Podría tratarse de una típica escena de comedia británica -ella, la cantante, nació en los Estados Unidos pero ese es un detalle menor-. Su marido, Jim Tomlinson, saxofonista y productor de sus discos además de compositor de algunas de las canciones que ella interpreta, sintoniza la Radio 4 de la BBC para escuchar uno de sus programas preferidos, La isla desierta. El entrevistado es el escritor Kazuo Ishiguro. Ella ha leído dos de sus libros, la genial Los inconsolables (The Unconsoled) y la no menos brillante Lo que queda del día (The Remains of the Day ) que James Ivory llevó al cine con Anthony Hopkins y Emma Thompson como protagonistas. Ella se considera una “enorme fan” de Ishiguro.  Él nombra sus músicas preferidas y entonces ella escucha su propio nombre, Stacey Kent. 

  “Me invitaron a ese show en 2002, y fue terrible. Creo que pasé eras enteras decidiendo cada una de mis ocho músicas para la isla. Quería elegir una canción de jazz y hay allí afuera grandes intérpretes de ese género, sin duda, como Billie Holiday o Ella Fitzgerald, pero pienso que era importante pensar en alguien que tuviera que ver con esta época. Mi cantante favorita para este tipo de material es Stacey Kent. Había ido a ver una sus actuaciones en el norte de Londres y había escuchado sus dos primeros discos (Close your Eyes, de 1997 y The Tender Trap, del año siguiente). Había algo que me fascinaba en la manera en que Stacey interpretaba esas canciones para esta generación. No pensé mucho más en ello hasta que recibí un correo electrónico de mi compañía de discos diciendo que Stacey había leído mis libros y que estaba conmovida por el hecho de que la hubiera elegido y preguntándome si estaría interesado en escribir las notas para su nuevo álbum. Yo estaba interesado así que me senté y escribí acerca de por qué me gustaba Stacey para su disco con canciones de Richard Rodgers (In Love Again, que se editó en 2002), que realizó junto a su marido Jim. 

  “Siempre consideraste eso tan romántico/ pero yo sencillamente lo consideraba triste”, canta ella con su voz pequeña, casi infantil, extrañamente dulce, en “So Romantic”, una de las canciones para las que Ishiguro escribió la letra. La tristeza es una parte inseparable de la estética del novelista. Nada hay más triste, en todo caso, que ese pianista de Los desconsolados (traducida en España como Los inconsolables que, claro, no es lo mismo) que llega siempre tarde adonde nunca quiso ir, y quienes lo rodean en esa pesadillesca ciudad centroeuropea donde los maleteros bailan sobre las mesas de los bares con sus valijas llenas de piedras. O que el mundo fuera del mundo donde habitan los tristísimos niños y jóvenes de Nunca me abandones (Never Let Me Go).  “Nos sentamos juntos y tratamos de imaginarnos qué cosa podía ser una moderna canción de jazz. Recuerdo nuestra primera discusión, con Stacey diciendo: ‘Leí tu último libro (Never Let me Go, precisamente). Es realmente un libro deprimente’. Había escuchado eso un montón de veces pero no era algo que me hubiera comprometido personalmente hasta ese momento”, contaba el escritor al periódico The Independent. “Entonces ella dijo: ‘Las canciones tristes están bien para mí pero -y en ese momento ella acercó su pulgar al índice- necesito apenas un poquito más de esperanza en esas letras’.”

  Las versiones de ambos acerca de cómo empezaron a colaborar y, antes, cómo se hicieron amigos, son, por supuesto, diferentes. Ella dice que inmediatamente se sintió impactada por él y que, a pesar de los nervios iniciales, cuando lo invitaron a una primera cena en su casa, en seguida sintió que compartían una misma mirada hacia la creación. Él no recuerda que hayan tenido mayor trato social, salvo cordiales intercambios de correos electrónicos, algún show al que fueron invitados con su esposa Lorna y una que otra charla amable en el camarín hasta que, en 2006, Jim le escribió diciéndole. “Hemos ido tan lejos como hemos podido con el material del Gran Libro de Canciones Americano, y queremos tratar de trabajar en canciones nuevas”. Y le proponía ser el letrista. “No sé si lo sabían ni cómo lo sabían. Mi primera pasión fue escribir letras de canciones. Por lo tanto estaba tan excitado como desalentado con la idea; no escribía una letra desde los 21 años. Pero fui a su casa y la fase siguiente de nuestra amistad comenzó.” 

   “Pienso que cierta distancia, cierta extranjería nos unió en nuestras vidas personales y laborales. Él llegó de Japón mucho más joven que lo que yo lo hice de los Estados Unidos pero los dos entendemos el sentido de desplazamiento cuando alguien deja su país y su cultura. Eso te da una vulnerabilidad especial. Pudo leer eso en mí, también, y scribir esas historias tan líricas y personales acerca del carácter viajero y basadas en mi vida. Dos semanas después me llegaron las primeras dos letras, “The Ice Hotel” (“…Precisamente ahora pienso que el Ártico nos sentaría bien, vayamos al Hotel de Hielo…”)  y la que acabó dándole el título al disco, “Breakfast on the Morning Tram” ( “Así que aquí estás en esta ciudad/ con un corazón destrozado, parece/  aunque al llegar pensaste que tenías/ la fiesta de tus sueños./  Lloraste la noche entera tratando de dormir/ pero estuviste despierta la noche entera./ Bien, aquí hay algo que necesitás hacer/ con la primera insinuación de la luz de la mañana…”). Luego llegaron las otras dos, “So Romantic” y  “I wish I Could Go Travelling Again”.  “Fue la sensación más asombrosa. El universo de Kazuo escrito especialmente para mí. Y la forma en que trabajamos juntos a partir de allí fue maravillosa y natural”. “En cierta forma, su manera de cantar es similar a la mía al escribir”, apunta Ishiguro. “Cuando la escucho siento que captura un sentido de interioridad. Es lo que hizo que me acercara a ella como novelista, usando la primera persona, escuchando los pensamientos del otro, capturando el temblor vacilante y las pequeñas explosiones de entusiasmo, eso que ella logra y muy pocos cantantes pueden hacer.”