“Desconectarse para estar conectado”, bien podría ser el leitmotiv de The Experience Tube: irrisorio dispositivo que se propone como “una revolucionaria red social analógica”, y que no es otra cosa que un largo tubo de tela en cuyos extremos dos personas introducen sus cabezas para poder charlar. Adiós interacciones impersonales, bienvenida conversación cara a cara,  gracias a esta (absurda) invención que puede adquirirse por 25 dólares –irónicamente– online. “Usando solamente un trozo de tela suave y la tecnología de reconocimiento facial más sofisticada desarrollada jamás (léase, nuestros cerebros), el tubo sustituye todas las distracciones periféricas con un desenfrenada fiesta visual de rayas y risas”, informa la web oficial del producto, obra y gracia de un colectivo de pintores, arquitectos, escultores, performers, escritores, entre otros: el grupo Meow Wolf, con base operativa en Santa Fe, Nueva México. Responsables de un objeto que, lejos de ser meramente conceptual, busca conectar a “una persona con otra persona”, el famoso one on one.

Recomendado por el mismísimo Pee-wee Herman, que encuentra a The Experience Tube “hilarante”, invitan los inventores del tubo a “¡crear tu propia internet en forma instantánea!, sin suscripciones, sin firmar acuerdos, sin publicidades invasivas, sin servicio interrumpido”. Salvo que uno de los dos usuarios se aburra y decida “desconectarse” retirando la cabecita, sobra aclarar... En símil tono irreverente, proponen ciertas sugerencias para evitar el uso incorrecto del pedazo de tela; a saber: “Siempre tené presentes tus alrededores y el todo infinito”, “No lo utilices mientras manejás un auto o maquinarias pesadas”, “Forzar a animales a participar puede provocar heridas indeseadas”, “La utilización atolondrada de cualquier cosa que envuelva su cabeza puede provocar sofocamiento, en caso de que lo hayas olvidado”, “Puede borrar la mente o causar lesiones a las cuerdas del globo ocular espinal”.