezaron a caer y no se recuperaron más. La marca “Messi” cerraba el año hundida en una acción sobrevalorada en los 0,72 dólares.
El fracaso de la firma lo ha llevado al jugador argentino a buscar un nuevo compromiso comercial, esta vez con una cadena de ropa de lujo tradicional de Arabia Saudita. La marca Sayyar publicó algunas fotos del rosarino vestido con el “shemangh”, el característico pañuelo blanco y rojo utilizado en los países del Golfo.
El régimen teocrático se está vaciando los bolsillos en la élite del deporte internacional. Hace unos meses, Rafa Nadal fichaba como embajador turístico del país, expresando que “en Arabia Saudita, mires donde mires, puedes ver crecimiento y progreso, y me entusiasma formar parte de ello”. Cuando uno oye lo traslada mentalmente al cerebro como: “Es que le pagan una fortuna”. Porque imaginen si lo hiciera gratis, que todo ese “entusiasmo” lo viviera sin cobrar. Pensaríamos: "Se ha vuelto loco". No le perdonaríamos que fuese sincero en la defensa de unos valores de un régimen donde se humilla, se tortura, se mata, por disidencia, por diversidad, por derechos de género. Es cierto que una fortuna le ayuda a uno a creerse lo que sea, pero que excusa puedes poner sí en lo económico lo tienes todo; solo te falta la “Ferrari” color berenjena. Le perdonamos el cinismo, y eso es lo dañino, su contribución al cinismo general. Vivimos inmersos en una niebla de retórica de la peor especie. Su origen es claro: la necesidad del enriquecimiento extravagante. Se omite la verdad en aras del interés particular y del máximo beneficio.
Es curioso cómo se han fusionado el modelo neoliberal y el deportivo en esa nueva forma de nihilismo e individualismo tan de moda. Los grandes deportistas son lo más parecido que tenemos a los héroes clásicos, pero qué difícil es que mantengan el personaje. ¿Sería lo mismo si Messi y Nadal fueran embajadores por la paz en Palestina? Seguro que no. El escándalo estaría servido.
El epítome de un Occidente medroso, cínico defensor del derecho internacional y los derechos humanos en Ucrania, y ciego en la guerra de Gaza y Cisjordania, desnuda un doble rasero con más cinismo que principios. Israel nos muestra a las claras las consecuencias de renunciar a una política genuinamente kantiana. Porque es Kant y su paz perpetua la narrativa desvencijada por la que transitamos y desde la que miramos al mundo, aunque se opere políticamente de forma distinta según le convenga a Occidente. Las noticias falsas se neutralizan con las mentiras oficiales, y atrapados en el pasado nos vemos incapaces de imaginar el futuro. Llevamos tiempo en que lo impensable se ha vuelto cotidiano. Necesitamos creer de vez en cuando en los actos desinteresados, en los altos ideales, en la defensa de los más débiles, en la lucha contra la injusticia. En nombrar el sufrimiento y dejar de esconderlo para poder, de verdad, acompañar a los que carecen de voz y prestarle la nuestra.
(*) Ex jugador de Vélez, clubes de España y campeón Mundial Tokio 1979